¡Ay, Dios mío, qué pesar! La familia de Tamara Centeno Murillo no se anda con rodeos y ahora le está apretando al juez para que le extienda la cárcel preventiva a ese gringo, David John Moriondo, el sospechoso de haberle quitado la vida. Como si no fuera suficiente el daño que ya causó, andan buscando que no le aflojen ni un poquito, y con razón, ey.
Todo esto viene porque resulta que, finalmente, con pruebas de ADN quedó claro que Moriondo sí era el papá del bebé que Tamara llevaba en la barriga. ¿Se imaginan el golpe bajo? Ahora el caso pinta aún más feo, como un doble homicidio, ¡una verdadera torta!
Juan Miguel Villalobos, el abogado que representa a la familia, ha dicho textualmente que este wey no tiene nada que lo ampare acá en Costa Rica. "El sujeto no tiene ningún arraigo", enfatizó. Ni amigos, ni parientes, ni trabajo, y encima, ¡tiene los billetes para escaparse! Por eso la insistencia en mantenerlo preso, pa’ que no se vaya pa’l quinto espaciocon los pies llenos de arena.
Ahora, la cosa se complica, pues con la confirmación de la paternidad, la Fiscalía puede acusarlo de doble homicidio, además del femicidio que ya tenían en la mira. Pobre Tamara, apenas tenía cuatro meses de embarazo, ¡qué barbaridad! Imagínate perder a alguien así, justo cuando estaba creciendo una personita nueva. Da unas ganas de... bueno, ¡me pongo sentimental!
Recordemos cómo encontraron a Tamara: hace unos meses, el OIJ la buscó por todos lados hasta que dieron con su cuerpo en Palmares, metido en una bolsa plástica. Un panorama horrible, con golpes evidentes que casi imposibilitaban identificarla. El wey apareció encerrado en su carro, con la manguera conectada a la mufla, ¡intentando hacerse el muerto! ¡Qué despiche!
Lo curioso es que el carro, un SUV, estaba a nombre de Tamara. Parece que el pobre corazón le había invertido en cosas con él, pensando en un futuro juntos, y terminaron en esta tragedia. Hay tantas varas que analizar en este caso, tantos corazones rotos… ¡es tremendo!
Y hablando de varas, la Fiscalía Adjunta de Género de San Ramón todavía no se pronuncia sobre lo de la prueba de ADN, dicen que forma parte de un proceso privado. Claro, entiéndase, no quieren soltar prenda mientras siguen investigando. Pero la familia está clara: quiere ver a ese mae tras las rejas, pagando por lo que hizo. ¡Con toda justicia!
Este caso nos deja mucha tela que cortar, ¿verdad? Y me pregunto, compas: ¿creen que el sistema judicial está preparado para enfrentar casos tan violentos y complejos como este? ¿Deberíamos endurecer las leyes contra el feminicidio y proteger mejor a las mujeres embarazadas?
Todo esto viene porque resulta que, finalmente, con pruebas de ADN quedó claro que Moriondo sí era el papá del bebé que Tamara llevaba en la barriga. ¿Se imaginan el golpe bajo? Ahora el caso pinta aún más feo, como un doble homicidio, ¡una verdadera torta!
Juan Miguel Villalobos, el abogado que representa a la familia, ha dicho textualmente que este wey no tiene nada que lo ampare acá en Costa Rica. "El sujeto no tiene ningún arraigo", enfatizó. Ni amigos, ni parientes, ni trabajo, y encima, ¡tiene los billetes para escaparse! Por eso la insistencia en mantenerlo preso, pa’ que no se vaya pa’l quinto espaciocon los pies llenos de arena.
Ahora, la cosa se complica, pues con la confirmación de la paternidad, la Fiscalía puede acusarlo de doble homicidio, además del femicidio que ya tenían en la mira. Pobre Tamara, apenas tenía cuatro meses de embarazo, ¡qué barbaridad! Imagínate perder a alguien así, justo cuando estaba creciendo una personita nueva. Da unas ganas de... bueno, ¡me pongo sentimental!
Recordemos cómo encontraron a Tamara: hace unos meses, el OIJ la buscó por todos lados hasta que dieron con su cuerpo en Palmares, metido en una bolsa plástica. Un panorama horrible, con golpes evidentes que casi imposibilitaban identificarla. El wey apareció encerrado en su carro, con la manguera conectada a la mufla, ¡intentando hacerse el muerto! ¡Qué despiche!
Lo curioso es que el carro, un SUV, estaba a nombre de Tamara. Parece que el pobre corazón le había invertido en cosas con él, pensando en un futuro juntos, y terminaron en esta tragedia. Hay tantas varas que analizar en este caso, tantos corazones rotos… ¡es tremendo!
Y hablando de varas, la Fiscalía Adjunta de Género de San Ramón todavía no se pronuncia sobre lo de la prueba de ADN, dicen que forma parte de un proceso privado. Claro, entiéndase, no quieren soltar prenda mientras siguen investigando. Pero la familia está clara: quiere ver a ese mae tras las rejas, pagando por lo que hizo. ¡Con toda justicia!
Este caso nos deja mucha tela que cortar, ¿verdad? Y me pregunto, compas: ¿creen que el sistema judicial está preparado para enfrentar casos tan violentos y complejos como este? ¿Deberíamos endurecer las leyes contra el feminicidio y proteger mejor a las mujeres embarazadas?