¡Ay, Dios mío! Parece que la cosa no mejora por aquí. Este lunes, el país respiraba un poquito pensando que tal vez estábamos bajando la curva de homicidios, pero la realidad nos da una bofetada de careta. Con 626 víctimas dolosas hasta septiembre, seguimos con la preocupación pegada, y ni hablar de San José, que se porta como si estuviera en otra liga… ¡una muy fea!
Los números oficiales del OIJ pintan un panorama no muy agradable. Aunque a nivel nacional hay una leve disminución con respecto al 2024 (638), la capital rompe con esa tendencia. Estamos hablando de 210 homicidios en San José, contra 167 del año pasado. ¡Una diferencia abismal! Esto significa que la gran mayoría de la violencia se concentra aquí, justo donde vivimos la mayoría de nosotros.
Y no es solo la cantidad, es dónde pasa todo esto. Las zonas más afectadas siguen siendo esas que todos conocemos: Desamparados, Pavas, La Uruca... lugares donde la vida diaria ya se siente complicada, y ahora encima tienes que andar con cuidado porque nunca sabes cuándo puede pasar. Hay que reconocer que estas áreas tienen sus problemas, se nota la falta de atención estatal en algunos aspectos, y eso facilita el juego a las bandas.
Erick Villalba, nuestro criminólogo de cabecera, no se anduvo con rodeos. Según él, este problema no es exclusivo de Costa Rica, pero sí tenemos nuestras particularidades. La combinación de mucha gente viviendo junta y la presencia de grupos organizados que quieren controlar todo es una bomba de tiempo. “Son atractivas para las bandas por su demografía, pero también por ciertos descuidos estatales que han favorecido su permanencia,” nos comentó Villalba. Parece que estamos pagando caro por no echarle ojo a ciertas cosas desde hace tiempo.
El ministro Mario Zamora tampoco se quedó callado. Está claro que la lucha entre 'Los Lara' y otras bandas está generando un ambiente de venganza constante. “Se han producido homicidios de alto perfil contra líderes criminales, lo que genera venganzas en cadena. Ya no se trata solo de controlar puntos de venta de droga, sino de guerras fratricidas por el poder y la venganza,” declaró Zamora. Un círculo vicioso difícil de romper, ¿eh?
Ahora, Bernal Vargas, otro abogado y criminólogo, nos recuerda que la reforma de la extradición ha servido para espantar a algunos, pero no es la solución mágica. Aunque hubo una pequeña caída en los dos últimos trimestres, el principio de año fue brutal. La reforma es una herramienta útil, sí, pero necesitamos mucho más para darle un giro a la situación. A ver si le agarramos el cling a algo decente, que estos índices no dan para festejos.
La verdad es que, por mucho que nos guste negarlo, San José sigue siendo el corazón palpitante del problema. Es donde está el dinero, es donde hay más movimiento, y por desgracia, es donde hay más oportunidades para hacer daño. Como dice Vargas, “Si bien se nota una baja general, San José es un mercado latente y estratégico, donde conviven homicidios ligados al narcotráfico con delitos comunes propios de la convivencia urbana.” ¡Qué brete nos cayó!
¿Será que realmente podemos esperar un cambio significativo en seguridad pública, o simplemente estamos condenados a vivir con esta sombra acechándonos? Y dime tú, ¿crees que la cooperación internacional y la inversión en programas sociales podrían ser la clave para revertir esta tendencia, o deberíamos enfocarnos en medidas más contundentes como el aumento de la vigilancia policial y endurecimiento de las penas? ¡Dale, cuéntame qué piensas!
Los números oficiales del OIJ pintan un panorama no muy agradable. Aunque a nivel nacional hay una leve disminución con respecto al 2024 (638), la capital rompe con esa tendencia. Estamos hablando de 210 homicidios en San José, contra 167 del año pasado. ¡Una diferencia abismal! Esto significa que la gran mayoría de la violencia se concentra aquí, justo donde vivimos la mayoría de nosotros.
Y no es solo la cantidad, es dónde pasa todo esto. Las zonas más afectadas siguen siendo esas que todos conocemos: Desamparados, Pavas, La Uruca... lugares donde la vida diaria ya se siente complicada, y ahora encima tienes que andar con cuidado porque nunca sabes cuándo puede pasar. Hay que reconocer que estas áreas tienen sus problemas, se nota la falta de atención estatal en algunos aspectos, y eso facilita el juego a las bandas.
Erick Villalba, nuestro criminólogo de cabecera, no se anduvo con rodeos. Según él, este problema no es exclusivo de Costa Rica, pero sí tenemos nuestras particularidades. La combinación de mucha gente viviendo junta y la presencia de grupos organizados que quieren controlar todo es una bomba de tiempo. “Son atractivas para las bandas por su demografía, pero también por ciertos descuidos estatales que han favorecido su permanencia,” nos comentó Villalba. Parece que estamos pagando caro por no echarle ojo a ciertas cosas desde hace tiempo.
El ministro Mario Zamora tampoco se quedó callado. Está claro que la lucha entre 'Los Lara' y otras bandas está generando un ambiente de venganza constante. “Se han producido homicidios de alto perfil contra líderes criminales, lo que genera venganzas en cadena. Ya no se trata solo de controlar puntos de venta de droga, sino de guerras fratricidas por el poder y la venganza,” declaró Zamora. Un círculo vicioso difícil de romper, ¿eh?
Ahora, Bernal Vargas, otro abogado y criminólogo, nos recuerda que la reforma de la extradición ha servido para espantar a algunos, pero no es la solución mágica. Aunque hubo una pequeña caída en los dos últimos trimestres, el principio de año fue brutal. La reforma es una herramienta útil, sí, pero necesitamos mucho más para darle un giro a la situación. A ver si le agarramos el cling a algo decente, que estos índices no dan para festejos.
La verdad es que, por mucho que nos guste negarlo, San José sigue siendo el corazón palpitante del problema. Es donde está el dinero, es donde hay más movimiento, y por desgracia, es donde hay más oportunidades para hacer daño. Como dice Vargas, “Si bien se nota una baja general, San José es un mercado latente y estratégico, donde conviven homicidios ligados al narcotráfico con delitos comunes propios de la convivencia urbana.” ¡Qué brete nos cayó!
¿Será que realmente podemos esperar un cambio significativo en seguridad pública, o simplemente estamos condenados a vivir con esta sombra acechándonos? Y dime tú, ¿crees que la cooperación internacional y la inversión en programas sociales podrían ser la clave para revertir esta tendencia, o deberíamos enfocarnos en medidas más contundentes como el aumento de la vigilancia policial y endurecimiento de las penas? ¡Dale, cuéntame qué piensas!