Ay, mae, qué bronca la que viven los familiares del pequeño de cinco años que se cayó en una alcantarilla en Purral de Guadalupe. Desde tempranito, la zona entera se ha convertido en un hervidero de gente tratando de ayudar en lo que puedan. La cosa pinta superdifícil, diay, pero la esperanza sigue ahí, agarrándose fuerte.
Todo empezó cuando el niño jugaba cerca de unas obras y, aparentemente, resbaló y cayó dentro de la alcantarilla. De inmediato, equipos de rescate se pusieron manos a la obra, pero la complejidad del terreno y la profundidad de la tubería han complicado muchísimo la operación. Al parecer, el caudal del río, aunque bajo ahora, puede cambiar rápido, lo cual pone aún más presión a los rescatistas.
Pero no todo es desazón, chunche. Una brigada de voluntarios de Pérez Zeledón llegó a reforzar el esfuerzo. Son nueve compañeros curtidos en mil batallas, que vienen con experiencia y ganas de echarle chin corrido. Jorge Navarro, líder de la brigada de ACOT, me contó que traen consigo a Nina, una perrita especialista en búsqueda y rescate, con una certificación internacional de la Cruz Roja. Eso le da un empujoncito extra a la búsqueda, vamos.
“Nina es pura máquina”, me dijo Navarro, con una sonrisa esperanzadora. “Tiene olfato para estas cosas. Ella busca restos, claro, y eso te pega duro, pero tenemos que hacerlo por la familia”. La verdad, verla entrenada así te eriza la piel; darle gracias a Dios si ayuda a encontrarlo pronto. Lo peor sería tener que dejarlo como está, maé. Que sal, pensando en la angustia de sus padres.
Adrián Acuña, del grupo de Baqueanos del Sur, también presente en la búsqueda, comentó que la falta de agua en el río les presenta un reto considerable. “Estamos acostumbrados a buscar en ríos más grandes, donde podemos usar nuestras técnicas habituales. Aquí nos toca ir a pie, rastreando cada centímetro. Nos quedó un viaje largo, venir desde la Zona Sur, pero haremos lo posible para agotar todas las opciones”, aseguró, con la convicción propia de quien sabe que cada segundo cuenta.
Y hablando de prevención, Acuña aprovechó la oportunidad para hacer un llamado a todos los vecinos. “Tenemos que ser más conscientes de los riesgos que acechan a nuestros niños. Estas alcantarillas abiertas representan un peligro enorme. Se necesita más supervisión, más señalización… algo tienen que hacer para evitar que esto se repita. No queremos que otras familias tengan que pasar por este sufrimiento”. Es una vara importante, maé, y ojalá las autoridades hagan caso.
Estos grupos de voluntariado se han ganado el respeto de todo el país por su entrega y dedicación. Siempre dispuestos a tender una mano solidaria a quienes lo necesitan, sin importar la distancia ni las dificultades. Son pura sangre, demostrando que, a pesar de todo, todavía hay mucha gente buena dispuesta a hacer un brete por los demás. Que tuanis verlos trabajando juntos, coordinados y con tanta energía positiva.
Ahora bien, colegas, viendo toda esta tragedia y el esfuerzo incansable de estos héroes anónimos, ¿creen ustedes que las municipalidades deberían invertir más recursos en mejorar la infraestructura urbana y garantizar la seguridad de los niños en sus comunidades? ¿O consideran que la responsabilidad recae principalmente en los padres y cuidadores?
Todo empezó cuando el niño jugaba cerca de unas obras y, aparentemente, resbaló y cayó dentro de la alcantarilla. De inmediato, equipos de rescate se pusieron manos a la obra, pero la complejidad del terreno y la profundidad de la tubería han complicado muchísimo la operación. Al parecer, el caudal del río, aunque bajo ahora, puede cambiar rápido, lo cual pone aún más presión a los rescatistas.
Pero no todo es desazón, chunche. Una brigada de voluntarios de Pérez Zeledón llegó a reforzar el esfuerzo. Son nueve compañeros curtidos en mil batallas, que vienen con experiencia y ganas de echarle chin corrido. Jorge Navarro, líder de la brigada de ACOT, me contó que traen consigo a Nina, una perrita especialista en búsqueda y rescate, con una certificación internacional de la Cruz Roja. Eso le da un empujoncito extra a la búsqueda, vamos.
“Nina es pura máquina”, me dijo Navarro, con una sonrisa esperanzadora. “Tiene olfato para estas cosas. Ella busca restos, claro, y eso te pega duro, pero tenemos que hacerlo por la familia”. La verdad, verla entrenada así te eriza la piel; darle gracias a Dios si ayuda a encontrarlo pronto. Lo peor sería tener que dejarlo como está, maé. Que sal, pensando en la angustia de sus padres.
Adrián Acuña, del grupo de Baqueanos del Sur, también presente en la búsqueda, comentó que la falta de agua en el río les presenta un reto considerable. “Estamos acostumbrados a buscar en ríos más grandes, donde podemos usar nuestras técnicas habituales. Aquí nos toca ir a pie, rastreando cada centímetro. Nos quedó un viaje largo, venir desde la Zona Sur, pero haremos lo posible para agotar todas las opciones”, aseguró, con la convicción propia de quien sabe que cada segundo cuenta.
Y hablando de prevención, Acuña aprovechó la oportunidad para hacer un llamado a todos los vecinos. “Tenemos que ser más conscientes de los riesgos que acechan a nuestros niños. Estas alcantarillas abiertas representan un peligro enorme. Se necesita más supervisión, más señalización… algo tienen que hacer para evitar que esto se repita. No queremos que otras familias tengan que pasar por este sufrimiento”. Es una vara importante, maé, y ojalá las autoridades hagan caso.
Estos grupos de voluntariado se han ganado el respeto de todo el país por su entrega y dedicación. Siempre dispuestos a tender una mano solidaria a quienes lo necesitan, sin importar la distancia ni las dificultades. Son pura sangre, demostrando que, a pesar de todo, todavía hay mucha gente buena dispuesta a hacer un brete por los demás. Que tuanis verlos trabajando juntos, coordinados y con tanta energía positiva.
Ahora bien, colegas, viendo toda esta tragedia y el esfuerzo incansable de estos héroes anónimos, ¿creen ustedes que las municipalidades deberían invertir más recursos en mejorar la infraestructura urbana y garantizar la seguridad de los niños en sus comunidades? ¿O consideran que la responsabilidad recae principalmente en los padres y cuidadores?
