¡Ay, mi gente! Pues resulta que el asunto del turismo residencial en el Pacífico Norte, especialmente en lugares como Nosara y Cóbano, no pinta tan bonito como parece en las fotos de Instagram. Un nuevo informe del Estado de la Nación nos viene a abrir los ojos a cómo esto le está afectando a la gente que vive ahí, y no precisamente pa’ bien.
Verán, la cosa va así: antes los hoteles y condominios estaban más juntitos a los pueblos, ¿caché? Pero ahora, pues los desarrolladores se fueron pa’ más adentro, buscando terrenos baratos y vistas bonitas. Y eso, amigos míos, está generando un tremendo cambio en esas comunidades, con más construcción que como champiñones después de la lluvia.
El reporte explica clarito que estamos hablando de un crecimiento descontrolado, con poca o ninguna planificación por parte del gobierno. Dicen los expertos que el Estado no está logrando ponerle freno a esta expansión, y los intereses económicos, claro que sí, están presionando pa’ que les saquen la espina clavada y puedan construir lo que quieran, donde quieran.
Y ojo, porque no es solamente el ambiente el que está sufriendo. El informe dice que muchos de esos proyectos se hacen dividiendo grandes fincas de ganado en parcelas diminutas “pa’ agricultura”, pero claro, ¿quién anda sembrando gallinas cuando puedes levantar un condominio con alberca? Eso genera problemas con los servicios básicos: agua, luz, internet… cosas esenciales pa’ vivir dignamente, chunches que ya no alcanzan pa’ todos.
Además, según los números del CFIA, casi el 85% de los nuevos fraccionamientos son más pequeños que una hectárea y se encuentran justo en la costa. ¡Imagínense la presión sobre el suelo y los recursos naturales! Parece que estamos convirtiendo nuestro paraíso en un parque temático exclusivo para extranjeros, y los que vivimos aquí, bueno, vamos viendo qué sale.
Verán, la cosa va así: antes los hoteles y condominios estaban más juntitos a los pueblos, ¿caché? Pero ahora, pues los desarrolladores se fueron pa’ más adentro, buscando terrenos baratos y vistas bonitas. Y eso, amigos míos, está generando un tremendo cambio en esas comunidades, con más construcción que como champiñones después de la lluvia.
El reporte explica clarito que estamos hablando de un crecimiento descontrolado, con poca o ninguna planificación por parte del gobierno. Dicen los expertos que el Estado no está logrando ponerle freno a esta expansión, y los intereses económicos, claro que sí, están presionando pa’ que les saquen la espina clavada y puedan construir lo que quieran, donde quieran.
Y ojo, porque no es solamente el ambiente el que está sufriendo. El informe dice que muchos de esos proyectos se hacen dividiendo grandes fincas de ganado en parcelas diminutas “pa’ agricultura”, pero claro, ¿quién anda sembrando gallinas cuando puedes levantar un condominio con alberca? Eso genera problemas con los servicios básicos: agua, luz, internet… cosas esenciales pa’ vivir dignamente, chunches que ya no alcanzan pa’ todos.
Además, según los números del CFIA, casi el 85% de los nuevos fraccionamientos son más pequeños que una hectárea y se encuentran justo en la costa. ¡Imagínense la presión sobre el suelo y los recursos naturales! Parece que estamos convirtiendo nuestro paraíso en un parque temático exclusivo para extranjeros, y los que vivimos aquí, bueno, vamos viendo qué sale.
