La persona juzgadora como garante de los derechos de los y las ciudadanas, es demás un instrumento para el resguardo de la justicia social, en el tanto no solo los que tienen mas recursos económicos pueden tener acceso a la justicia, sino todos y cada un de los habitantes de nuestro país.
Esa bandera de transparencia que es llevada por las personas juzgadoras, es la que da confianza a los y las ciudadanos de que la decisión tomada, será imparcial. Siendo que la justicia en la tierra es administrada por humanos, la misma está sujeta a errores; la perfección no existe, pero podemos tratar de dirimir los asuntos de la manera mas honesta.
En el enorme abanico de tentaciones, las filiaciones políticas, son un mal erradicado de la judicatura por ley.
Así en el tanto el partidismo político, no corrompa el ámbito jurisdiccional, podemos tener garantía de que las decisiones de los jueces serán imparciales, ya que no serán nombrados a dedo, y con favores políticos pendientes de ser retribuidos, como en otras latitudes.
Una persona juzgadora, por sus estudios, experiencia, conocimiento de relaciones humanas, actualidad nacional, y derechos fundamentales, no dudo que pueda ser un o una excelente activista político. Las decisiones que tome en el cargo que le fuera designado probablemente, sean justas mesuradas y bien pensadas. Es bueno que la política tenga en sus filas a abogados, y a ex jueces, pero no a profesionales en derecho que estén realizando una función jurisdiccional.
Las prohibiciones existentes en la normativa nacional respecto a la participación política de los jueces en actividades partidistas, no son normas desfasadas ni arcaicas, más bien responden a una necesidad cada día mayor, como lo es la creencia en la imparcialidad es invisible
Esa bandera de transparencia que es llevada por las personas juzgadoras, es la que da confianza a los y las ciudadanos de que la decisión tomada, será imparcial. Siendo que la justicia en la tierra es administrada por humanos, la misma está sujeta a errores; la perfección no existe, pero podemos tratar de dirimir los asuntos de la manera mas honesta.
En el enorme abanico de tentaciones, las filiaciones políticas, son un mal erradicado de la judicatura por ley.
Así en el tanto el partidismo político, no corrompa el ámbito jurisdiccional, podemos tener garantía de que las decisiones de los jueces serán imparciales, ya que no serán nombrados a dedo, y con favores políticos pendientes de ser retribuidos, como en otras latitudes.
Una persona juzgadora, por sus estudios, experiencia, conocimiento de relaciones humanas, actualidad nacional, y derechos fundamentales, no dudo que pueda ser un o una excelente activista político. Las decisiones que tome en el cargo que le fuera designado probablemente, sean justas mesuradas y bien pensadas. Es bueno que la política tenga en sus filas a abogados, y a ex jueces, pero no a profesionales en derecho que estén realizando una función jurisdiccional.
Las prohibiciones existentes en la normativa nacional respecto a la participación política de los jueces en actividades partidistas, no son normas desfasadas ni arcaicas, más bien responden a una necesidad cada día mayor, como lo es la creencia en la imparcialidad es invisible