A ver, banda, que si hablamos de cosas que nos ponen los pelos de punta, no precisamente me refiero a las colas del INS ni al precio del frijol. Hoy vamos a tocar un tema que le pega a muchos: tener los pies y las manos como bloques de hielo, especialmente acá donde, dígame, el aire acondicionado a veces parece que quieren congelarnos vivos.
Según los doctores, este fenómeno no siempre es porque andamos con chanclas en plena temporada lluviosa. Resulta que nuestro cuerpo es como un capo, priorizando dónde mandar el calorcito. Cuando hace frío o estamos relajados, le da prioridad al corazón, pulmones e hígado – las cositas esenciales para seguir respirando, ¿me entienden?– y ahí dejan las extremidades, haciéndolas sufrir como si estuvieran en las montañas de Dota.
Pero, ¿por qué unas manos y unos pies se enfrían más rápido que un raspao en Paíspés? Pues mire, dicen que las manos y los pies tienen menos músculo, casi nada de grasa y cero protección natural. Además, dependen de unos vasitos chiquititos que llevan el calor desde adentro. Cuando afuera hace frío, esos vasitos se achican pa’ ahorrar energía, así que el suministro de calor a los dedos va directo al traste. Suena medio loco, pero es como si el cerebro dijera: '¡Protejan lo importante, que el resto aguante!'
Ahora, no todas las personas somos iguales, mi pana. Las mujeres, por ejemplo, tendemos a que nuestros vasitos se contraigan más rápido, así que a nosotras nos toca aguantar más el frío. También pasa con los viejitos, con los flacos, con los nenes y con los que tenemos poco músculo. Es que producimos menos calor y retenemos menos, ¿qué vamos a hacer?
Y ojo, que esto no es tan inocente como parecer. Si sientes frío constante en las manos y los pies, podría ser señal de algo más serio, como el Síndrome de Raynaud, donde los vasos sanguíneos se estrangulan de pura pena ante el frío o el estrés. Imagínese, ¡cambios de color en la piel y una sensación de entumecimiento que te hiela hasta el alma! También podría ser anemia, tiroides lenta, problemas en las arterias, nervios revoltosos o, peor aún, coágulos de sangre. ¡Uf, qué panorama!
Además, algunos medicamentos también influyen, como los que usamos para la presión alta, los estimulantes o los descongestionantes. Así que, si usted nota que el frío llega de repente, empeora con el tiempo, viene acompañado de dolor, heridas en los dedos o simplemente no se espanta ni con el sol pegando, ¡mejor vaya al doctor! No juegue con eso, mi hermano, que luego las cosas se complican más que encontrar estacionamiento en Escazú.
¿Y qué hacemos entonces para darle calor a esas extremidades temblorosas? Bueno, aparte de meterle calcetines y guantes como si fueran churros, lo más importante es mantener caliente el torso. Abrigue el pecho y la espalda, y verá cómo el cerebro se anima a enviar más sangre a los dedos. También ayude mover el cuerpo, porque al ejercitarse generamos calorcito propio y mejore la circulación. Un paseo corto, unos estiramientos… ¡hasta bailar un poquito puede hacer maravillas! Y en casa, apliquen el calor gradualmente, no le tiren agua fría al cuerpo, ¡eso sí que es torta!
Así que ya sabe, banda: sentir frío en las manos y los pies puede ser normal, pero prestarle atención a las señales de nuestro cuerpo es crucial. Pero dime tú, ¿tú te has dado cuenta si tienes este problema? ¿Qué trucos usas tú para combatir el frío en invierno o en el aire acondicionado del trabajo? ¡Déjame tus consejos en los comentarios, que nos vendrán de perlas!
Según los doctores, este fenómeno no siempre es porque andamos con chanclas en plena temporada lluviosa. Resulta que nuestro cuerpo es como un capo, priorizando dónde mandar el calorcito. Cuando hace frío o estamos relajados, le da prioridad al corazón, pulmones e hígado – las cositas esenciales para seguir respirando, ¿me entienden?– y ahí dejan las extremidades, haciéndolas sufrir como si estuvieran en las montañas de Dota.
Pero, ¿por qué unas manos y unos pies se enfrían más rápido que un raspao en Paíspés? Pues mire, dicen que las manos y los pies tienen menos músculo, casi nada de grasa y cero protección natural. Además, dependen de unos vasitos chiquititos que llevan el calor desde adentro. Cuando afuera hace frío, esos vasitos se achican pa’ ahorrar energía, así que el suministro de calor a los dedos va directo al traste. Suena medio loco, pero es como si el cerebro dijera: '¡Protejan lo importante, que el resto aguante!'
Ahora, no todas las personas somos iguales, mi pana. Las mujeres, por ejemplo, tendemos a que nuestros vasitos se contraigan más rápido, así que a nosotras nos toca aguantar más el frío. También pasa con los viejitos, con los flacos, con los nenes y con los que tenemos poco músculo. Es que producimos menos calor y retenemos menos, ¿qué vamos a hacer?
Y ojo, que esto no es tan inocente como parecer. Si sientes frío constante en las manos y los pies, podría ser señal de algo más serio, como el Síndrome de Raynaud, donde los vasos sanguíneos se estrangulan de pura pena ante el frío o el estrés. Imagínese, ¡cambios de color en la piel y una sensación de entumecimiento que te hiela hasta el alma! También podría ser anemia, tiroides lenta, problemas en las arterias, nervios revoltosos o, peor aún, coágulos de sangre. ¡Uf, qué panorama!
Además, algunos medicamentos también influyen, como los que usamos para la presión alta, los estimulantes o los descongestionantes. Así que, si usted nota que el frío llega de repente, empeora con el tiempo, viene acompañado de dolor, heridas en los dedos o simplemente no se espanta ni con el sol pegando, ¡mejor vaya al doctor! No juegue con eso, mi hermano, que luego las cosas se complican más que encontrar estacionamiento en Escazú.
¿Y qué hacemos entonces para darle calor a esas extremidades temblorosas? Bueno, aparte de meterle calcetines y guantes como si fueran churros, lo más importante es mantener caliente el torso. Abrigue el pecho y la espalda, y verá cómo el cerebro se anima a enviar más sangre a los dedos. También ayude mover el cuerpo, porque al ejercitarse generamos calorcito propio y mejore la circulación. Un paseo corto, unos estiramientos… ¡hasta bailar un poquito puede hacer maravillas! Y en casa, apliquen el calor gradualmente, no le tiren agua fría al cuerpo, ¡eso sí que es torta!
Así que ya sabe, banda: sentir frío en las manos y los pies puede ser normal, pero prestarle atención a las señales de nuestro cuerpo es crucial. Pero dime tú, ¿tú te has dado cuenta si tienes este problema? ¿Qué trucos usas tú para combatir el frío en invierno o en el aire acondicionado del trabajo? ¡Déjame tus consejos en los comentarios, que nos vendrán de perlas!