¡Pero qué vaina, raza! Resulta que el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) está sacando pecho con una cifra que te deja boquiabierto: estamos perdiendo más de la mitad del agua que producimos. Sí, ¡más de la mitad! Como si estuviéramos tirando billetes al río, diay.
Y ni hablar de que estamos justo en el ojo del huracán de la temporada seca, con los turistas llegando a raudales a Guanacaste y Puntarenas. Imagínate el brete, la demanda se dispara y las fuentes empiezan a secarse. El AyA, desesperado, tuvo que sacar un plan de emergencia que incluye pedirnos un favorcito: ahorrar agua a morir.
Ahora, entiendo que muchos van a pensar: "¡Eso es problema del AyA, no mío!". Pero la verdad es que la situación es grave. De cada cien litros de agua que producen, unos cincuenta y seis no llegan a nuestra factura. ¡Es una torta monumental! Y de esos litros perdidos, casi dos tercios se escapan por tubos viejos y goteros, es decir, infraestructura que debería estar renovándose desde hace años.
Para que se hagan una idea, el problema no es tanto el consumo humano. Sí, necesitamos ser más conscientes, pero el verdadero enemigo es la red de distribución, que está hecha cosquillas. Las conexiones clandestinas y los problemas con los medidores tampoco ayudan, claro, pero el arreglo principal está en cambiar esas tuberías que parecen tener más años que mi abu.
Así que, ¿qué quieren que hagamos los mortales? Pues, según el AyA, lo primero es ducharnos rápido, cerrar el grifo al lavarnos el pelo, y decirle adiós a la manguera para lavar el carro o la tabla de surf. ¡Hasta nos piden que reutilicemos las toallas y sábanas en los hoteles! Que pa' algunos eso es de rico, pero ahora parece que es un acto patriótico, ¿me entienden?
Vamos a ser honestos, pedirle al turista que deje de disfrutar de una ducha larga mientras la institución no soluciona el problema de fondo es un curita para una herida profunda. Necesitamos inversión urgente en infraestructura, porque si seguimos así, vamos a terminar viviendo en un desierto, con el agua racionada y discutiendo por cada gota. Y eso, mis amigos, no es Pura Vida.
Esto, además, tiene consecuencias sociales serias. Las comunidades locales son las primeras en sufrir los cortes de agua cuando el caudal no alcanza para todos. Entonces, mientras los hoteles siguen funcionando al máximo, los vecinos tienen que lidiar con el vacío en las llaves. ¿Dónde quedó la justicia social en todo esto, eh? Esto me da mucha pena, como cuando se cae la gallina del vecino.
En fin, el llamado del AyA es importante, pero la solución a largo plazo pasa por una inversión seria y compromiso político. Así que, cuenten conmigo para hacer mi parte, pero espero que nuestros gobernantes también pongan manos a la obra. Ahora les pregunto, ¿ustedes creen que las medidas individuales pueden realmente hacer la diferencia o necesitamos una reforma radical en el sistema de distribución de agua en Costa Rica?
Y ni hablar de que estamos justo en el ojo del huracán de la temporada seca, con los turistas llegando a raudales a Guanacaste y Puntarenas. Imagínate el brete, la demanda se dispara y las fuentes empiezan a secarse. El AyA, desesperado, tuvo que sacar un plan de emergencia que incluye pedirnos un favorcito: ahorrar agua a morir.
Ahora, entiendo que muchos van a pensar: "¡Eso es problema del AyA, no mío!". Pero la verdad es que la situación es grave. De cada cien litros de agua que producen, unos cincuenta y seis no llegan a nuestra factura. ¡Es una torta monumental! Y de esos litros perdidos, casi dos tercios se escapan por tubos viejos y goteros, es decir, infraestructura que debería estar renovándose desde hace años.
Para que se hagan una idea, el problema no es tanto el consumo humano. Sí, necesitamos ser más conscientes, pero el verdadero enemigo es la red de distribución, que está hecha cosquillas. Las conexiones clandestinas y los problemas con los medidores tampoco ayudan, claro, pero el arreglo principal está en cambiar esas tuberías que parecen tener más años que mi abu.
Así que, ¿qué quieren que hagamos los mortales? Pues, según el AyA, lo primero es ducharnos rápido, cerrar el grifo al lavarnos el pelo, y decirle adiós a la manguera para lavar el carro o la tabla de surf. ¡Hasta nos piden que reutilicemos las toallas y sábanas en los hoteles! Que pa' algunos eso es de rico, pero ahora parece que es un acto patriótico, ¿me entienden?
Vamos a ser honestos, pedirle al turista que deje de disfrutar de una ducha larga mientras la institución no soluciona el problema de fondo es un curita para una herida profunda. Necesitamos inversión urgente en infraestructura, porque si seguimos así, vamos a terminar viviendo en un desierto, con el agua racionada y discutiendo por cada gota. Y eso, mis amigos, no es Pura Vida.
Esto, además, tiene consecuencias sociales serias. Las comunidades locales son las primeras en sufrir los cortes de agua cuando el caudal no alcanza para todos. Entonces, mientras los hoteles siguen funcionando al máximo, los vecinos tienen que lidiar con el vacío en las llaves. ¿Dónde quedó la justicia social en todo esto, eh? Esto me da mucha pena, como cuando se cae la gallina del vecino.
En fin, el llamado del AyA es importante, pero la solución a largo plazo pasa por una inversión seria y compromiso político. Así que, cuenten conmigo para hacer mi parte, pero espero que nuestros gobernantes también pongan manos a la obra. Ahora les pregunto, ¿ustedes creen que las medidas individuales pueden realmente hacer la diferencia o necesitamos una reforma radical en el sistema de distribución de agua en Costa Rica?