¡Ay, Dios mío! Se armó un chinazo aquí en Costa Rica, mi gente. Hoy es el día que todos estábamos esperando (o temiendo, dependiendo de a quién le pregunte), porque el juezecito William Serrano va a dar su veredicto sobre si mandan a Celso Gamboa al norte –léase Estados Unidos– o si lo dejan acá revolcándose entre nosotros. La tensión se siente como un calorazo de agosto, y todos andamos con el corazón en la boca preguntándonos qué pasará con este caso que ha dado tanto de qué hablar.
Como saben, la cosa viene de atrás. La DEA anda tras Gamboa, Pecho de Rata y Profeo hace rato, acusándolos de estar metidos hasta el cuello en negocios turbios con el Cártel del Golfo y otras bandas peligrosas. Dicen que Gamboa era como el cerebro, conectando a los narcos y facilitando la movilización de la blanca. ¡Qué vaina! Un exmagistrado envuelto en un escándalo así, da pena ajena, vamos. La Fiscalía pide extradición; los abogados dicen que no hay pruebas sólidas y que lo quieren crucificar a pedazos. ¡Un brete!
Pero esto no es solo un tema legal, mi pana. Hay mucho en juego. Costa Rica siempre ha tenido fama de ser un país tranquilo, un poquito ingenuo quizás, pero seguro. Este caso pone en tela de juicio nuestra imagen, nos demuestra que el cáncer del narcotráfico llegó hasta nuestros suelos y corrompió instituciones que deberían estar protegiéndonos. Además, la coincidencia con el juicio por uso de documentos falsos complica las cosas para Gamboa. Imagínate tener que enfrentar eso dos veces en un mismo día, ¡qué estrés!
Y hablando de estrés, a Glenda Gamboa, la hermana y abogada, no le pinta fácil defender a su hermano en estas circunstancias. Dice que es un día complicado, que tienen pocas esperanzas de un fallo objetivo. Pero bueno, ahí van, luchando por lo suyo. Que tengan fuerza, porque la van a necesitar. El asunto es que las defensas presentaron argumentos legales contundentes, buscando echar por tierra las acusaciones de la DEA. Veremos si le hacen mella al juez Serrano.
Ahora, hablemos de los otros implicados. Edwin Danney López Vega, alias “Pecho de Rata”, ya había cumplido tiempo en prisión por narcotráfico y salió relativamente poco después. Dicen que usaba una finca en Sixaola como base de operaciones, recibiendo avionetas llenas de droga. ¡Imagínense la escenografía! Y luego tenemos a Jonathan Guillermo Álvarez Alfaro, alias “Profeo” o “Gato”, acusado de lavar millones de dólares producto de actividades ilícitas. Parece que este señor era experto en hacer desaparecer el dinero sucio. ¡Qué maña!
Los hechos que la DEA presenta son bastante fuertes, tienen testimonios, rastreo de movimientos bancarios, conexiones telefónicas… Todo apunta a que estos tres personajes estaban coordinados en una red criminal sofisticada. No es cuento, mi gente, esto parece novela de Pablo Escobar, pero aquí en Costa Rica. La fiscalía ha trabajado duro para presentar toda la evidencia posible y demostrar que la extradición es necesaria para combatir el crimen organizado.
Sea cual sea la decisión del juez Serrano, este caso dejará una marca imborrable en la historia de nuestro país. Ya sea que Gamboa y compañía terminen tras las rejas en Estados Unidos o permanezcan acá bajo la lupa de la justicia costarricense, la verdad es que la confianza en nuestras instituciones se ha visto seriamente dañada. Tenemos que tomar medidas urgentes para fortalecer el sistema judicial, combatir la corrupción y enviar un mensaje claro a los delincuentes: ¡Aquí no les vamos a dar cabida!
Con todo este drama, me pregunto: ¿Cree usted que la extradición de Celso Gamboa y los demás implicados realmente impactará en la lucha contra el narcotráfico en Costa Rica, o será simplemente un episodio más en una larga historia de corrupción e impunidad?
Como saben, la cosa viene de atrás. La DEA anda tras Gamboa, Pecho de Rata y Profeo hace rato, acusándolos de estar metidos hasta el cuello en negocios turbios con el Cártel del Golfo y otras bandas peligrosas. Dicen que Gamboa era como el cerebro, conectando a los narcos y facilitando la movilización de la blanca. ¡Qué vaina! Un exmagistrado envuelto en un escándalo así, da pena ajena, vamos. La Fiscalía pide extradición; los abogados dicen que no hay pruebas sólidas y que lo quieren crucificar a pedazos. ¡Un brete!
Pero esto no es solo un tema legal, mi pana. Hay mucho en juego. Costa Rica siempre ha tenido fama de ser un país tranquilo, un poquito ingenuo quizás, pero seguro. Este caso pone en tela de juicio nuestra imagen, nos demuestra que el cáncer del narcotráfico llegó hasta nuestros suelos y corrompió instituciones que deberían estar protegiéndonos. Además, la coincidencia con el juicio por uso de documentos falsos complica las cosas para Gamboa. Imagínate tener que enfrentar eso dos veces en un mismo día, ¡qué estrés!
Y hablando de estrés, a Glenda Gamboa, la hermana y abogada, no le pinta fácil defender a su hermano en estas circunstancias. Dice que es un día complicado, que tienen pocas esperanzas de un fallo objetivo. Pero bueno, ahí van, luchando por lo suyo. Que tengan fuerza, porque la van a necesitar. El asunto es que las defensas presentaron argumentos legales contundentes, buscando echar por tierra las acusaciones de la DEA. Veremos si le hacen mella al juez Serrano.
Ahora, hablemos de los otros implicados. Edwin Danney López Vega, alias “Pecho de Rata”, ya había cumplido tiempo en prisión por narcotráfico y salió relativamente poco después. Dicen que usaba una finca en Sixaola como base de operaciones, recibiendo avionetas llenas de droga. ¡Imagínense la escenografía! Y luego tenemos a Jonathan Guillermo Álvarez Alfaro, alias “Profeo” o “Gato”, acusado de lavar millones de dólares producto de actividades ilícitas. Parece que este señor era experto en hacer desaparecer el dinero sucio. ¡Qué maña!
Los hechos que la DEA presenta son bastante fuertes, tienen testimonios, rastreo de movimientos bancarios, conexiones telefónicas… Todo apunta a que estos tres personajes estaban coordinados en una red criminal sofisticada. No es cuento, mi gente, esto parece novela de Pablo Escobar, pero aquí en Costa Rica. La fiscalía ha trabajado duro para presentar toda la evidencia posible y demostrar que la extradición es necesaria para combatir el crimen organizado.
Sea cual sea la decisión del juez Serrano, este caso dejará una marca imborrable en la historia de nuestro país. Ya sea que Gamboa y compañía terminen tras las rejas en Estados Unidos o permanezcan acá bajo la lupa de la justicia costarricense, la verdad es que la confianza en nuestras instituciones se ha visto seriamente dañada. Tenemos que tomar medidas urgentes para fortalecer el sistema judicial, combatir la corrupción y enviar un mensaje claro a los delincuentes: ¡Aquí no les vamos a dar cabida!
Con todo este drama, me pregunto: ¿Cree usted que la extradición de Celso Gamboa y los demás implicados realmente impactará en la lucha contra el narcotráfico en Costa Rica, o será simplemente un episodio más en una larga historia de corrupción e impunidad?
