¡Aguante! Parece que la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) anda buscando nuevos bretes para engordar las arcas. Resulta que le dieron luz verde a un proyecto de gasoducto paralelo a la vía interoceánica, uno que promete mover combustible gringo – propano, butano y etano, para los entendidos – desde la costa este de Estados Unidos hasta China, Japón y Corea del Sur. ¡Qué chiva!
Pero espérense, que esto no es tan sencillo como parece. El Canal ya viene batallando con mantener su posición como ruta comercial líder, y ahora surge esta idea de competir consigo mismo. Hasta 2023, más del 90% del combustible que iba de Estados Unidos a Asia pasaba por el Canal, pero ese número ha ido bajando como popote roto. La ACP dice que esto se debe a cambios en el mercado, pero también hay que echarle ojo a la competencia de otras rutas.
La idea es construir un ducto de unos 77 kilómetros, una inversión que podría llegar hasta los ocho mil millones de dólares, dependiendo de qué tanto gas quiera pasar por él. Imagínense la vara, señores; si construyen esa tubería, podrían estar moviendo 2.5 millones de barriles diarios de combustible. ¡Un pura ganancia! Pero también un puro riesgo, porque esos números pueden cambiar más rápido que un colibrí en vuelo. Y ni hablar de los posibles impactos ambientales, que siempre salen a relucir cuando hablamos de proyectos así.
Según la ACP, el aumento en la demanda de gas de petróleo es inevitable, gracias a la industrialización de India y la capacidad exportadora de Estados Unidos. Don Ricaurte Vásquez, el jefe del Canal, está convencido de que si Panamá no hace esto, alguien más lo hará y se les perderá el juguito. Ahí sí que se iría todo al traste, y eso nadie quiere verlo por acá.
Lo curioso es que el Canal ya mueve alrededor del 5% del comercio marítimo mundial, lo que lo convierte en una arteria vital para el mundo. Empresas gigantes como Shell y ExxonMobil ya andan cotizando el proyecto, demostrando que la cosa es seria. Pero a muchos nos queda la duda: ¿realmente necesitamos un gasoducto enorme justo al lado del Canal? ¿No será que estamos poniendo todos los huevos en la misma canasta?
Y ni hablemos de la política. Esta decisión podría tener implicaciones geopolíticas importantes, afectando las relaciones comerciales entre Estados Unidos, Asia y Latinoamérica. Podríamos estar abriendo paso a nuevas dependencias energéticas y tensiones comerciales, todo por querer hacer unas cuantas lucas extras. ¡Qué torta! Porque aunque el dinero es importante, no podemos olvidar el bienestar de nuestro país y el equilibrio del planeta.
Algunos expertos dicen que este proyecto es una apuesta segura, una oportunidad única para diversificar nuestra economía y fortalecer nuestra posición estratégica en el mundo. Otros, más críticos, advierten que podríamos estar creando un monstruo difícil de controlar, un nuevo foco de conflictos y riesgos ambientales. Lo cierto es que la decisión final recae en manos de la ACP, y esperemos que tomen la mejor opción para Costa Rica, sin dejarnos llevar por la ambición.
Con todo esto, me pregunto: ¿Considerando los riesgos económicos, ambientales y geopolíticos, creen ustedes que la construcción de este gasoducto es realmente una buena idea para Panamá? Déjenme sus opiniones en los comentarios, ¡quiero saber qué piensan mis compas!
Pero espérense, que esto no es tan sencillo como parece. El Canal ya viene batallando con mantener su posición como ruta comercial líder, y ahora surge esta idea de competir consigo mismo. Hasta 2023, más del 90% del combustible que iba de Estados Unidos a Asia pasaba por el Canal, pero ese número ha ido bajando como popote roto. La ACP dice que esto se debe a cambios en el mercado, pero también hay que echarle ojo a la competencia de otras rutas.
La idea es construir un ducto de unos 77 kilómetros, una inversión que podría llegar hasta los ocho mil millones de dólares, dependiendo de qué tanto gas quiera pasar por él. Imagínense la vara, señores; si construyen esa tubería, podrían estar moviendo 2.5 millones de barriles diarios de combustible. ¡Un pura ganancia! Pero también un puro riesgo, porque esos números pueden cambiar más rápido que un colibrí en vuelo. Y ni hablar de los posibles impactos ambientales, que siempre salen a relucir cuando hablamos de proyectos así.
Según la ACP, el aumento en la demanda de gas de petróleo es inevitable, gracias a la industrialización de India y la capacidad exportadora de Estados Unidos. Don Ricaurte Vásquez, el jefe del Canal, está convencido de que si Panamá no hace esto, alguien más lo hará y se les perderá el juguito. Ahí sí que se iría todo al traste, y eso nadie quiere verlo por acá.
Lo curioso es que el Canal ya mueve alrededor del 5% del comercio marítimo mundial, lo que lo convierte en una arteria vital para el mundo. Empresas gigantes como Shell y ExxonMobil ya andan cotizando el proyecto, demostrando que la cosa es seria. Pero a muchos nos queda la duda: ¿realmente necesitamos un gasoducto enorme justo al lado del Canal? ¿No será que estamos poniendo todos los huevos en la misma canasta?
Y ni hablemos de la política. Esta decisión podría tener implicaciones geopolíticas importantes, afectando las relaciones comerciales entre Estados Unidos, Asia y Latinoamérica. Podríamos estar abriendo paso a nuevas dependencias energéticas y tensiones comerciales, todo por querer hacer unas cuantas lucas extras. ¡Qué torta! Porque aunque el dinero es importante, no podemos olvidar el bienestar de nuestro país y el equilibrio del planeta.
Algunos expertos dicen que este proyecto es una apuesta segura, una oportunidad única para diversificar nuestra economía y fortalecer nuestra posición estratégica en el mundo. Otros, más críticos, advierten que podríamos estar creando un monstruo difícil de controlar, un nuevo foco de conflictos y riesgos ambientales. Lo cierto es que la decisión final recae en manos de la ACP, y esperemos que tomen la mejor opción para Costa Rica, sin dejarnos llevar por la ambición.
Con todo esto, me pregunto: ¿Considerando los riesgos económicos, ambientales y geopolíticos, creen ustedes que la construcción de este gasoducto es realmente una buena idea para Panamá? Déjenme sus opiniones en los comentarios, ¡quiero saber qué piensan mis compas!
