¡Ay, Dios mío! Ya saben cómo es esto, uno anda ahí pensando en la vida, en el brete diario, y de repente te llega una foto así, pa' recordarte las cosas sencillas, ¿verdad? Andrés Soto Montoya le dio en el clavo con este atardecer en casa de la abuela. Una postal pura de Costa Rica, una pincelada de esos momentos que te calan hondo.
La foto, que circuló rapidito en redes sociales, muestra un atardecer que parece sacado de un cuadro. Pero no, mae, es real, ¡bien real! Racimos de mangos colgando de un árbol, bañados en esa luz dorada que solo vemos acá, en nuestro terruño. Me recordó a mis propias abuelitas, a esas tardes de verano, correteando por el patio buscando un mango bien maduro.
Imagínate la escena: el olorcito del mango madurando, el canto de los pajaritos, la brisa fresca… Todo eso encapsulado en una sola imagen. No es solamente una foto bonita, es un pedacito de nuestra cultura, de nuestras raíces. Nos recuerda de dónde venimos, ese sentido de pertenencia que tanto valoramos los ticos, diay, es importante tenerlo.
Y es que, a veces, nos complicamos demasiado con tantas cosas, con el estrés del trabajo, con las preocupaciones económicas… Olvidamos apreciar estas pequeñas maravillas que tenemos a la vuelta de la esquina. Un atardecer, una fruta fresca, la compañía de la familia... Cosas simples que hacen la vida más rica, ¿me entienden?
Ahora, claro, algunos dirán que es una foto cualquiera, que hay mejores paisajes por ahí. Pero yo digo que precisamente ahí radica su magia. No necesita ser un volcán humeante ni una cascada impresionante. Es un atardecer cotidiano, en casa de una abuelita, con mangos colgados. Representa la belleza simple, auténtica, de nuestra tierra. Es el tipo de imagen que te hace sentir orgulloso de ser tico, sin lugar a dudas.
En tiempos donde todo va tan rápido, donde las noticias malas dominan las pantallas, es bueno detenerse un momento y apreciar estas pequeñas alegrías. Este atardecer nos regala una dosis de nostalgia sana, nos conecta con nuestros recuerdos más bonitos y nos invita a valorar lo que realmente importa. ¡Que le entramos a valorar estas cosas!
Soto Montoya, con esta captura, nos ha regalado un espejo de nuestra propia esencia. Nos ha mostrado la riqueza que reside en lo sencillo, en lo familiar, en lo nuestro. Es una imagen que transmite paz, alegría y esperanza. ¡Qué tuanis, puro trabajo de mae! Además, pone en relieve la importancia de apoyar a los artistas locales, aquellos que documentan nuestra realidad con talento y pasión.
Así que, compañeros, cuéntenme, ¿qué recuerdo les trae esta foto? ¿Cuál es el atardecer que más recuerdan de la casa de la abuela? ¿O tal vez tienen alguna otra foto que capture la magia de nuestra tierra que quieran compartir con nosotros en el foro? ¡Anímense a contar sus experiencias!
La foto, que circuló rapidito en redes sociales, muestra un atardecer que parece sacado de un cuadro. Pero no, mae, es real, ¡bien real! Racimos de mangos colgando de un árbol, bañados en esa luz dorada que solo vemos acá, en nuestro terruño. Me recordó a mis propias abuelitas, a esas tardes de verano, correteando por el patio buscando un mango bien maduro.
Imagínate la escena: el olorcito del mango madurando, el canto de los pajaritos, la brisa fresca… Todo eso encapsulado en una sola imagen. No es solamente una foto bonita, es un pedacito de nuestra cultura, de nuestras raíces. Nos recuerda de dónde venimos, ese sentido de pertenencia que tanto valoramos los ticos, diay, es importante tenerlo.
Y es que, a veces, nos complicamos demasiado con tantas cosas, con el estrés del trabajo, con las preocupaciones económicas… Olvidamos apreciar estas pequeñas maravillas que tenemos a la vuelta de la esquina. Un atardecer, una fruta fresca, la compañía de la familia... Cosas simples que hacen la vida más rica, ¿me entienden?
Ahora, claro, algunos dirán que es una foto cualquiera, que hay mejores paisajes por ahí. Pero yo digo que precisamente ahí radica su magia. No necesita ser un volcán humeante ni una cascada impresionante. Es un atardecer cotidiano, en casa de una abuelita, con mangos colgados. Representa la belleza simple, auténtica, de nuestra tierra. Es el tipo de imagen que te hace sentir orgulloso de ser tico, sin lugar a dudas.
En tiempos donde todo va tan rápido, donde las noticias malas dominan las pantallas, es bueno detenerse un momento y apreciar estas pequeñas alegrías. Este atardecer nos regala una dosis de nostalgia sana, nos conecta con nuestros recuerdos más bonitos y nos invita a valorar lo que realmente importa. ¡Que le entramos a valorar estas cosas!
Soto Montoya, con esta captura, nos ha regalado un espejo de nuestra propia esencia. Nos ha mostrado la riqueza que reside en lo sencillo, en lo familiar, en lo nuestro. Es una imagen que transmite paz, alegría y esperanza. ¡Qué tuanis, puro trabajo de mae! Además, pone en relieve la importancia de apoyar a los artistas locales, aquellos que documentan nuestra realidad con talento y pasión.
Así que, compañeros, cuéntenme, ¿qué recuerdo les trae esta foto? ¿Cuál es el atardecer que más recuerdan de la casa de la abuela? ¿O tal vez tienen alguna otra foto que capture la magia de nuestra tierra que quieran compartir con nosotros en el foro? ¡Anímense a contar sus experiencias!
