Duolingo, la popular plataforma de aprendizaje, acaba de mover una de sus piezas más inesperadas y audaces: lanzar un curso para jugar ajedrez. Sí, ahora aprender aperturas, tácticas, defensas y hasta cómo dar jaque mate será tan accesible como practicar francés o japonés en el celular. Sin embargo, como suele ocurrir en este mundo desigual de los dispositivos móviles, este nuevo curso está disponible exclusivamente para usuarios de iPhone con sistema operativo iOS. Android, una vez más, queda relegado al banquillo.
El curso incorpora la esencia lúdica y adictiva que caracteriza a Duolingo. En lugar de largas lecciones teóricas, el aprendizaje se construye a través de retos breves, coloridos y repetitivos que refuerzan el conocimiento de manera casi subconsciente. ¿El protagonista? Oscar, un coach virtual que reta al usuario a pensar y anticipar movimientos, como si de un sparring mental se tratara. Jugar ajedrez con Oscar se convierte así en una experiencia interactiva y motivadora, donde cada victoria deja una lección táctica detrás.
El ajedrez, ese juego milenario que ha desafiado reyes, generales, y ahora usuarios de apps, ha demostrado múltiples beneficios cognitivos y emocionales. Jugar ajedrez no solo estimula la memoria y la concentración, sino que también mejora la capacidad de resolver problemas, incrementa la paciencia y refuerza el pensamiento estratégico. En tiempos donde las distracciones digitales fragmentan la atención, el ajedrez surge como una resistencia silenciosa: obliga a detenerse, observar y decidir con intención. Un arte mental que educa sin levantar la voz.
Ahora bien, ¿por qué lanzar este curso solo en iOS? Más allá de las razones técnicas o comerciales, la exclusividad de esta función en Apple deja ver cómo el acceso a herramientas educativas digitales aún está marcado por la marca del dispositivo. Mientras unos ya están dando jaque mate en el bus camino al trabajo, otros siguen esperando una notificación que les diga: “pronto en tu sistema operativo”. Y mientras tanto, las pantallas de los Android siguen mostrando idiomas, matemáticas y música… pero nada de caballos y torres.
Duolingo, al incluir el ajedrez en su repertorio, da un paso hacia un tipo de educación integral, donde aprender ya no es solo cuestión de repetir reglas, sino de poner en práctica la lógica, la anticipación y la táctica. Enseñar a jugar ajedrez es enseñar a pensar. En un mundo de reacciones rápidas e impulsos instantáneos, entrenar la mente para pensar dos, tres, cinco movimientos adelante puede ser la verdadera revolución silenciosa.
Para quienes ya tienen acceso desde iOS, este curso representa una oportunidad brillante de iniciarse en el ajedrez sin intimidación ni tecnicismos. Para quienes esperan en Android, solo queda confiar en que pronto podrán sumarse a esta nueva modalidad de aprendizaje. Hasta entonces, el tablero ya está puesto, y el juego ha comenzado. Jugar ajedrez nunca fue tan accesible, tan colorido, ni tan adictivamente didáctico.
Esta nueva propuesta no solo posiciona a Duolingo como un jugador estratégico en el mundo del aprendizaje digital, sino que convierte a Oscar —ese nuevo rival virtual— en el maestro inesperado que muchos no sabían que necesitaban.
¿Quién dijo que jugar ajedrez era cosa de abuelos?
Ahora es cosa de apps, de iPhones… y de revoluciones mentales por turnos.
El curso incorpora la esencia lúdica y adictiva que caracteriza a Duolingo. En lugar de largas lecciones teóricas, el aprendizaje se construye a través de retos breves, coloridos y repetitivos que refuerzan el conocimiento de manera casi subconsciente. ¿El protagonista? Oscar, un coach virtual que reta al usuario a pensar y anticipar movimientos, como si de un sparring mental se tratara. Jugar ajedrez con Oscar se convierte así en una experiencia interactiva y motivadora, donde cada victoria deja una lección táctica detrás.
El ajedrez, ese juego milenario que ha desafiado reyes, generales, y ahora usuarios de apps, ha demostrado múltiples beneficios cognitivos y emocionales. Jugar ajedrez no solo estimula la memoria y la concentración, sino que también mejora la capacidad de resolver problemas, incrementa la paciencia y refuerza el pensamiento estratégico. En tiempos donde las distracciones digitales fragmentan la atención, el ajedrez surge como una resistencia silenciosa: obliga a detenerse, observar y decidir con intención. Un arte mental que educa sin levantar la voz.
Ahora bien, ¿por qué lanzar este curso solo en iOS? Más allá de las razones técnicas o comerciales, la exclusividad de esta función en Apple deja ver cómo el acceso a herramientas educativas digitales aún está marcado por la marca del dispositivo. Mientras unos ya están dando jaque mate en el bus camino al trabajo, otros siguen esperando una notificación que les diga: “pronto en tu sistema operativo”. Y mientras tanto, las pantallas de los Android siguen mostrando idiomas, matemáticas y música… pero nada de caballos y torres.
Duolingo, al incluir el ajedrez en su repertorio, da un paso hacia un tipo de educación integral, donde aprender ya no es solo cuestión de repetir reglas, sino de poner en práctica la lógica, la anticipación y la táctica. Enseñar a jugar ajedrez es enseñar a pensar. En un mundo de reacciones rápidas e impulsos instantáneos, entrenar la mente para pensar dos, tres, cinco movimientos adelante puede ser la verdadera revolución silenciosa.
Para quienes ya tienen acceso desde iOS, este curso representa una oportunidad brillante de iniciarse en el ajedrez sin intimidación ni tecnicismos. Para quienes esperan en Android, solo queda confiar en que pronto podrán sumarse a esta nueva modalidad de aprendizaje. Hasta entonces, el tablero ya está puesto, y el juego ha comenzado. Jugar ajedrez nunca fue tan accesible, tan colorido, ni tan adictivamente didáctico.
Esta nueva propuesta no solo posiciona a Duolingo como un jugador estratégico en el mundo del aprendizaje digital, sino que convierte a Oscar —ese nuevo rival virtual— en el maestro inesperado que muchos no sabían que necesitaban.
¿Quién dijo que jugar ajedrez era cosa de abuelos?
Ahora es cosa de apps, de iPhones… y de revoluciones mentales por turnos.