¡Aguante! La cosa pinta interesante, pues. Según el último estudio de Enfoques Investigaciones, Laura Fernández se lleva la batuta en la intención de voto para las próximas elecciones del 2026. Con un 19%, va sacando ventaja a Fabricio Alvarado, quien le sigue con un 14%. Álvaro Ramos anda rezagado con un 7%, y ahí atrás, Natalia Díaz, Claudia Dobles y Ariel Robles peleando migajas. Pero ojo, ¡ojo!, porque casi la mitad del país, un 44% pa' ser exactos, todavía no tiene ni idea por quién votará. ¡Qué cuadro!
Esto revela un panorama bien particular, mi gente. Don Fabricio, pese a estar en el segundo lugar, tiene un “voto seguro” decente, un 13%, pero no alcanza a emparejar con el 26% que Fernández ya se aseguró. Esto significa que, aunque Alvarado pueda tener sus seguidores fieles, la mayoría de la población todavía está indecisa y abierta a otras opciones. Las campañas van a tener que trabajar duro para convencer a estos indecisos.
Y hablando de trabajo duro, tenemos que hablar de Eli Feinzaig y Claudio Alpízar. ¡Ay, esos señores! Les cayó súper salado a la mayoría de los encuestados; más del 60% dijo que jamás les daría su voto. Parece que la política tradicional no está pegando mucho con el pueblo, y eso es algo que los demás candidatos tienen que tomar en cuenta. Ya saben, la confianza en los políticos anda más baja que papalote en día de tormenta.
Lo curioso de todo esto es que, a pesar de tener nombres con cierta visibilidad, el escenario electoral sigue siendo un verdadero brete. Nadie domina la escena, y todos los aspirantes parecen tener un techo de crecimiento limitado. Eso da pie a sorpresas, ¿eh? Podríamos ver alguna candidatura sorpresa que levante vuelo y cambie las tornas del juego. Siempre hay espacio para la esperanza, mi pana.
Pero la verdadera bomba está en la percepción de quién va a ganar. Un 63% de los consultados, ¡literalmente la gran mayoría!, todavía no se imagina quién va a ser nuestro próximo presidente. Dicen que la incertidumbre es compañera de viaje, pero este caso parece que se salió de control. El 17% cree que Fernández sí puede llegar a Morazán, mientras que un magrito del 5% apuesta por Ramos. ¡Diay, qué papelón!
Si analizamos la situación desde una perspectiva más amplia, vemos que este informe refleja una desconfianza generalizada hacia los partidos políticos tradicionales. El voto está más volátil que hoja seca en noviembre, y la gente busca alternativas, caras nuevas, propuestas frescas. Esto abre oportunidades para aquellos que sepan conectar con las necesidades reales de la población y ofrecer soluciones creíbles.
Además, este estudio nos muestra que, a menos de un año para las elecciones, la contienda apenas comienza. Hay tiempo para que cambien las cosas, para que surjan nuevos líderes, para que las campañas hagan la diferencia. Pero también hay tiempo para que la apatía y la frustración se apoderen de la gente, impidiendo que ejerzan su derecho al voto. La participación ciudadana es crucial para fortalecer nuestra democracia, y todos tenemos un rol que jugar en este proceso. No nos podemos dormir en los laureles, ¡qué torta sería dejar que otros decidan por nosotros!
En fin, la cosa está más que interesante. Laura Fernández aparece como la favorita en este momento, pero el electorado tico sigue más perdido que burro en carnaval. Entonces, yo pregunto: ¿Cree usted que la desconfianza en los partidos tradicionales abrirá paso a una nueva era en la política costarricense, o simplemente seguiremos viendo lo mismo de siempre?
Esto revela un panorama bien particular, mi gente. Don Fabricio, pese a estar en el segundo lugar, tiene un “voto seguro” decente, un 13%, pero no alcanza a emparejar con el 26% que Fernández ya se aseguró. Esto significa que, aunque Alvarado pueda tener sus seguidores fieles, la mayoría de la población todavía está indecisa y abierta a otras opciones. Las campañas van a tener que trabajar duro para convencer a estos indecisos.
Y hablando de trabajo duro, tenemos que hablar de Eli Feinzaig y Claudio Alpízar. ¡Ay, esos señores! Les cayó súper salado a la mayoría de los encuestados; más del 60% dijo que jamás les daría su voto. Parece que la política tradicional no está pegando mucho con el pueblo, y eso es algo que los demás candidatos tienen que tomar en cuenta. Ya saben, la confianza en los políticos anda más baja que papalote en día de tormenta.
Lo curioso de todo esto es que, a pesar de tener nombres con cierta visibilidad, el escenario electoral sigue siendo un verdadero brete. Nadie domina la escena, y todos los aspirantes parecen tener un techo de crecimiento limitado. Eso da pie a sorpresas, ¿eh? Podríamos ver alguna candidatura sorpresa que levante vuelo y cambie las tornas del juego. Siempre hay espacio para la esperanza, mi pana.
Pero la verdadera bomba está en la percepción de quién va a ganar. Un 63% de los consultados, ¡literalmente la gran mayoría!, todavía no se imagina quién va a ser nuestro próximo presidente. Dicen que la incertidumbre es compañera de viaje, pero este caso parece que se salió de control. El 17% cree que Fernández sí puede llegar a Morazán, mientras que un magrito del 5% apuesta por Ramos. ¡Diay, qué papelón!
Si analizamos la situación desde una perspectiva más amplia, vemos que este informe refleja una desconfianza generalizada hacia los partidos políticos tradicionales. El voto está más volátil que hoja seca en noviembre, y la gente busca alternativas, caras nuevas, propuestas frescas. Esto abre oportunidades para aquellos que sepan conectar con las necesidades reales de la población y ofrecer soluciones creíbles.
Además, este estudio nos muestra que, a menos de un año para las elecciones, la contienda apenas comienza. Hay tiempo para que cambien las cosas, para que surjan nuevos líderes, para que las campañas hagan la diferencia. Pero también hay tiempo para que la apatía y la frustración se apoderen de la gente, impidiendo que ejerzan su derecho al voto. La participación ciudadana es crucial para fortalecer nuestra democracia, y todos tenemos un rol que jugar en este proceso. No nos podemos dormir en los laureles, ¡qué torta sería dejar que otros decidan por nosotros!
En fin, la cosa está más que interesante. Laura Fernández aparece como la favorita en este momento, pero el electorado tico sigue más perdido que burro en carnaval. Entonces, yo pregunto: ¿Cree usted que la desconfianza en los partidos tradicionales abrirá paso a una nueva era en la política costarricense, o simplemente seguiremos viendo lo mismo de siempre?
