¡Ay, Dios mío, qué alivio! Después de años buscando a tientas en la oscuridad, la gente de Finca Puntarenas, en Osa, finalmente tiene luz en sus casas. Una verdadera bendición, porque saben, vivir sin luz en estos tiempos es como intentar bailar salsa con dos pies izquierdos.
La historia es así: hace unos cuantos añitos, la cooperativa Agropecuaria del Sur se cansó del brete y renunció a esas tierras. El Inder agarró la vara y ahí empezó el plan. Resulta que en 2015 compraron el terreno y desde entonces se estaban buscando soluciones pa’ darle luz a las familias que ahí viven – unas 57 familias laburadoras, dedicándose al campo y soñando con un futuro más brillante.
Y ahora sí, llegó la hora. Gracias a una inversión de casi 171 millones de colones – el Inder puso la mayor parte, unos 148 millones, y el ICE complementó con 22,7 millones – las 604 personas del asentamiento Finca Puntarenas pueden decir adiós a las velas y las lamparitas de queroseno. ¡Imagínate el cambio, mae!
Antes, el problema era que solo el centro del asentamiento tenía electricidad, pero muchas casas quedaban a oscuras. Esto les dificultaba mucho hacer cosas básicas, desde estudiar hasta trabajar por las noches. Además, limitaba las posibilidades de emprender nuevos proyectos, porque, díganlo ustedes, ¿cómo vas a armar un pequeño negocio si ni tienes cómo alumbrar tu taller?
Ricardo Quesada, el presidente del Inder, lo dijo clarito: “Esto no solo mejora la calidad de vida de las familias, sino que además abre puertas a pequeños negocios y a una agricultura más moderna y sostenible.” Y Marco Acuña, del ICE, añadió que este es un gran paso adelante, producto de la unión entre el Inder y el ICE, con el apoyo del gobierno. ¡Así se hacen las cosas, diay!
Freddy Rojas Reyes, presidente de la agrupación Tipaelka del Sur, estaba eufórico. Contó que esta obra les traerá muchísimos beneficios. Según él, con la luz podrán producir más y ganar más dinero, lo cual ayuda a sostener a todas las familias del asentamiento. ¡Un respiro para todos, vamos!
Ahora, pensemos en las posibilidades: con luz, los niños pueden estudiar tranquilamente, las mujeres pueden extender sus jornadas laborales, los agricultores pueden utilizar nuevas tecnologías… ¡Es un mundo nuevo que se abre ante ellos! Y no olvidemos que tener electricidad es fundamental para acceder a servicios básicos como salud y educación. En fin, una oportunidad de oro para crecer y desarrollarse.
Esta iniciativa demuestra que, con esfuerzo y colaboración, podemos transformar comunidades y brindarles una mejor calidad de vida. Pero dime, ¿qué otras acciones creen que se deberían tomar para fortalecer aún más el desarrollo rural en Costa Rica y asegurar que todos tengan acceso a los servicios básicos? ¿Qué tipo de programas o iniciativas consideran que serían más efectivas para impulsar el crecimiento económico y social en estas zonas remotas?
La historia es así: hace unos cuantos añitos, la cooperativa Agropecuaria del Sur se cansó del brete y renunció a esas tierras. El Inder agarró la vara y ahí empezó el plan. Resulta que en 2015 compraron el terreno y desde entonces se estaban buscando soluciones pa’ darle luz a las familias que ahí viven – unas 57 familias laburadoras, dedicándose al campo y soñando con un futuro más brillante.
Y ahora sí, llegó la hora. Gracias a una inversión de casi 171 millones de colones – el Inder puso la mayor parte, unos 148 millones, y el ICE complementó con 22,7 millones – las 604 personas del asentamiento Finca Puntarenas pueden decir adiós a las velas y las lamparitas de queroseno. ¡Imagínate el cambio, mae!
Antes, el problema era que solo el centro del asentamiento tenía electricidad, pero muchas casas quedaban a oscuras. Esto les dificultaba mucho hacer cosas básicas, desde estudiar hasta trabajar por las noches. Además, limitaba las posibilidades de emprender nuevos proyectos, porque, díganlo ustedes, ¿cómo vas a armar un pequeño negocio si ni tienes cómo alumbrar tu taller?
Ricardo Quesada, el presidente del Inder, lo dijo clarito: “Esto no solo mejora la calidad de vida de las familias, sino que además abre puertas a pequeños negocios y a una agricultura más moderna y sostenible.” Y Marco Acuña, del ICE, añadió que este es un gran paso adelante, producto de la unión entre el Inder y el ICE, con el apoyo del gobierno. ¡Así se hacen las cosas, diay!
Freddy Rojas Reyes, presidente de la agrupación Tipaelka del Sur, estaba eufórico. Contó que esta obra les traerá muchísimos beneficios. Según él, con la luz podrán producir más y ganar más dinero, lo cual ayuda a sostener a todas las familias del asentamiento. ¡Un respiro para todos, vamos!
Ahora, pensemos en las posibilidades: con luz, los niños pueden estudiar tranquilamente, las mujeres pueden extender sus jornadas laborales, los agricultores pueden utilizar nuevas tecnologías… ¡Es un mundo nuevo que se abre ante ellos! Y no olvidemos que tener electricidad es fundamental para acceder a servicios básicos como salud y educación. En fin, una oportunidad de oro para crecer y desarrollarse.
Esta iniciativa demuestra que, con esfuerzo y colaboración, podemos transformar comunidades y brindarles una mejor calidad de vida. Pero dime, ¿qué otras acciones creen que se deberían tomar para fortalecer aún más el desarrollo rural en Costa Rica y asegurar que todos tengan acceso a los servicios básicos? ¿Qué tipo de programas o iniciativas consideran que serían más efectivas para impulsar el crecimiento económico y social en estas zonas remotas?