¡Ay, Dios mío! El fin de semana llegó con un saborcito amargo, mi gente. La Cruz Roja anduvo a toda marcha atendiendo una serie de incidentes que dejaron dos personas fallecidas y cuatro más con graves heridas. Parece que la ola de violencia y descuidos en carretera no da tregua, y esto nos hace pensar qué tan seguros estamos en nuestras calles.
Todo empezó el viernes en la tarde, allá por Esparza de Puntarenas, cuando un mae en moto se estampó contra el suelo. Según los datos, sufrió un vuelco aparatoso y quedó realmente malherido. Lo llevaron corriendo a la clínica más cercana, pero la situación era muy seria desde un principio. Este tipo tenía 33 años, una vida entera por delante, y ahora… bueno, ya saben, se fue al otro lado. Qué sal!
Pero eso no fue todo, diay. La noche se puso aún más oscura con un reporte aterrador desde Pitalito de Aguas Zarcas, en San Carlos. Un joven de 29 años recibió una lluvia de balas, y cuando llegaron los paramédicos, ya era demasiado tarde. La escena, según cuentan algunos testigos, era de película, con un ambiente tenso y mucha desesperación. Se abrió una investigación para tratar de esclarecer qué pasó, quiénes son los responsables, y cuál fue la motivación detrás de este acto terrible. Pero, sinceramente, en estos casos, la verdad suele tardar mucho en salir a la luz.
La tragedia continuó en la madrugada, esta vez en San Juan de Dios de Desamparados. Allí, dos personas sufrieron atentados a bala: un jovencito de 19 años y un señor de 64. Ambos estaban muy mal, con heridas graves en el pecho. Lograron llevarlos a un centro médico, pero lamentablemente, el adulto mayor no resistió y falleció. Esto, además de dolor, deja un vacío enorme en sus familias y amigos. Uno se queda pensando, ¿cuándo vamos a poder vivir tranquilos en nuestro país?
Y para cerrar con broche de tristeza esta cronología de desgracias, en Quepos de Puntarenas ocurrió otra colisión de motos. Dos jóvenes, de 19 y 34 años, resultaron gravemente lesionados y fueron trasladados de urgencia al hospital. Los médicos luchan por estabilizarlos, pero su pronóstico sigue siendo reservado. Imaginen el susto que se llevaron sus familiares y seres queridos al recibir la noticia. Qué torta, tener que pasar por estas cosas.
Estos hechos, obviamente, han encendido todas las alarmas en las autoridades y en la sociedad en general. Se habla de aumentar la vigilancia policial, de implementar medidas preventivas, y de fortalecer programas de sensibilización sobre la importancia de conducir responsablemente y evitar la violencia. Pero, ¿será suficiente? ¿Podremos revertir esta tendencia preocupante que parece estar empeorando con el tiempo? El debate está abierto y las respuestas, lejos de ser fáciles.
Este panorama nos obliga a reflexionar sobre nuestra realidad, a cuestionarnos si estamos haciendo lo suficiente para construir una sociedad más segura y justa. La impunidad parece reinar, y la sensación de inseguridad se apodera de muchos de nosotros. Necesitamos urgentemente encontrar soluciones efectivas que permitan proteger la vida y el bienestar de todos los ciudadanos. No podemos seguir normalizando esta espiral de violencia y fatalidades. Es urgente un cambio de actitud, tanto por parte de las autoridades como de la población en general. Tenemos que asumir nuestra responsabilidad y trabajar juntos para lograr un futuro mejor.
Ante esta sucesión de tragedias, me pregunto: ¿Cuál creen ustedes que es la medida más efectiva que podríamos tomar, como sociedad, para reducir la violencia en nuestras carreteras y disminuir la tasa de criminalidad en Costa Rica?
Todo empezó el viernes en la tarde, allá por Esparza de Puntarenas, cuando un mae en moto se estampó contra el suelo. Según los datos, sufrió un vuelco aparatoso y quedó realmente malherido. Lo llevaron corriendo a la clínica más cercana, pero la situación era muy seria desde un principio. Este tipo tenía 33 años, una vida entera por delante, y ahora… bueno, ya saben, se fue al otro lado. Qué sal!
Pero eso no fue todo, diay. La noche se puso aún más oscura con un reporte aterrador desde Pitalito de Aguas Zarcas, en San Carlos. Un joven de 29 años recibió una lluvia de balas, y cuando llegaron los paramédicos, ya era demasiado tarde. La escena, según cuentan algunos testigos, era de película, con un ambiente tenso y mucha desesperación. Se abrió una investigación para tratar de esclarecer qué pasó, quiénes son los responsables, y cuál fue la motivación detrás de este acto terrible. Pero, sinceramente, en estos casos, la verdad suele tardar mucho en salir a la luz.
La tragedia continuó en la madrugada, esta vez en San Juan de Dios de Desamparados. Allí, dos personas sufrieron atentados a bala: un jovencito de 19 años y un señor de 64. Ambos estaban muy mal, con heridas graves en el pecho. Lograron llevarlos a un centro médico, pero lamentablemente, el adulto mayor no resistió y falleció. Esto, además de dolor, deja un vacío enorme en sus familias y amigos. Uno se queda pensando, ¿cuándo vamos a poder vivir tranquilos en nuestro país?
Y para cerrar con broche de tristeza esta cronología de desgracias, en Quepos de Puntarenas ocurrió otra colisión de motos. Dos jóvenes, de 19 y 34 años, resultaron gravemente lesionados y fueron trasladados de urgencia al hospital. Los médicos luchan por estabilizarlos, pero su pronóstico sigue siendo reservado. Imaginen el susto que se llevaron sus familiares y seres queridos al recibir la noticia. Qué torta, tener que pasar por estas cosas.
Estos hechos, obviamente, han encendido todas las alarmas en las autoridades y en la sociedad en general. Se habla de aumentar la vigilancia policial, de implementar medidas preventivas, y de fortalecer programas de sensibilización sobre la importancia de conducir responsablemente y evitar la violencia. Pero, ¿será suficiente? ¿Podremos revertir esta tendencia preocupante que parece estar empeorando con el tiempo? El debate está abierto y las respuestas, lejos de ser fáciles.
Este panorama nos obliga a reflexionar sobre nuestra realidad, a cuestionarnos si estamos haciendo lo suficiente para construir una sociedad más segura y justa. La impunidad parece reinar, y la sensación de inseguridad se apodera de muchos de nosotros. Necesitamos urgentemente encontrar soluciones efectivas que permitan proteger la vida y el bienestar de todos los ciudadanos. No podemos seguir normalizando esta espiral de violencia y fatalidades. Es urgente un cambio de actitud, tanto por parte de las autoridades como de la población en general. Tenemos que asumir nuestra responsabilidad y trabajar juntos para lograr un futuro mejor.
Ante esta sucesión de tragedias, me pregunto: ¿Cuál creen ustedes que es la medida más efectiva que podríamos tomar, como sociedad, para reducir la violencia en nuestras carreteras y disminuir la tasa de criminalidad en Costa Rica?