Bueno, pues llegó el día, pura verdad, mi gente. Fitch Ratings, esos gringos que andan dando números, nos soltaron la bomba. Sí, mantienen nuestra nota de deuda en ‘BB’ con ‘perspectiva positiva’, lo cual suena lindo en teoría, pero entre líneas te están diciendo que estamos apriándole el jugo a la naranja. Con la inflación negativa desde mayo y un -0,4% en noviembre, la cosa está más que fea, chunches.
Para ponerle pausa al café, resulta que la inflación promedio que esperan para el 2026 es apenas un 0,3%, ridículo si le comparamos al rango meta del Banco Central. ¡Un cero coma tres! Esto, mis panas, no pinta bien para nadie. Imagínense, los salarios ni siquiera se mueven al ritmo de los precios, las empresas no invierten porque no saben qué esperar y la billetera del tico va directo al fondo del pozo. Una verdadera torta, diay.
Y no crean que esto es solo un resfriado pasajero. La inflación negativa, además de enfriar la economía, crea un círculo vicioso. Si las cosas se ponen más baratas, la gente espera aún más barato y retrasa sus compras, generando menor demanda y aún más estancamiento. Un brete pa’l mae, vamos.
Pero no todo está perdido, aunque parezca que nos fuimos al traste. Según Fitch, tenemos algunas fortalezas, como nuestro ingreso per cápita relativamente alto, un manejo fiscal que va mejorando poco a poco y una posición internacional que se mantiene firme. Pero ahí viene el “pero”, claro. Tenemos un gasto público tan rígido como palo de cedazo – salarios, pensiones, deuda... –, y un ambiente político tan complicado que aprobar cualquier reforma parece misión imposible. ¡Qué carga!
El gobierno ha logrado algunos superávits primarios, sí, pero el pago de intereses de la deuda se come gran parte del presupuesto. Estamos gastando más en pagar viejas deudas que en invertir en el futuro del país. Eso, mis amigos, es como intentar llenar un balde lleno de agujeros. Necesitamos urgentemente encontrar una solución, o el próximo aguacero nos va a arrastrar todos juntos.
Y hablando de incertidumbres globales, la cosa no pinta fácil allá afuera tampoco. Las guerras, la inflación en otros países, los aranceles de Estados Unidos… todo eso afecta nuestra economía, que depende tanto de las exportaciones y del turismo. A pesar de todo, el crecimiento del PIB sigue siendo prometedor: 4,1% en 2025 y luego bajar a 3,5% en 2026 y 2027. Seamos optimistas, pero con cautela, porque no queremos llevarnos una sorpresa desagradable.
Tenemos que reconocer que la posición externa de Costa Rica es bastante sólida, gracias a las zonas francas y a la acumulación de reservas internacionales que suman unos $16.000 millones. Ese es un colchón importante, pero no podemos vivir siempre de eso. Hay que buscar formas de diversificar la economía, fomentar la innovación y crear empleos dignos para todos los costarricenses. Porque, seamos sinceros, todavía hay demasiada gente batallando para llegar a fin de mes, y eso no es justo.
Así que, después de este panorama general, me pregunto: ¿Creemos que el gobierno actual está tomando las medidas correctas para enfrentar esta situación económica complicada, o necesitamos un cambio radical en la forma en que gestionamos nuestras finanzas y promovemos el desarrollo del país? ¡Déjenme saber sus opiniones en los comentarios, mi gente!
Para ponerle pausa al café, resulta que la inflación promedio que esperan para el 2026 es apenas un 0,3%, ridículo si le comparamos al rango meta del Banco Central. ¡Un cero coma tres! Esto, mis panas, no pinta bien para nadie. Imagínense, los salarios ni siquiera se mueven al ritmo de los precios, las empresas no invierten porque no saben qué esperar y la billetera del tico va directo al fondo del pozo. Una verdadera torta, diay.
Y no crean que esto es solo un resfriado pasajero. La inflación negativa, además de enfriar la economía, crea un círculo vicioso. Si las cosas se ponen más baratas, la gente espera aún más barato y retrasa sus compras, generando menor demanda y aún más estancamiento. Un brete pa’l mae, vamos.
Pero no todo está perdido, aunque parezca que nos fuimos al traste. Según Fitch, tenemos algunas fortalezas, como nuestro ingreso per cápita relativamente alto, un manejo fiscal que va mejorando poco a poco y una posición internacional que se mantiene firme. Pero ahí viene el “pero”, claro. Tenemos un gasto público tan rígido como palo de cedazo – salarios, pensiones, deuda... –, y un ambiente político tan complicado que aprobar cualquier reforma parece misión imposible. ¡Qué carga!
El gobierno ha logrado algunos superávits primarios, sí, pero el pago de intereses de la deuda se come gran parte del presupuesto. Estamos gastando más en pagar viejas deudas que en invertir en el futuro del país. Eso, mis amigos, es como intentar llenar un balde lleno de agujeros. Necesitamos urgentemente encontrar una solución, o el próximo aguacero nos va a arrastrar todos juntos.
Y hablando de incertidumbres globales, la cosa no pinta fácil allá afuera tampoco. Las guerras, la inflación en otros países, los aranceles de Estados Unidos… todo eso afecta nuestra economía, que depende tanto de las exportaciones y del turismo. A pesar de todo, el crecimiento del PIB sigue siendo prometedor: 4,1% en 2025 y luego bajar a 3,5% en 2026 y 2027. Seamos optimistas, pero con cautela, porque no queremos llevarnos una sorpresa desagradable.
Tenemos que reconocer que la posición externa de Costa Rica es bastante sólida, gracias a las zonas francas y a la acumulación de reservas internacionales que suman unos $16.000 millones. Ese es un colchón importante, pero no podemos vivir siempre de eso. Hay que buscar formas de diversificar la economía, fomentar la innovación y crear empleos dignos para todos los costarricenses. Porque, seamos sinceros, todavía hay demasiada gente batallando para llegar a fin de mes, y eso no es justo.
Así que, después de este panorama general, me pregunto: ¿Creemos que el gobierno actual está tomando las medidas correctas para enfrentar esta situación económica complicada, o necesitamos un cambio radical en la forma en que gestionamos nuestras finanzas y promovemos el desarrollo del país? ¡Déjenme saber sus opiniones en los comentarios, mi gente!
