Ay, mi gente, estamos casi en diciembre y ya siento el ambiente cargado... no solo de piñatas y guirrales, sino también de pura pereza acumulada. Sí, señores, llegó el momento de enfrentarnos a la verdad: entre cena familiar y reunión de trabajo, nos convertimos en patatas pegadas al sofá. Pero no desesperemos, que todavía hay tiempo de darle un meneo a esas manubrios y entrarle con actitud al mes de las fiestas.
La cosa pinta fea si le damos rienda suelta a todo. Según dicen los números de la CCSS, la mayoría de nosotros ya andamos cortos de actividad física de por vida, y en diciembre, con toda la comida rica y las excusas fáciles, la cosa se agrava. Imaginen, seis de cada diez tranquilos como estatuas, cuando deberíamos estar moviéndonos más que cangrejos en marea alta. Eso sí que es un despiche, diay.
Y no me vengan con que “es que es Navidad y hay que relajarse”. Claro que hay que relajarse, pero no a costa de nuestra salud. Como dice la licenciada Priscilla Mora, de LAICA, no tenemos que elegir entre comer rico y cuidarnos. Se puede hacer ambas cosas, equilibráramos un poquito la balanza. Que nadie piense que comiendo solo ensalada vamos a disfrutar de las fiestas, ni que haciendo ejercicio hasta morir nos vamos a sentir bien. Hay que encontrar el punto medio, chunchecito a poco.
Lo primero, amigas y amigos, es entender que estas fechas no significan que tengamos que tirar todo por la borda. No se trata de ponernos a dieta extrema ni de ir al gimnasio a hacernos tortura. Pequeños cambios, esos son los que cuentan. Después de comer, levántese y camine un ratito, aunque sea alrededor de la block. Estírense durante la reunión familiar, pónganse a bailar mientras cocinan la cena, jueguen fútbol con los primos… cualquier cosita sirve para romper con el sedentarismo.
Porque, miren, si se les complica salir de casa, hasta ahí podemos meterle. Hay apps que miden cuántos pasos damos, videos de ejercicios en YouTube… Incluso poner música a todo volumen y mover el esqueleto en la sala cuenta. Lo importante es recordar que la nutrición y la salud no dependen solo de un mes. Es algo que construimos día a día, año tras año. Una buena vara es mantener esos hábitos a largo plazo, no solo en diciembre.
Además, diciembre puede ser el puntapié inicial para nuevos hábitos saludables. Dejémonos de excusas y aprovechemos estos días para reconectarnos con nuestro cuerpo y nuestras emociones. Nada de grandes cambios drásticos, solo pequeños pasos. Levantar la silla cada hora, subir las escaleras en lugar de tomar el ascensor, ir caminando al supermercado… Pequeñas acciones que, sumadas, hacen la diferencia. De pronto, resulta que descubrimos que movernos también es celebrar, ¡qué tuanis!
Y hablando de celebrar, no se olviden de la campaña “Muévelo” de LAICA. Esta iniciativa busca inspirarnos a transformar diciembre en un mes de conexión con nosotros mismos, de alegría y bienestar. Nos recuerdan que moverse no solo es saludable, sino también una forma de vivir cada instante plenamente. Así que, vamos a sacudirlo todo: el cuerpo, las emociones y las ganas de vivir bien. Porque, díganme ustedes, ¿quién quiere empezar el año nuevo sintiéndose como una torta?
Ahora les pregunto a ustedes, mi gente: ¿Cuál es el cambio más pequeño y realista que podrían incorporar a su rutina diaria este diciembre para combatir el sedentarismo y disfrutar de las fiestas de manera más saludable? Déjenme sus ideas en los comentarios, ¡quiero saber qué van a hacer para moverlos todo este diciembre!
La cosa pinta fea si le damos rienda suelta a todo. Según dicen los números de la CCSS, la mayoría de nosotros ya andamos cortos de actividad física de por vida, y en diciembre, con toda la comida rica y las excusas fáciles, la cosa se agrava. Imaginen, seis de cada diez tranquilos como estatuas, cuando deberíamos estar moviéndonos más que cangrejos en marea alta. Eso sí que es un despiche, diay.
Y no me vengan con que “es que es Navidad y hay que relajarse”. Claro que hay que relajarse, pero no a costa de nuestra salud. Como dice la licenciada Priscilla Mora, de LAICA, no tenemos que elegir entre comer rico y cuidarnos. Se puede hacer ambas cosas, equilibráramos un poquito la balanza. Que nadie piense que comiendo solo ensalada vamos a disfrutar de las fiestas, ni que haciendo ejercicio hasta morir nos vamos a sentir bien. Hay que encontrar el punto medio, chunchecito a poco.
Lo primero, amigas y amigos, es entender que estas fechas no significan que tengamos que tirar todo por la borda. No se trata de ponernos a dieta extrema ni de ir al gimnasio a hacernos tortura. Pequeños cambios, esos son los que cuentan. Después de comer, levántese y camine un ratito, aunque sea alrededor de la block. Estírense durante la reunión familiar, pónganse a bailar mientras cocinan la cena, jueguen fútbol con los primos… cualquier cosita sirve para romper con el sedentarismo.
Porque, miren, si se les complica salir de casa, hasta ahí podemos meterle. Hay apps que miden cuántos pasos damos, videos de ejercicios en YouTube… Incluso poner música a todo volumen y mover el esqueleto en la sala cuenta. Lo importante es recordar que la nutrición y la salud no dependen solo de un mes. Es algo que construimos día a día, año tras año. Una buena vara es mantener esos hábitos a largo plazo, no solo en diciembre.
Además, diciembre puede ser el puntapié inicial para nuevos hábitos saludables. Dejémonos de excusas y aprovechemos estos días para reconectarnos con nuestro cuerpo y nuestras emociones. Nada de grandes cambios drásticos, solo pequeños pasos. Levantar la silla cada hora, subir las escaleras en lugar de tomar el ascensor, ir caminando al supermercado… Pequeñas acciones que, sumadas, hacen la diferencia. De pronto, resulta que descubrimos que movernos también es celebrar, ¡qué tuanis!
Y hablando de celebrar, no se olviden de la campaña “Muévelo” de LAICA. Esta iniciativa busca inspirarnos a transformar diciembre en un mes de conexión con nosotros mismos, de alegría y bienestar. Nos recuerdan que moverse no solo es saludable, sino también una forma de vivir cada instante plenamente. Así que, vamos a sacudirlo todo: el cuerpo, las emociones y las ganas de vivir bien. Porque, díganme ustedes, ¿quién quiere empezar el año nuevo sintiéndose como una torta?
Ahora les pregunto a ustedes, mi gente: ¿Cuál es el cambio más pequeño y realista que podrían incorporar a su rutina diaria este diciembre para combatir el sedentarismo y disfrutar de las fiestas de manera más saludable? Déjenme sus ideas en los comentarios, ¡quiero saber qué van a hacer para moverlos todo este diciembre!