¡Ay, Dios mío! Quién se imaginaba que un trailerazo panameño iba a convertirse en defensor del turismo en Parrita. Resulta que Xavier Herrera, un mae que se dedica a mover mercancía entre Panamá y Costa Rica, vivió una aventura que te pela el cuero esta semana mientras intentaba esquivar unos tranques monumentales por obras en el Tárcoles.
Como muchos saben, la ruta 301 entre Acosta y Parrita es un brete, vamos, pura piedra y bache. Un recorrido que debería llevar una horita y pico, se convirtió en cuatro horas y media de sufrimiento para Herrera, quien buscaba llegar a Paso Canoas después de dejar unas cargas en San José. Imagínate el susto, tratando de meter un tráiler de esas dimensiones por senderos que ni siquiera están diseñados para carros pequeños, ¡qué torta!
Pero lo bueno de esta historia es la reacción de la gente de Acosta. Vecinos con buen corazón y ganas de echar una mano, se acercaron a ayudarlo a sortear los peores tramos de la carretera. Con palas, rastrillos e incluso empujones, lograron que el mae continuara su camino. Una muestra clara de la calidez humana que todavía existe en nuestros pueblos, diay. No todos los días ves eso, ¿eh?
Herrera, visiblemente emocionado, no tardó en expresar su gratitud. “Me gustaría mandarle un mensaje al Gobierno, que por favor arreglen esa calle,” dijo. “Porque esa gente merece algo mejor.” Y tiene toda la razón del mundo. Esa carretera, si estuviera en condiciones dignas, podría convertirse en un imán turístico, mostrando la belleza natural de la zona, que es de otro nivel, créeme.
La ruta 301 atraviesa paisajes espectaculares, con montañas verdes, ríos cristalinos y cascadas escondidas. Pero para llegar a ellas, hay que soportar unos caminos que dan pena ajena. Es como si quisieran esconder la riqueza natural que tienen ahí, cuando deberían estar exhibiéndola orgullosamente. Parece mentira que dejemos pasar estas oportunidades de desarrollo económico y social.
Según expertos en turismo, la inversión en infraestructura vial en zonas rurales como Acosta puede generar un impacto significativo en la economía local, creando empleos y atrayendo visitantes. No es solo una cuestión de comodidad para los viajeros, sino también de impulsar el crecimiento de pequeñas empresas y emprendimientos familiares. Sería como darle aire fresco a la comunidad.
Herrera, que ahora se siente más tico que panameño (según sus propias palabras), ha convertido su experiencia en una campaña para concienciar sobre la necesidad de mejorar la ruta. Ha compartido videos y fotos en redes sociales, mostrando las difíciles condiciones que enfrentó y destacando la amabilidad de los acostenenses. Se ha vuelto una voz importante para defender los derechos de los vecinos de la zona y promover el turismo sostenible.
Ahora bien, después de escuchar la historia de Don Xavier y ver cómo la solidaridad tica brilló en medio de la adversidad, me pregunto: ¿Debería el gobierno priorizar la mejora de carreteras rurales como la 301, aún cuando existen otras prioridades nacionales, o consideras que esos recursos podrían destinarse a otros proyectos considerados de mayor impacto?
Como muchos saben, la ruta 301 entre Acosta y Parrita es un brete, vamos, pura piedra y bache. Un recorrido que debería llevar una horita y pico, se convirtió en cuatro horas y media de sufrimiento para Herrera, quien buscaba llegar a Paso Canoas después de dejar unas cargas en San José. Imagínate el susto, tratando de meter un tráiler de esas dimensiones por senderos que ni siquiera están diseñados para carros pequeños, ¡qué torta!
Pero lo bueno de esta historia es la reacción de la gente de Acosta. Vecinos con buen corazón y ganas de echar una mano, se acercaron a ayudarlo a sortear los peores tramos de la carretera. Con palas, rastrillos e incluso empujones, lograron que el mae continuara su camino. Una muestra clara de la calidez humana que todavía existe en nuestros pueblos, diay. No todos los días ves eso, ¿eh?
Herrera, visiblemente emocionado, no tardó en expresar su gratitud. “Me gustaría mandarle un mensaje al Gobierno, que por favor arreglen esa calle,” dijo. “Porque esa gente merece algo mejor.” Y tiene toda la razón del mundo. Esa carretera, si estuviera en condiciones dignas, podría convertirse en un imán turístico, mostrando la belleza natural de la zona, que es de otro nivel, créeme.
La ruta 301 atraviesa paisajes espectaculares, con montañas verdes, ríos cristalinos y cascadas escondidas. Pero para llegar a ellas, hay que soportar unos caminos que dan pena ajena. Es como si quisieran esconder la riqueza natural que tienen ahí, cuando deberían estar exhibiéndola orgullosamente. Parece mentira que dejemos pasar estas oportunidades de desarrollo económico y social.
Según expertos en turismo, la inversión en infraestructura vial en zonas rurales como Acosta puede generar un impacto significativo en la economía local, creando empleos y atrayendo visitantes. No es solo una cuestión de comodidad para los viajeros, sino también de impulsar el crecimiento de pequeñas empresas y emprendimientos familiares. Sería como darle aire fresco a la comunidad.
Herrera, que ahora se siente más tico que panameño (según sus propias palabras), ha convertido su experiencia en una campaña para concienciar sobre la necesidad de mejorar la ruta. Ha compartido videos y fotos en redes sociales, mostrando las difíciles condiciones que enfrentó y destacando la amabilidad de los acostenenses. Se ha vuelto una voz importante para defender los derechos de los vecinos de la zona y promover el turismo sostenible.
Ahora bien, después de escuchar la historia de Don Xavier y ver cómo la solidaridad tica brilló en medio de la adversidad, me pregunto: ¿Debería el gobierno priorizar la mejora de carreteras rurales como la 301, aún cuando existen otras prioridades nacionales, o consideras que esos recursos podrían destinarse a otros proyectos considerados de mayor impacto?
