¡Ay, Dios mío, qué bara nos cayó encima! Resulta que el famoso ‘Pastor de los Ricos’, Don Chavarría, acaba de recibir una sentencia de 12 años de prisión por abusar de una menor de edad. Una noticia que te deja helao, pues demuestra que algunos se creen dueños de la verdad y abusan del poder que les dan.
Todo este tinglado salió a la luz hace unos años, pero parece que la justicia le estaba dando largas. Según la Fiscalía Adjunta contra la Violencia de Género, lograron probar que este tipo cometió el delito allá por 2015, cuando la víctima, apenas una nina de nueve años, asistía con su familia a la iglesia donde él era el pastor. ¡Imagínate el daño psicológico que le pudo haber causado!
Lo peor de todo es que los hechos ocurrieron dentro de un instituto perteneciente a la iglesia, que además era dirigido por el mismísimo Chavarría. Se aprovechó de su posición de confianza para cometer esa atrocidad. Claramente ahí no hubo ningún acto de fe, sino pura vileza y oportunismo. Uno piensa, ¿cómo alguien puede faltarle el respeto así a una inocente?
Y para hacerlo aún más salado, resulta que este señor ya estaba cumpliendo otra condena por delitos similares. Esto significa que, sumándole estas 12 años, va a estar bastante tiempo pagando por sus actos. ¡Por fin la justicia empieza a hacer efecto, aunque tarde! Al menos le quitaron la oportunidad de seguir dañando a más personas.
En 2021, el INAMU soltó un comunicado en redes sociales celebrando la primera pena que le habían dado. Dijeron que era “un primer avance en la construcción de una sociedad y un Estado que actúa en consonancia con los derechos humanos”. Pero vaya, esto demuestra que todavía hay mucho camino por recorrer para proteger a nuestros niños y niñas de estos depredadores.
Este caso nos recuerda que debemos estar muy atentos a las señales de alerta. No podemos dejar pasar ni una sola sospecha si involucra a menores de edad. Tenemos que denunciar cualquier irregularidad, por más difícil que parezca. El silencio beneficia a los culpables y perjudica a las víctimas. ¡Denunciar es un deber de todos!
Más allá del aspecto legal, este hecho nos golpea como sociedad. ¿Cómo llegamos a permitir que individuos con malas intenciones se aprovechen de la fe y la confianza de las personas? Necesitamos fortalecer la educación en valores, promover la igualdad de género y empoderar a nuestras comunidades para prevenir este tipo de tragedias. ¡Que nadie se quede callado ante la injusticia!
Realmente, este caso da para reflexionar mucho. La confianza se gana, no se exige, y mucho menos se abusa de ella. Ahora me pregunto, ¿qué medidas deberían tomarse para evitar que situaciones como esta se repitan en otras iglesias y organizaciones religiosas del país? Compartan sus ideas y opiniones, porque juntos podemos construir una sociedad más segura y justa para todos los niños y niñas de Costa Rica, diay.
Todo este tinglado salió a la luz hace unos años, pero parece que la justicia le estaba dando largas. Según la Fiscalía Adjunta contra la Violencia de Género, lograron probar que este tipo cometió el delito allá por 2015, cuando la víctima, apenas una nina de nueve años, asistía con su familia a la iglesia donde él era el pastor. ¡Imagínate el daño psicológico que le pudo haber causado!
Lo peor de todo es que los hechos ocurrieron dentro de un instituto perteneciente a la iglesia, que además era dirigido por el mismísimo Chavarría. Se aprovechó de su posición de confianza para cometer esa atrocidad. Claramente ahí no hubo ningún acto de fe, sino pura vileza y oportunismo. Uno piensa, ¿cómo alguien puede faltarle el respeto así a una inocente?
Y para hacerlo aún más salado, resulta que este señor ya estaba cumpliendo otra condena por delitos similares. Esto significa que, sumándole estas 12 años, va a estar bastante tiempo pagando por sus actos. ¡Por fin la justicia empieza a hacer efecto, aunque tarde! Al menos le quitaron la oportunidad de seguir dañando a más personas.
En 2021, el INAMU soltó un comunicado en redes sociales celebrando la primera pena que le habían dado. Dijeron que era “un primer avance en la construcción de una sociedad y un Estado que actúa en consonancia con los derechos humanos”. Pero vaya, esto demuestra que todavía hay mucho camino por recorrer para proteger a nuestros niños y niñas de estos depredadores.
Este caso nos recuerda que debemos estar muy atentos a las señales de alerta. No podemos dejar pasar ni una sola sospecha si involucra a menores de edad. Tenemos que denunciar cualquier irregularidad, por más difícil que parezca. El silencio beneficia a los culpables y perjudica a las víctimas. ¡Denunciar es un deber de todos!
Más allá del aspecto legal, este hecho nos golpea como sociedad. ¿Cómo llegamos a permitir que individuos con malas intenciones se aprovechen de la fe y la confianza de las personas? Necesitamos fortalecer la educación en valores, promover la igualdad de género y empoderar a nuestras comunidades para prevenir este tipo de tragedias. ¡Que nadie se quede callado ante la injusticia!
Realmente, este caso da para reflexionar mucho. La confianza se gana, no se exige, y mucho menos se abusa de ella. Ahora me pregunto, ¿qué medidas deberían tomarse para evitar que situaciones como esta se repitan en otras iglesias y organizaciones religiosas del país? Compartan sus ideas y opiniones, porque juntos podemos construir una sociedad más segura y justa para todos los niños y niñas de Costa Rica, diay.