En Costa Rica, un país que históricamente se ha considerado faro de paz y estabilidad en América Central, los delitos de odio se han convertido en una preocupación creciente. A pesar de los avances en materia de derechos humanos e inclusión, el país sigue lidiando con un aumento de discursos de odio y comportamientos discriminatorios, que si bien han disminuido su velocidad de crecimiento, no han dejado de ser un problema que afecta profundamente el tejido social.
En el último informe presentado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y COES Comunicación, se detalla cómo el país ha experimentado un incremento del 19% en los discursos de odio registrados en redes sociales durante el último año. Estas cifras, si bien alarmantes, revelan un cambio importante: la desaceleración en el crecimiento de estos delitos, que anteriormente habían aumentado de manera más pronunciada.
¿Qué ha provocado este cambio y cómo responde Costa Rica a la creciente demanda de una sociedad más inclusiva y tolerante?
Entre los principales objetivos de estos discursos de odio se encuentran las personas migrantes y refugiadas, las mujeres, la comunidad LGBTIQ+, afrodescendientes y periodistas. A nivel territorial, las provincias de San José, Heredia, Cartago y Alajuela concentran la mayor cantidad de discursos de odio, lo que refleja una tendencia preocupante hacia la centralización de estos comportamientos en áreas urbanas.
Asimismo, las mujeres han sido otro de los grupos mayormente atacados, con un notable aumento en los discursos machistas y misóginos. En un país que ha sido pionero en la región en materia de igualdad de género, estos ataques evidencian las tensiones aún latentes dentro de la sociedad costarricense respecto al rol de las mujeres en la vida pública y privada. A pesar de los avances legislativos y sociales, queda claro que los prejuicios siguen profundamente arraigados en ciertos sectores.
Por otra parte, y en un giro esperanzador, los discursos de odio contra la comunidad LGBTIQ+ han disminuido en un 68%. Este cambio positivo podría atribuirse a los esfuerzos colectivos por promover la igualdad de derechos y una mayor aceptación social de la diversidad sexual, particularmente después de la histórica legalización del matrimonio igualitario en 2020. Sin embargo, esto no implica que la lucha esté ganada. Las personas LGBTIQ+ siguen siendo vulnerables a ataques verbales y físicos, especialmente en contextos rurales y más conservadores.
En el ámbito político, la polarización ha sido otra fuente importante de discursos de odio. Las últimas elecciones generales de Costa Rica fueron testigo de un aumento en los ataques verbales hacia los candidatos, periodistas y seguidores de determinados partidos. El anonimato que ofrecen las redes sociales ha sido un caldo de cultivo para la proliferación de comentarios violentos y agresivos, que muchas veces no enfrentan consecuencias legales o sociales. Este fenómeno pone en entredicho la capacidad del sistema democrático para manejar de manera efectiva el disenso y la pluralidad de opiniones sin que se conviertan en armas de odio.
Uno de los pilares de esta estrategia es el uso de tecnología avanzada, como la inteligencia artificial, para monitorear y analizar el contenido en redes sociales. Gracias a esta herramienta, se ha podido identificar de manera más precisa a los emisores de discursos de odio y entender los patrones detrás de su comportamiento. Sin embargo, la tecnología por sí sola no es suficiente. La educación sigue siendo una de las armas más poderosas contra el odio, y por eso se han lanzado varias campañas de concientización en medios y redes sociales, que buscan educar a la población sobre los peligros del discurso de odio y la importancia del respeto mutuo.
Sin embargo, este fenómeno plantea una pregunta esencial: ¿deben las empresas tecnológicas asumir una mayor responsabilidad en la regulación del contenido?
Aunque muchas plataformas ya han implementado mecanismos de reporte y eliminación de contenido ofensivo, la realidad es que los algoritmos de moderación todavía tienen grandes deficiencias. Además, las empresas detrás de estas redes a menudo priorizan la libertad de expresión por encima de la moderación, lo que permite que discursos peligrosos continúen circulando sin mayores consecuencias.
En un mundo cada vez más interconectado, donde las barreras geográficas y sociales se han difuminado gracias a la tecnología, Costa Rica tiene la oportunidad de convertirse en un líder regional en la lucha contra los delitos de odio. Pero para lograrlo, será necesario un esfuerzo conjunto que incluya no solo a los gobiernos y las empresas tecnológicas, sino también a la ciudadanía en su conjunto.
Los delitos de odio no son simplemente palabras o comentarios ofensivos. Son manifestaciones de prejuicios que, si no son abordados adecuadamente, pueden erosionar la cohesión social y la paz que tanto ha caracterizado a Costa Rica. La pregunta ahora es:
¿Será capaz el país de mantener el rumbo hacia una sociedad más justa e inclusiva, o caerá en la trampa de la polarización y la intolerancia que ha consumido a tantas otras naciones?
En el último informe presentado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y COES Comunicación, se detalla cómo el país ha experimentado un incremento del 19% en los discursos de odio registrados en redes sociales durante el último año. Estas cifras, si bien alarmantes, revelan un cambio importante: la desaceleración en el crecimiento de estos delitos, que anteriormente habían aumentado de manera más pronunciada.
¿Qué ha provocado este cambio y cómo responde Costa Rica a la creciente demanda de una sociedad más inclusiva y tolerante?
El contexto del odio: ¿De dónde vienen los ataques?
El fenómeno de los delitos de odio en Costa Rica está estrechamente relacionado con el uso de plataformas digitales, donde la población se ha sentido con mayor libertad para expresar opiniones que, en muchos casos, atentan contra los derechos de grupos vulnerables. Según el informe de la ONU, se identificaron más de 1.7 millones de conversaciones que contienen elementos de odio, distribuidos principalmente entre plataformas como Twitter, Facebook e Instagram. A pesar de esta elevada cifra, es relevante destacar que el número de personas que emiten estos mensajes ha disminuido en un 64%. No obstante, el comportamiento de los emisores que permanecen activos se ha vuelto más agresivo, intensificando los ataques hacia ciertos colectivos.Entre los principales objetivos de estos discursos de odio se encuentran las personas migrantes y refugiadas, las mujeres, la comunidad LGBTIQ+, afrodescendientes y periodistas. A nivel territorial, las provincias de San José, Heredia, Cartago y Alajuela concentran la mayor cantidad de discursos de odio, lo que refleja una tendencia preocupante hacia la centralización de estos comportamientos en áreas urbanas.
Xenofobia, racismo y machismo en aumento: El rostro cambiante del odio
Uno de los datos más alarmantes que arroja el informe es el incremento significativo de discursos xenofóbicos y racistas. A medida que Costa Rica ha experimentado una mayor llegada de migrantes en los últimos años, principalmente de Nicaragua y Venezuela, se ha visto un repunte en los ataques dirigidos a estas poblaciones. Los discursos de odio en redes sociales hacia los migrantes han explotado en un contexto donde la inseguridad económica y social es utilizada como pretexto para culpar a los extranjeros de los problemas internos del país.Asimismo, las mujeres han sido otro de los grupos mayormente atacados, con un notable aumento en los discursos machistas y misóginos. En un país que ha sido pionero en la región en materia de igualdad de género, estos ataques evidencian las tensiones aún latentes dentro de la sociedad costarricense respecto al rol de las mujeres en la vida pública y privada. A pesar de los avances legislativos y sociales, queda claro que los prejuicios siguen profundamente arraigados en ciertos sectores.
Por otra parte, y en un giro esperanzador, los discursos de odio contra la comunidad LGBTIQ+ han disminuido en un 68%. Este cambio positivo podría atribuirse a los esfuerzos colectivos por promover la igualdad de derechos y una mayor aceptación social de la diversidad sexual, particularmente después de la histórica legalización del matrimonio igualitario en 2020. Sin embargo, esto no implica que la lucha esté ganada. Las personas LGBTIQ+ siguen siendo vulnerables a ataques verbales y físicos, especialmente en contextos rurales y más conservadores.
El papel del fútbol y la política en los discursos de odio
El informe también señala que ciertos eventos deportivos y políticos son catalizadores de un aumento en los discursos de odio. En Costa Rica, el fútbol no es solo un deporte, sino una parte integral de la identidad nacional. Sin embargo, esta pasión ha dado pie a un aumento en los ataques entre aficionados, muchas veces con tintes racistas o xenofóbicos, sobre todo en redes sociales. Esto refleja una preocupante conexión entre el fanatismo deportivo y las expresiones de odio, lo que plantea preguntas sobre la necesidad de una mayor regulación y promoción de campañas educativas en torno a los valores del deporte.En el ámbito político, la polarización ha sido otra fuente importante de discursos de odio. Las últimas elecciones generales de Costa Rica fueron testigo de un aumento en los ataques verbales hacia los candidatos, periodistas y seguidores de determinados partidos. El anonimato que ofrecen las redes sociales ha sido un caldo de cultivo para la proliferación de comentarios violentos y agresivos, que muchas veces no enfrentan consecuencias legales o sociales. Este fenómeno pone en entredicho la capacidad del sistema democrático para manejar de manera efectiva el disenso y la pluralidad de opiniones sin que se conviertan en armas de odio.
Estrategias de combate: ¿Cómo frenar los delitos de odio?
A pesar del preocupante panorama, Costa Rica ha implementado diversas estrategias para frenar la ola de delitos de odio. En 2021, el gobierno lanzó la Estrategia Nacional contra los Discursos de Odio y Discriminación, una de las primeras de su tipo en América Latina. Esta estrategia busca coordinar esfuerzos entre distintos sectores, incluyendo la academia, el sector privado y la sociedad civil, para generar soluciones que promuevan la inclusión y reduzcan las conductas discriminatorias.Uno de los pilares de esta estrategia es el uso de tecnología avanzada, como la inteligencia artificial, para monitorear y analizar el contenido en redes sociales. Gracias a esta herramienta, se ha podido identificar de manera más precisa a los emisores de discursos de odio y entender los patrones detrás de su comportamiento. Sin embargo, la tecnología por sí sola no es suficiente. La educación sigue siendo una de las armas más poderosas contra el odio, y por eso se han lanzado varias campañas de concientización en medios y redes sociales, que buscan educar a la población sobre los peligros del discurso de odio y la importancia del respeto mutuo.
Las redes sociales: ¡El escenario del odio!
Las plataformas digitales han jugado un papel crucial en la proliferación de los delitos de odio. Según el informe de la ONU, Twitter (ahora conocida como X) es la red social donde más han crecido estos discursos, mientras que Facebook, tradicionalmente la plataforma más utilizada por los costarricenses, ha visto una reducción en este tipo de contenidos. Instagram, por su parte, es percibida como una red más segura, con menores índices de discurso de odio.Sin embargo, este fenómeno plantea una pregunta esencial: ¿deben las empresas tecnológicas asumir una mayor responsabilidad en la regulación del contenido?
Aunque muchas plataformas ya han implementado mecanismos de reporte y eliminación de contenido ofensivo, la realidad es que los algoritmos de moderación todavía tienen grandes deficiencias. Además, las empresas detrás de estas redes a menudo priorizan la libertad de expresión por encima de la moderación, lo que permite que discursos peligrosos continúen circulando sin mayores consecuencias.
¿Es suficiente la desaceleración?
El hecho de que los delitos de odio hayan desacelerado su crecimiento en Costa Rica es, sin duda, un signo de esperanza. Sin embargo, la batalla está lejos de haber terminado. La sociedad costarricense sigue enfrentando importantes retos en su camino hacia una verdadera inclusión, y el discurso de odio sigue siendo un reflejo de tensiones profundas que no pueden ser ignoradas.En un mundo cada vez más interconectado, donde las barreras geográficas y sociales se han difuminado gracias a la tecnología, Costa Rica tiene la oportunidad de convertirse en un líder regional en la lucha contra los delitos de odio. Pero para lograrlo, será necesario un esfuerzo conjunto que incluya no solo a los gobiernos y las empresas tecnológicas, sino también a la ciudadanía en su conjunto.
Los delitos de odio no son simplemente palabras o comentarios ofensivos. Son manifestaciones de prejuicios que, si no son abordados adecuadamente, pueden erosionar la cohesión social y la paz que tanto ha caracterizado a Costa Rica. La pregunta ahora es:
¿Será capaz el país de mantener el rumbo hacia una sociedad más justa e inclusiva, o caerá en la trampa de la polarización y la intolerancia que ha consumido a tantas otras naciones?