Once de los 12 británicos a los que se usurpó su identidad han recibido pasaportes biométricos, más difíciles de falsificar, según explicó Miliband en su intervención en los Comunes.
El jefe de la diplomacia británica, que se mostró muy duro en las formas, explicó que "para alertar a otros nacionales británicos del riesgo de que sus pasaportes sean utilizados de la misma manera, he modificado nuestros consejos de viaje a Israel para dejar claro el riesgo potencial y explicar los pasos que han de dar para minimizar ese riesgo". "El Gobierno se toma este asunto muy en serio. El mal uso de pasaportes británicos es intolerable. Supone un peligro para la seguridad de los ciudadanos británicos en la región. Y representa también un profundo atropello a la soberanía de Reino Unido", dijo.
"El hecho de que lo haya hecho un país amigo, con importantes vínculos diplomáticos, culturales, económicos y personales con Reino Unido no hace más que añadir insulto a la injuria. Ningún país o Gobierno puede permanecer impasible en esa situación", añadió.
Pero dejó claro que Londres no quiere ir más allá del gesto de la expulsión, muy significativo en términos diplomáticos pero meramente simbólico, al subrayar la importancia de la cooperación y el "diálogo estratégico" con Israel