¡Ay, Dios mío! Esto sí que es un agarrón, pura política y poca educación. Resulta que ahora el Ministerio de Educación Pública (MEP) anda buscando qué hacer con el pelo, los tatuajes y hasta el maquillaje de los estudiantes, mientras las escuelas se caen a pedazos y los niños ni siquiera saben leer bien. ¿En serio estamos en eso?
Según parece, el nuevo reglamento del Reglamento de Evaluación de los Aprendizajes (REA) trae consigo restricciones sobre el uniforme, el cabello, los tintes, los accesorios, las uñas y los tatuajes. Dicen que es “para educar en la convivencia, formar carácter y promover el respeto mutuo”. Pero bueno, ¿quién necesita respeto si no tienen libros ni maestros decentes?
Desde CIDE (Centro de Investigación y Docencia en Educación) han soltado tremenda vaina. Este centro de la Universidad Nacional (UNA) le ha puesto el dedo en el renglón al MEP, diciéndoles que se enfoquen en lo importante: el aprendizaje, la inclusión y la participación de los estudiantes. Que dejar de andar obsesionándose con la apariencia va a ayudar más que cualquier otra cosa.
Y no es pa’ bromear, señores. Los académicos de CIDE señalan que tenemos una crisis educativa profunda, con niños que no saben leer, escribir ni pensar por sí mismos. Nos vamos al traste con estas vainas de reglamentos absurdos, cuando deberíamos estar invirtiendo en mejorar la calidad de la enseñanza. Un verdadero despiche!
Uno piensa, ¿creerán realmente que regular el color del pelo va a resolver los problemas de la educación pública? Parece sacado de una novela, pero resulta que esto les preocupa a los altos mandos del ministerio. Me da mucha pena por los profes, que ya andan agobiados entre tanta burocracia y poco apoyo.
Los que en CIDE metieron la pata en el lodo (metafóricamente hablando, claro) argumentan que estos controles pueden afectar la autoestima, la asistencia y el sentido de pertenencia de los estudiantes, aumentando el riesgo de que se queden sin estudiar. Imaginen la carga que se dan algunos jóvenes que quieren expresar su personalidad y encima tienen que lidiar con reglas ridículas en la escuela.
Otro punto clave es que las sanciones por incumplir estas normas podrían llevar a los estudiantes a desertar de la escuela. Ya tenemos suficiente con el problema de la deserción escolar por pobreza y falta de oportunidades, ¡no necesitamos agregarle más obstáculos! Es un círculo vicioso que nos lleva directo al precipicio.
Ahora me pregunto, ¿ustedes creen que el MEP debería preocuparse más por las calificaciones de los estudiantes o por el largo de sus pestañas? ¿Hasta dónde deberían llegar las regulaciones sobre la apariencia personal en las instituciones educativas, considerando la compleja realidad social y económica de nuestro país? Déjenme sus opiniones en el foro, a ver qué sale de este brete…
Según parece, el nuevo reglamento del Reglamento de Evaluación de los Aprendizajes (REA) trae consigo restricciones sobre el uniforme, el cabello, los tintes, los accesorios, las uñas y los tatuajes. Dicen que es “para educar en la convivencia, formar carácter y promover el respeto mutuo”. Pero bueno, ¿quién necesita respeto si no tienen libros ni maestros decentes?
Desde CIDE (Centro de Investigación y Docencia en Educación) han soltado tremenda vaina. Este centro de la Universidad Nacional (UNA) le ha puesto el dedo en el renglón al MEP, diciéndoles que se enfoquen en lo importante: el aprendizaje, la inclusión y la participación de los estudiantes. Que dejar de andar obsesionándose con la apariencia va a ayudar más que cualquier otra cosa.
Y no es pa’ bromear, señores. Los académicos de CIDE señalan que tenemos una crisis educativa profunda, con niños que no saben leer, escribir ni pensar por sí mismos. Nos vamos al traste con estas vainas de reglamentos absurdos, cuando deberíamos estar invirtiendo en mejorar la calidad de la enseñanza. Un verdadero despiche!
Uno piensa, ¿creerán realmente que regular el color del pelo va a resolver los problemas de la educación pública? Parece sacado de una novela, pero resulta que esto les preocupa a los altos mandos del ministerio. Me da mucha pena por los profes, que ya andan agobiados entre tanta burocracia y poco apoyo.
Los que en CIDE metieron la pata en el lodo (metafóricamente hablando, claro) argumentan que estos controles pueden afectar la autoestima, la asistencia y el sentido de pertenencia de los estudiantes, aumentando el riesgo de que se queden sin estudiar. Imaginen la carga que se dan algunos jóvenes que quieren expresar su personalidad y encima tienen que lidiar con reglas ridículas en la escuela.
Otro punto clave es que las sanciones por incumplir estas normas podrían llevar a los estudiantes a desertar de la escuela. Ya tenemos suficiente con el problema de la deserción escolar por pobreza y falta de oportunidades, ¡no necesitamos agregarle más obstáculos! Es un círculo vicioso que nos lleva directo al precipicio.
Ahora me pregunto, ¿ustedes creen que el MEP debería preocuparse más por las calificaciones de los estudiantes o por el largo de sus pestañas? ¿Hasta dónde deberían llegar las regulaciones sobre la apariencia personal en las instituciones educativas, considerando la compleja realidad social y económica de nuestro país? Déjenme sus opiniones en el foro, a ver qué sale de este brete…
