¡Ay, Dios mío! Parece que el transporte público en Costa Rica llegó a un punto donde ni Don Chepe lo arregla. El Lanamme, esos profes listos, soltaron un informe que no pinta nada bien: estamos rezagados en cinco áreas clave. Ya saben, como cuando te das cuenta que tu carro necesita una afinada desde diciembre pasado y sigues echándole gasolina esperando milagro.
La cosa es que hicieron mesas redondas, encuestas, hablaron con todos los mandamases del sector – desde Aresep hasta los taxistas – para ver qué onda. Descubrieron que tenemos demasiados jefes metiendo pata en el mismo brete, cada quien haciendo lo suyo sin coordinar. Imaginen un partido de fútbol donde el portero, defensa y delantero se pelean por quién ataja el balón. ¡Desastre!
Y no es solo eso, la infraestructura está hecha puras chinchorros. Aceras que ni pa’ una silla de ruedas, paradas de bus que dan pena ajena, y carriles exclusivos que, aunque los pintaron bonitos, nadie los respeta. Como si fueran decoración. El profe Jaime Allen del Lanamme lo dijo claro: necesitamos buses que vayan rápido, y con el tráfico que hay, ir a 8 kilómetros por hora es andar paseando a las abuelitas. ¡Pa’ qué tanto viaje si llegamos igualitos!
Pero la verdadera torta está en que seguimos concentrando todas las rutas en unas pocas vías. Un ejemplo clarito es la salida hacia Desamparados: ¡parece hormiguero de buses! Todos salen del centro, se arrastran por las mismas calles… parece que vivimos en una época prehistórica con ese sistema radial. Necesitamos ya ponerle fin a esta bronca, sectorizando los buses como debe ser, ¡diay!
Además, ¿dónde quedó la tecnología? Todavía estamos pagando el autobús con billetes y monedas como si estuviéramos en los ’80. Ni siquiera tenemos una app que nos diga cuándo llega el próximo bus. ¿Quién quiere estar ahí parado como un boludo viendo pasar carros? Ya van unos cuantos años desde que implementamos el pago electrónico, pero todavía hay rutas que se quedan atrás. ¡Qué lata!
Y hablando de atraso, extender la vida útil de los buses viejos es como darle aspirina a un paciente con cáncer. No sirve, ¡necesitamos buses nuevos, eléctricos, cómodos! Que tengan piso plano, aire acondicionado, y que no hagan más ruido que una moto. En otros países ya andan volando con esto, nosotros seguimos arrastrándonos con estos relicarios.
Ahora, el Lanamme tiene cuatro propuestas: una autoridad de transporte única, un plan integral, reactivar el tren, y apostarle a la energía eléctrica. Suenan bien en papel, pero a ver si los políticos le entienden. Porque al final, todo depende del compromiso político, como dicen ellos. Ana Luisa Elizondo, la jefa del Pitra, recalcó que esto tiene que trascender lo político, que no sea un proyecto que se tire a la basura con cada cambio de gobierno. Eso sí sería qué sal…
La verdad, la situación es crítica, pero aún podemos darle la vuelta. Paolo Varela de Aresep lo reconoció, así como Carlos Ávila, el viceministro. Más de cien rutas ya fueron abandonadas, y eso preocupa, especialmente en las zonas rurales. Entonces, dime tú, ¿crees que realmente vamos a ver cambios significativos en el transporte público en los próximos años, o seguirá siendo un problema crónico que nos va a seguir atormentando?
La cosa es que hicieron mesas redondas, encuestas, hablaron con todos los mandamases del sector – desde Aresep hasta los taxistas – para ver qué onda. Descubrieron que tenemos demasiados jefes metiendo pata en el mismo brete, cada quien haciendo lo suyo sin coordinar. Imaginen un partido de fútbol donde el portero, defensa y delantero se pelean por quién ataja el balón. ¡Desastre!
Y no es solo eso, la infraestructura está hecha puras chinchorros. Aceras que ni pa’ una silla de ruedas, paradas de bus que dan pena ajena, y carriles exclusivos que, aunque los pintaron bonitos, nadie los respeta. Como si fueran decoración. El profe Jaime Allen del Lanamme lo dijo claro: necesitamos buses que vayan rápido, y con el tráfico que hay, ir a 8 kilómetros por hora es andar paseando a las abuelitas. ¡Pa’ qué tanto viaje si llegamos igualitos!
Pero la verdadera torta está en que seguimos concentrando todas las rutas en unas pocas vías. Un ejemplo clarito es la salida hacia Desamparados: ¡parece hormiguero de buses! Todos salen del centro, se arrastran por las mismas calles… parece que vivimos en una época prehistórica con ese sistema radial. Necesitamos ya ponerle fin a esta bronca, sectorizando los buses como debe ser, ¡diay!
Además, ¿dónde quedó la tecnología? Todavía estamos pagando el autobús con billetes y monedas como si estuviéramos en los ’80. Ni siquiera tenemos una app que nos diga cuándo llega el próximo bus. ¿Quién quiere estar ahí parado como un boludo viendo pasar carros? Ya van unos cuantos años desde que implementamos el pago electrónico, pero todavía hay rutas que se quedan atrás. ¡Qué lata!
Y hablando de atraso, extender la vida útil de los buses viejos es como darle aspirina a un paciente con cáncer. No sirve, ¡necesitamos buses nuevos, eléctricos, cómodos! Que tengan piso plano, aire acondicionado, y que no hagan más ruido que una moto. En otros países ya andan volando con esto, nosotros seguimos arrastrándonos con estos relicarios.
Ahora, el Lanamme tiene cuatro propuestas: una autoridad de transporte única, un plan integral, reactivar el tren, y apostarle a la energía eléctrica. Suenan bien en papel, pero a ver si los políticos le entienden. Porque al final, todo depende del compromiso político, como dicen ellos. Ana Luisa Elizondo, la jefa del Pitra, recalcó que esto tiene que trascender lo político, que no sea un proyecto que se tire a la basura con cada cambio de gobierno. Eso sí sería qué sal…
La verdad, la situación es crítica, pero aún podemos darle la vuelta. Paolo Varela de Aresep lo reconoció, así como Carlos Ávila, el viceministro. Más de cien rutas ya fueron abandonadas, y eso preocupa, especialmente en las zonas rurales. Entonces, dime tú, ¿crees que realmente vamos a ver cambios significativos en el transporte público en los próximos años, o seguirá siendo un problema crónico que nos va a seguir atormentando?
