¡Ay, Dios mío! La cosa está que arde en Costa Rica. El Presidente Chaves, echándole ganas, decidió no presentarse al Plenario de la Asamblea Legislativa el lunes que viene, justo antes de que los diputados decidan si le levantan o no la inmunidad. Esto, después de que el mandatario calificara toda la movida como un circo montado por Rodrigo Arias y compañía. Un verdadero relajo, vamos.
Según el Presidente, asistir a esa sesión sería como darle un “barniz de legitimidad” a lo que él considera un teatro barato, orquestado para sacarlo del camino. Se la está pasando de bruces, buscando cualquier pretexto para evitar enfrentarse directamente a los diputados y a lo que él denuncia como un complot liderado por Arias y el jerarca de la Corte, Orlando Aguirre. Parece que el ambiente político está más tenso que café frío en enero.
El asunto central gira en torno a Christian Bulgarelli, el tipo que se quedó con el contrato con el BCIE por unos buenos $405.000. Chaves no deja títere con cabeza y lo señala por tener más versiones que calcetines limpios. Y claro, según las reglas del juego, el Presidente podría haber ido a la Asamblea para defenderse, usando hasta 30 minutos para exponer su caso. Pero él, con toda la razón del mundo, dice que eso sería una farsa, una “comedia bufa” llena de vergüenzas jurídicas.
Lo que realmente picó al Presidente es que no le permitirían responder preguntas ni contar con la presencia de su abogado, don José Miguel Villalobos. Dice que es una jugada sucia, un “montaje” diseñado para humillarlo públicamente. Se siente atacado, y no precisamente injustamente, pues los ánimos están calientes y las acusaciones vuelan más rápido que gallo perseguido. En fin, la Asamblea se ha metido en un brete gordo.
El Presidente Legislativo, Rodrigo Arias, respondió a las críticas de Chaves diciendo que todo está dentro del reglamento de la Asamblea, y que el Presidente simplemente no entiende cómo funciona el sistema. ¡Qué cargada! Pero Chaves no se queda callado; al contrario, sigue lanzando pullas y acusaciones, creando un clima de crispación que dificulta cualquier intento de diálogo constructivo. ¡Esto parece novela!
Y ahora viene la parte interesante: Chaves le pidió a sus seguidores que no fueran a manifestarse frente a la Asamblea el lunes. Dice que no quiere que la gente se vea envuelta en una confrontación innecesaria, ya que, según él, los verdaderos interesados en levantarle la inmunidad son aquellos que buscan aferrarse al poder a cualquier costo. Un llamado a la calma que suena un poco sospechoso, ¿no les parece?
El Presidente cree que todo este lío es un “carnaval jurídico” creado para distraer la atención de su labor de denunciar la corrupción. Afirma que él es el primero en señalar irregularidades y que, por eso, sus adversarios están desesperados por silenciarlo. Al final de su discurso, todo su gabinete se levantó a aplaudirlo, mostrando un respaldo incondicional al líder. ¡Qué panorama!
Con tanto revuelo alrededor de la inmunidad presidencial y las acusaciones cruzadas, nos queda preguntarnos: ¿Hasta dónde llegará este conflicto entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo? ¿Estamos presenciando un desgaste inevitable o existe alguna posibilidad de encontrar una solución pacífica y democrática que respete las instituciones y garantice el debido proceso?
Según el Presidente, asistir a esa sesión sería como darle un “barniz de legitimidad” a lo que él considera un teatro barato, orquestado para sacarlo del camino. Se la está pasando de bruces, buscando cualquier pretexto para evitar enfrentarse directamente a los diputados y a lo que él denuncia como un complot liderado por Arias y el jerarca de la Corte, Orlando Aguirre. Parece que el ambiente político está más tenso que café frío en enero.
El asunto central gira en torno a Christian Bulgarelli, el tipo que se quedó con el contrato con el BCIE por unos buenos $405.000. Chaves no deja títere con cabeza y lo señala por tener más versiones que calcetines limpios. Y claro, según las reglas del juego, el Presidente podría haber ido a la Asamblea para defenderse, usando hasta 30 minutos para exponer su caso. Pero él, con toda la razón del mundo, dice que eso sería una farsa, una “comedia bufa” llena de vergüenzas jurídicas.
Lo que realmente picó al Presidente es que no le permitirían responder preguntas ni contar con la presencia de su abogado, don José Miguel Villalobos. Dice que es una jugada sucia, un “montaje” diseñado para humillarlo públicamente. Se siente atacado, y no precisamente injustamente, pues los ánimos están calientes y las acusaciones vuelan más rápido que gallo perseguido. En fin, la Asamblea se ha metido en un brete gordo.
El Presidente Legislativo, Rodrigo Arias, respondió a las críticas de Chaves diciendo que todo está dentro del reglamento de la Asamblea, y que el Presidente simplemente no entiende cómo funciona el sistema. ¡Qué cargada! Pero Chaves no se queda callado; al contrario, sigue lanzando pullas y acusaciones, creando un clima de crispación que dificulta cualquier intento de diálogo constructivo. ¡Esto parece novela!
Y ahora viene la parte interesante: Chaves le pidió a sus seguidores que no fueran a manifestarse frente a la Asamblea el lunes. Dice que no quiere que la gente se vea envuelta en una confrontación innecesaria, ya que, según él, los verdaderos interesados en levantarle la inmunidad son aquellos que buscan aferrarse al poder a cualquier costo. Un llamado a la calma que suena un poco sospechoso, ¿no les parece?
El Presidente cree que todo este lío es un “carnaval jurídico” creado para distraer la atención de su labor de denunciar la corrupción. Afirma que él es el primero en señalar irregularidades y que, por eso, sus adversarios están desesperados por silenciarlo. Al final de su discurso, todo su gabinete se levantó a aplaudirlo, mostrando un respaldo incondicional al líder. ¡Qué panorama!
Con tanto revuelo alrededor de la inmunidad presidencial y las acusaciones cruzadas, nos queda preguntarnos: ¿Hasta dónde llegará este conflicto entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo? ¿Estamos presenciando un desgaste inevitable o existe alguna posibilidad de encontrar una solución pacífica y democrática que respete las instituciones y garantice el debido proceso?
