¡Ay, Dios mío! Aquí estamos otra vez, rayando los dientes para el marchamo. Resulta que el Instituto Nacional de Seguros (INS), con toda su calma, nos soltó la bomba: los accidentes de tránsito siguen escalando y eso, pa’ qué les diga, recae directo en nuestros bolsillos. De verdad, parece que el volante se le olvidó a mucha gente por ahí.
Según datos oficiales del INS, este año ya vamos con 102 fallecidos en carreteras respaldados por el Seguro Obligatorio Automotor (SOA). Comparémoslo con el año pasado, que ya era feisima vara, pero ahora… ¡ufff! Ahí murieron 76 personas. Eso sí duele, pura vida. No hay número que justifique quitarle la vida a nadie en un percance así. Y encima, la bronca va creciendo porque el SOA sirve para echarle un hombro a las familias afectadas, aunque sea un poquito de consuelo.
Hablamos de unos ¢612 millones en indemnizaciones que ha tenido que desembolsar el INS hasta ahora por estos casos. Imagínate el brete que esto le da al instituto. ¡Una torta! Además, no solo van esas muertes. Sumemos que hubo 30.117 accidentes y más de 33.000 lesionados, un buen 14% más que el año anterior. Parece mentira, pero cada día que pasa la cosa se pone peor en las rutas. Y yo que me creí que los cursos de manejo estaban haciendo efecto...
Para aquellos que no estén familiarizados – ¿dónde vivían? – el SOA es parte del marchamo, esa cuota anual que pagamos todos los carros. La idea es buena: proteger económicamente a los familiares de las víctimas si alguien muere en un choque. Pero, claro, el precio tiene un techo: ¢6 millones. A veces siento que ni para empezar a cubrir gastos alcanza, diay. Por eso es tan importante conducir con conciencia y respetar las leyes de tránsito, aunque algunos parezcan hechas pa' romperlas.
Y ahora viene la repercusión directa para nosotros, los conductores. Con tantos accidentes, el costo del SOA inevitablemente sube. La Superintendencia General de Seguros (Sugese) ya avisó: para el 2026, las primas crecerán un promedio de 10.15%. ¡Eso es un buen pedazo de dinero extra que tendremos que rascar! Y no piensen que es culpa exclusiva del INS; la responsabilidad es compartida entre conductores, peatones y las autoridades de tráfico. Todos tenemos que poner de nuestra parte.
Ahora bien, ¿qué significa esto realmente? Significa que el bolsillo de muchos se verá afectado. Significa que quizás tengamos que apretar un poquito más el cinturón. Significa que urge revisar nuestras costumbres al volante. Yo creo que necesitamos una campaña masiva de concientización, algo que haga reflexionar a la gente sobre las consecuencias de sus actos detrás del timón. Porque, seamos honestos, algunos manejan como si estuvieran jugando Mario Kart, ¡sin pensar en la vida ajena!
Algunos dirán que las autoridades deberían hacer más, que la supervisión es floja, que las multas no dan miedo. Y tal vez tengan razón. Pero también es cierto que cada uno de nosotros podemos cambiar la situación. Podemos empezar por conducir con precaución, respetar los límites de velocidad, no ir distraídos con el celular, y siempre ponernos el cinturón, aunque sea para el viaje más corto. Pequeñas acciones que pueden salvar vidas. Y ojo, que hablar de esto me recuerda a mi primo Juan, que se chocó el chunche tratando de contestarle a su novia por WhatsApp... ¡Qué tremenda torta!
Con este panorama, me pregunto: ¿Creés que las campañas actuales de seguridad vial están llegando al corazón de la gente, o deberíamos buscar estrategias más innovadoras y contundentes para evitar que estas tragedias sigan ocurriendo en nuestras carreteras?
Según datos oficiales del INS, este año ya vamos con 102 fallecidos en carreteras respaldados por el Seguro Obligatorio Automotor (SOA). Comparémoslo con el año pasado, que ya era feisima vara, pero ahora… ¡ufff! Ahí murieron 76 personas. Eso sí duele, pura vida. No hay número que justifique quitarle la vida a nadie en un percance así. Y encima, la bronca va creciendo porque el SOA sirve para echarle un hombro a las familias afectadas, aunque sea un poquito de consuelo.
Hablamos de unos ¢612 millones en indemnizaciones que ha tenido que desembolsar el INS hasta ahora por estos casos. Imagínate el brete que esto le da al instituto. ¡Una torta! Además, no solo van esas muertes. Sumemos que hubo 30.117 accidentes y más de 33.000 lesionados, un buen 14% más que el año anterior. Parece mentira, pero cada día que pasa la cosa se pone peor en las rutas. Y yo que me creí que los cursos de manejo estaban haciendo efecto...
Para aquellos que no estén familiarizados – ¿dónde vivían? – el SOA es parte del marchamo, esa cuota anual que pagamos todos los carros. La idea es buena: proteger económicamente a los familiares de las víctimas si alguien muere en un choque. Pero, claro, el precio tiene un techo: ¢6 millones. A veces siento que ni para empezar a cubrir gastos alcanza, diay. Por eso es tan importante conducir con conciencia y respetar las leyes de tránsito, aunque algunos parezcan hechas pa' romperlas.
Y ahora viene la repercusión directa para nosotros, los conductores. Con tantos accidentes, el costo del SOA inevitablemente sube. La Superintendencia General de Seguros (Sugese) ya avisó: para el 2026, las primas crecerán un promedio de 10.15%. ¡Eso es un buen pedazo de dinero extra que tendremos que rascar! Y no piensen que es culpa exclusiva del INS; la responsabilidad es compartida entre conductores, peatones y las autoridades de tráfico. Todos tenemos que poner de nuestra parte.
Ahora bien, ¿qué significa esto realmente? Significa que el bolsillo de muchos se verá afectado. Significa que quizás tengamos que apretar un poquito más el cinturón. Significa que urge revisar nuestras costumbres al volante. Yo creo que necesitamos una campaña masiva de concientización, algo que haga reflexionar a la gente sobre las consecuencias de sus actos detrás del timón. Porque, seamos honestos, algunos manejan como si estuvieran jugando Mario Kart, ¡sin pensar en la vida ajena!
Algunos dirán que las autoridades deberían hacer más, que la supervisión es floja, que las multas no dan miedo. Y tal vez tengan razón. Pero también es cierto que cada uno de nosotros podemos cambiar la situación. Podemos empezar por conducir con precaución, respetar los límites de velocidad, no ir distraídos con el celular, y siempre ponernos el cinturón, aunque sea para el viaje más corto. Pequeñas acciones que pueden salvar vidas. Y ojo, que hablar de esto me recuerda a mi primo Juan, que se chocó el chunche tratando de contestarle a su novia por WhatsApp... ¡Qué tremenda torta!
Con este panorama, me pregunto: ¿Creés que las campañas actuales de seguridad vial están llegando al corazón de la gente, o deberíamos buscar estrategias más innovadoras y contundentes para evitar que estas tragedias sigan ocurriendo en nuestras carreteras?