¡Ay, Dios mío! ¿Se imaginan la bronca que hay en Oslo ahora mismo? Resulta que el premio Nobel de la Paz, que iban a anunciar con bombazos, parece que ya se le escapó a todos. Una filtración monumental, señores, y el Instituto Nobel no se anda con rodeos: ¡esto huele a espionaje!
La movida es así: María Corina Machado, la opositora venezolana que no pudo ir a las elecciones (una telenovela aparte, digámoslo), vio cómo sus chances de ganar el Nobel saltaron de un ridículo 3.75% a casi el 73% en cuestión de horas, gracias a una plataforma de apuestas online llamada Polymarket. ¿Y qué curioso? Nadie, absolutamente nadie, la tenía entre los favoritos antes de eso. Un vacío absoluto, como cuando buscas dónde aparcar el carro en Escazú.
Kristian Berg Harpviken, el director del Instituto Nobel, salió a declarar a la tele noruega que esto es “muy probablemente espionaje”. Dijo que la institución lleva décadas siendo blanco de estas cosas, una verdadera torta que les han dado. Imaginen, tener que andar con cuidado de que te espíen para decidir quién recibe un premio prestigioso... ¡qué brete!
Según él, actores políticos y económicos estarían detrás de esto, tratando de conseguir información a toda costa. Claramente alguien quería asegurarse de que se supiera de antemano quién iba a recibir el reconocimiento. Se dice que la motivación puede ser económica, por influencia en la región, pero también, vamos a ser honestos, pura ambición política. Este asunto es más complicado que el tráfico en la autopista del Pacífico un viernes.
Ahora, claro, el Instituto va a investigar a fondo. Harpviken comentó que si es necesario reforzarán aún más la seguridad. Porque a estas alturas, con tanta data circulando, cualquier cosa podría pasar. Solo unos pocos privilegiados saben quién ganará el premio, y parece que alguno de esos pocos decidió compartir la información con quien pagaba más. ¡Una pena para la credibilidad de la institución!
Para ponerle un poco de sabor a la cosa, recordemos que Machado ha sido una figura clave en la oposición venezolana, luchando por los derechos democráticos. El anuncio oficial del viernes por parte del Comité Noruego del Nobel reconoció precisamente su “incansable trabajo” y su “lucha para lograr una transición justa y pacífica”. Pero este escándalo de la filtración ensombrece un logro que, de otra manera, sería motivo de celebración global.
Lo que me preocupa a mí, más allá de quién esté involucrado en este espionaje, es cómo afecta la confianza en las instituciones internacionales. Cuando estos premios, que deberían representar valores universales, se ven empañados por sospechas de manipulación, nos preguntamos si realmente estamos premiando lo justo y merecido. Ya sabemos que en el mundo político, como en la vida, las apariencias engañan, pero esto ya roza lo escandaloso. Es como ver a un canario haciendo béisbol.
En fin, una verdadera tortilla llena de intriga y sospechas. Todo este lío nos deja pensando: ¿Hasta qué punto la presión geopolítica influye en decisiones aparentemente imparciales como la concesión del Premio Nobel de la Paz? ¿Creen ustedes que este incidente debería llevar a una revisión completa de los protocolos de seguridad del Instituto Nobel, o simplemente es un contratiempo aislado que se solucionará con medidas paliativas?
La movida es así: María Corina Machado, la opositora venezolana que no pudo ir a las elecciones (una telenovela aparte, digámoslo), vio cómo sus chances de ganar el Nobel saltaron de un ridículo 3.75% a casi el 73% en cuestión de horas, gracias a una plataforma de apuestas online llamada Polymarket. ¿Y qué curioso? Nadie, absolutamente nadie, la tenía entre los favoritos antes de eso. Un vacío absoluto, como cuando buscas dónde aparcar el carro en Escazú.
Kristian Berg Harpviken, el director del Instituto Nobel, salió a declarar a la tele noruega que esto es “muy probablemente espionaje”. Dijo que la institución lleva décadas siendo blanco de estas cosas, una verdadera torta que les han dado. Imaginen, tener que andar con cuidado de que te espíen para decidir quién recibe un premio prestigioso... ¡qué brete!
Según él, actores políticos y económicos estarían detrás de esto, tratando de conseguir información a toda costa. Claramente alguien quería asegurarse de que se supiera de antemano quién iba a recibir el reconocimiento. Se dice que la motivación puede ser económica, por influencia en la región, pero también, vamos a ser honestos, pura ambición política. Este asunto es más complicado que el tráfico en la autopista del Pacífico un viernes.
Ahora, claro, el Instituto va a investigar a fondo. Harpviken comentó que si es necesario reforzarán aún más la seguridad. Porque a estas alturas, con tanta data circulando, cualquier cosa podría pasar. Solo unos pocos privilegiados saben quién ganará el premio, y parece que alguno de esos pocos decidió compartir la información con quien pagaba más. ¡Una pena para la credibilidad de la institución!
Para ponerle un poco de sabor a la cosa, recordemos que Machado ha sido una figura clave en la oposición venezolana, luchando por los derechos democráticos. El anuncio oficial del viernes por parte del Comité Noruego del Nobel reconoció precisamente su “incansable trabajo” y su “lucha para lograr una transición justa y pacífica”. Pero este escándalo de la filtración ensombrece un logro que, de otra manera, sería motivo de celebración global.
Lo que me preocupa a mí, más allá de quién esté involucrado en este espionaje, es cómo afecta la confianza en las instituciones internacionales. Cuando estos premios, que deberían representar valores universales, se ven empañados por sospechas de manipulación, nos preguntamos si realmente estamos premiando lo justo y merecido. Ya sabemos que en el mundo político, como en la vida, las apariencias engañan, pero esto ya roza lo escandaloso. Es como ver a un canario haciendo béisbol.
En fin, una verdadera tortilla llena de intriga y sospechas. Todo este lío nos deja pensando: ¿Hasta qué punto la presión geopolítica influye en decisiones aparentemente imparciales como la concesión del Premio Nobel de la Paz? ¿Creen ustedes que este incidente debería llevar a una revisión completa de los protocolos de seguridad del Instituto Nobel, o simplemente es un contratiempo aislado que se solucionará con medidas paliativas?
