¡Qué alivio, pura vida! Según el INE, la pobreza en los hogares bajó al 15,2%. Suena chiva, ¿verdad?, como si estuviéramos pegándole al brinco. Pero bueno, a echarle ojo a los detalles porque la cosa no es tan fácil como parece. Después de todo, todavía hay muchísima gente batallando para llegar a fin de mes.
La Enaho, esa encuesta que le hacen al país, nos muestra una disminución de casi tres puntos porcentuales respecto al año pasado, cuando éramos el 18% en condición de pobreza. Eso significa que hay unos 40 mil hogares menos pasando apuros, y eso siempre es motivo para celebrar, diay. Pero no nos vamos a dormir en los laureles, pues todavía queda mucho por hacer para que todos tengamos una vida digna.
Y ni hablar de la pobreza extrema, que también dio una bajada – ahora estamos en el 3,8%, un punto menos que antes – lo que implica que un poquito más de 71 mil familias siguen viviendo en condiciones precarias. Imagínate tener que andar buscando qué comer mañana, sin saber cómo vas a pagar el alquiler... No es una vaina fácil, mae, ni loco. Realmente dan ganas de decir '¡Qué torta!' ver tanta necesidad en nuestro país.
Lo bueno es que la reducción se nota tanto en la capital como en las zonas rurales, lo cual es un indicativo de que las políticas públicas quizás sí estén dando sus frutos, aunque sea poquito a poquito. La Central sigue siendo la zona más estable, donde la gente vive mejor, pero en lugares como la Huetar Caribe, Brunca y Huetar Norte, la cosa se pone más complicada. Ahí es donde realmente tenemos que ponerle empeño, llevándoles ayuda y oportunidades.
Ahora, cuando hablamos de pobreza, no solo importa el dinero, ¿eh? Hay otras cosas que influyen, como acceso a la salud, educación, vivienda digna… Esa es la llamada “pobreza multidimensional”, y ahí seguimos prácticamente igualitos que el año pasado. ¡Qué brete! Significa que aunque ganemos más billetes, si no podemos mandar a los hijos a la escuela o no tenemos dónde vivir, seguimos estando fregados. Entonces, no basta con darle una moneda a alguien; hay que cambiar las estructuras que generan desigualdad.
Y hablando de billetes, el ingreso promedio mensual por hogar subió un ocho por ciento, llegando a los 1.2 millones de colones. Suena chévere, pero eso no quiere decir que todos estén ganando lo mismo. Algunos se llevan la tajada grande, y otros apenas alcanzan a sobrevivir. Hay que recordar que estas cifras son promedios, y que debajo de esos números hay historias de lucha y sacrificio.
Entonces, recapitulando: la pobreza baja, el ingreso sube, pero la pobreza multidimensional sigue igual. Como dirían nuestros abuelos, ‘el río suena, agua no lleva’. Es importante analizar bien estos datos y no dejarnos engañar por las apariencias. Porque si no hacemos las cosas bien, corremos el riesgo de que esta vara se siga poniendo salada para muchos, y nadie quiere eso. Además, es crucial entender que la recuperación económica no beneficia a todos por igual, sino que profundiza las desigualdades si no hay políticas redistributivas efectivas.
Con toda esta información sobre la mesa, me pregunto: ¿Creemos que las políticas actuales son suficientes para combatir la pobreza de manera efectiva y sostenible en Costa Rica, o necesitamos medidas más audaces y transformadoras?
La Enaho, esa encuesta que le hacen al país, nos muestra una disminución de casi tres puntos porcentuales respecto al año pasado, cuando éramos el 18% en condición de pobreza. Eso significa que hay unos 40 mil hogares menos pasando apuros, y eso siempre es motivo para celebrar, diay. Pero no nos vamos a dormir en los laureles, pues todavía queda mucho por hacer para que todos tengamos una vida digna.
Y ni hablar de la pobreza extrema, que también dio una bajada – ahora estamos en el 3,8%, un punto menos que antes – lo que implica que un poquito más de 71 mil familias siguen viviendo en condiciones precarias. Imagínate tener que andar buscando qué comer mañana, sin saber cómo vas a pagar el alquiler... No es una vaina fácil, mae, ni loco. Realmente dan ganas de decir '¡Qué torta!' ver tanta necesidad en nuestro país.
Lo bueno es que la reducción se nota tanto en la capital como en las zonas rurales, lo cual es un indicativo de que las políticas públicas quizás sí estén dando sus frutos, aunque sea poquito a poquito. La Central sigue siendo la zona más estable, donde la gente vive mejor, pero en lugares como la Huetar Caribe, Brunca y Huetar Norte, la cosa se pone más complicada. Ahí es donde realmente tenemos que ponerle empeño, llevándoles ayuda y oportunidades.
Ahora, cuando hablamos de pobreza, no solo importa el dinero, ¿eh? Hay otras cosas que influyen, como acceso a la salud, educación, vivienda digna… Esa es la llamada “pobreza multidimensional”, y ahí seguimos prácticamente igualitos que el año pasado. ¡Qué brete! Significa que aunque ganemos más billetes, si no podemos mandar a los hijos a la escuela o no tenemos dónde vivir, seguimos estando fregados. Entonces, no basta con darle una moneda a alguien; hay que cambiar las estructuras que generan desigualdad.
Y hablando de billetes, el ingreso promedio mensual por hogar subió un ocho por ciento, llegando a los 1.2 millones de colones. Suena chévere, pero eso no quiere decir que todos estén ganando lo mismo. Algunos se llevan la tajada grande, y otros apenas alcanzan a sobrevivir. Hay que recordar que estas cifras son promedios, y que debajo de esos números hay historias de lucha y sacrificio.
Entonces, recapitulando: la pobreza baja, el ingreso sube, pero la pobreza multidimensional sigue igual. Como dirían nuestros abuelos, ‘el río suena, agua no lleva’. Es importante analizar bien estos datos y no dejarnos engañar por las apariencias. Porque si no hacemos las cosas bien, corremos el riesgo de que esta vara se siga poniendo salada para muchos, y nadie quiere eso. Además, es crucial entender que la recuperación económica no beneficia a todos por igual, sino que profundiza las desigualdades si no hay políticas redistributivas efectivas.
Con toda esta información sobre la mesa, me pregunto: ¿Creemos que las políticas actuales son suficientes para combatir la pobreza de manera efectiva y sostenible en Costa Rica, o necesitamos medidas más audaces y transformadoras?