¡Ay, Dios mío! Aquí estamos otra vez, lidiando con temas de presupuesto que parecen sacados de una novela de Luis Fernando Vera. Resulta que la Contraloría General, con Marta Acosta al frente, encendió las alarmas porque el proyecto de presupuesto para el 2026 tiene más huecos que colador chino. Se habla de ¢12,8 billones, pero parece que le faltan cositas, y eso, mis queridos, nos puede salir caro.
La jefa de la Contraloría soltó la bomba durante una visita a los diputados de Hacienda, explicando que el proyecto no cuadra ni a ojo cerrados. Según ella, esto resta confianza y subestima lo que realmente vamos a tener al final del año. Uno piensa: '¿Otra vez la misma película?' Pero bueno, toca analizarlo con calma y ver qué onda, porque los números nunca mienten, diay.
Y fíjate que los faltantes no son chiquitos precisamente. A la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) le restaron casi medio billón – ¡¢452.165 millones!, para que te hagas una idea! Imagínate el batacazo que le pueden dar a la salud pública si no tienen esos recursos. Además, al Ministerio de Trabajo le faltan unos ¢25 mil millones para pagar pensiones y aguinaldos; ¡qué bronca! Así, difícil que los jubilados puedan echarse unas buenas vacaciones.
Pero no es solo eso, ¡hay más! El Seguro de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) también quedó corto, con ¢17.166 millones menos de lo que necesita la CCSS. Y el Régimen No Contributivo (RNC) se lleva la peor parte, faltando ¢55.376 millones. Esto significa que hay gente que podría quedarse sin la ayuda que necesita, y ahí sí que nos queda feo el asunto. Ya saben, la cartera apreta y la esperanza muere.
Lo más preocupante, además, es que encontraron debilidades en cómo se manejan los fondos públicos. Un buen porcentaje de los gastos que salen del Fondo de Desarrollo Social y Asignaciones Familiares (FODESAF) no aparecen en sus partidas correspondientes. Es decir, ¡parece que hay dinero circulando sin que nadie sepa bien dónde va! Eso, mis amigos, es un caldo de cultivo perfecto para la corrupción, y no podemos permitirlo, ni poquito ni mucho. Esto afecta a unos ¢142.000 millones repartidos entre varias partidas, lo que dificulta rastrear cómo se gasta el dinero.
Para entenderlo mejor, el SIGAF, que es el sistema que debería controlar todo esto, no da la información necesaria para saber si el dinero está llegando a donde debe. Parece que alguien anda jugando a las escondidas con nuestras finanzas públicas. Esto nos recuerda a las viejas costumbres, donde los dineros desaparecían sin dejar rastro... ¡Qué torta!
Ahora, algunos argumentarán que esto es normal, que siempre pasa así, y que los gobiernos hacen lo que pueden con lo que tienen. Pero la verdad es que ya estamos cansados de escuchar excusas. Necesitamos que los responsables hagan bien su trabajo y que rindan cuentas por cada centavo que gastan. Porque al final del día, somos nosotros los que pagamos la factura, y no queremos seguir viendo cómo nuestro esfuerzo se va por el caño.
Con todo este panorama, uno no sabe qué pensar. ¿Será que podremos salir adelante con este presupuesto tan tambaleante? ¿Lograrán los diputados hacerle los ajustes necesarios a tiempo? O, siendo sinceros, ¿esto es solo el comienzo de otro año lleno de sobresaltos económicos? Dime tú, ¿crees que el Gobierno logrará corregir estas deficiencias antes de aprobar el presupuesto, o seguiremos arrastrando problemas financieros en 2026?
La jefa de la Contraloría soltó la bomba durante una visita a los diputados de Hacienda, explicando que el proyecto no cuadra ni a ojo cerrados. Según ella, esto resta confianza y subestima lo que realmente vamos a tener al final del año. Uno piensa: '¿Otra vez la misma película?' Pero bueno, toca analizarlo con calma y ver qué onda, porque los números nunca mienten, diay.
Y fíjate que los faltantes no son chiquitos precisamente. A la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) le restaron casi medio billón – ¡¢452.165 millones!, para que te hagas una idea! Imagínate el batacazo que le pueden dar a la salud pública si no tienen esos recursos. Además, al Ministerio de Trabajo le faltan unos ¢25 mil millones para pagar pensiones y aguinaldos; ¡qué bronca! Así, difícil que los jubilados puedan echarse unas buenas vacaciones.
Pero no es solo eso, ¡hay más! El Seguro de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) también quedó corto, con ¢17.166 millones menos de lo que necesita la CCSS. Y el Régimen No Contributivo (RNC) se lleva la peor parte, faltando ¢55.376 millones. Esto significa que hay gente que podría quedarse sin la ayuda que necesita, y ahí sí que nos queda feo el asunto. Ya saben, la cartera apreta y la esperanza muere.
Lo más preocupante, además, es que encontraron debilidades en cómo se manejan los fondos públicos. Un buen porcentaje de los gastos que salen del Fondo de Desarrollo Social y Asignaciones Familiares (FODESAF) no aparecen en sus partidas correspondientes. Es decir, ¡parece que hay dinero circulando sin que nadie sepa bien dónde va! Eso, mis amigos, es un caldo de cultivo perfecto para la corrupción, y no podemos permitirlo, ni poquito ni mucho. Esto afecta a unos ¢142.000 millones repartidos entre varias partidas, lo que dificulta rastrear cómo se gasta el dinero.
Para entenderlo mejor, el SIGAF, que es el sistema que debería controlar todo esto, no da la información necesaria para saber si el dinero está llegando a donde debe. Parece que alguien anda jugando a las escondidas con nuestras finanzas públicas. Esto nos recuerda a las viejas costumbres, donde los dineros desaparecían sin dejar rastro... ¡Qué torta!
Ahora, algunos argumentarán que esto es normal, que siempre pasa así, y que los gobiernos hacen lo que pueden con lo que tienen. Pero la verdad es que ya estamos cansados de escuchar excusas. Necesitamos que los responsables hagan bien su trabajo y que rindan cuentas por cada centavo que gastan. Porque al final del día, somos nosotros los que pagamos la factura, y no queremos seguir viendo cómo nuestro esfuerzo se va por el caño.
Con todo este panorama, uno no sabe qué pensar. ¿Será que podremos salir adelante con este presupuesto tan tambaleante? ¿Lograrán los diputados hacerle los ajustes necesarios a tiempo? O, siendo sinceros, ¿esto es solo el comienzo de otro año lleno de sobresaltos económicos? Dime tú, ¿crees que el Gobierno logrará corregir estas deficiencias antes de aprobar el presupuesto, o seguiremos arrastrando problemas financieros en 2026?
