¡Ay, Dios mío! Parece que Melissa nos dio un coscorrón bien duro. La Comisión Nacional de Emergencias (CNE) acaba de dar luz verde a una situación preocupante: inundaciones generalizadas en gran parte del Pacífico, dejando a familias enteras damnificadas y con el agua hasta las cejas. No es cuento, la cosa está fea, y los afectados están buscando techo y comida.
Desde temprano este martes, el panorama se puso oscuro. Huracán Melissa, aunque lejos de nuestras costas, nos envió sus saludos en forma de aguaceros torrenciales e inundaciones repentinas. Alejo Picado, el jefe de la CNE, confirmó que los cantones de Guanacaste y Puntarenas fueron de los primeros en sentir la estocada, con ríos desbordándose y sistemas de alcantarillado colapsados. ¡Qué torta!
En Santa Cruz, por ejemplo, Guayabal sufrió un golpe tremendo con el derrumbe de los drenajes, causando inundaciones considerables. Un árbol cayó encima de una casa – afortunadamente, nadie resultó herido gravemente –, y llantos hubo en Llano de Tempate y El Llanito. El río Seco decidió darse una vuelta por las casas de Los Pargos, Paraíso y 27 de Abril, dejando a muchos sin nada. El río Zapote, ni lento ni cargado, hizo lo mismo en Ostional, San Juanillo y Culiacán; pura pena ajena, diay.
Y Nandayure no se quedó atrás. San Pablo amaneció con calles convertidas en ríos, con daños en viviendas y caminos, otra vez debido a problemas con el alcantarillado. El río San Pablo tampoco quiso quedarse afuera y jugó a empapar a Puerto Tiel. La Cruz Roja, esos cracks siempre dispuestos, movilizó equipos de rescate desde Belén, Cartagena, Filadelfia y Santa Cruz para sacar a niños y adultos mayores de las aguas bravas. Se esforzaron a más no poder, tratando de ponerle remedio a la situación tan complicada que se vivió.
Pero la cosa no termina ahí. La Zona Sur de Puntarenas, que venía arrastrando problemas de inundaciones desde el fin de semana, recibió otro chapuzón inesperado. Hasta Osa sintió el rigor de Melissa, con el río Sierpe desbordándose nuevamente, reventando la poca calma que tenían las comunidades de San Juan y otras que ya habían padecido golpes similares. En Garabito, varias barriadas quedaron bajo el agua por la saturación de los caños, y Golfito y Corredores siguen lidiando con las secuelas de estos días tan complicados.
Actualmente, solo hay un refugio habilitado en Puerto Jiménez, donde descansan 16 personas. Pero eso puede cambiar rápido, según las necesidades que vayan surgiendo a medida que avanzan las operaciones de evacuación. Ojalá que puedan brindarles cobijo y alimento dignamente, porque esta gente necesita toda la ayuda posible.
La CNE mantiene la alerta naranja en el Pacífico, un aviso serio para que todos estén pendientes y tomen precauciones. La Zona Norte y el Valle Central están en alerta amarilla, y el Caribe, por ahora, respira tranquilo en color verde. Esperemos que así se quede, pero la incertidumbre sigue latente en el ambiente. ¡Qué brete nos tocó vivir!
Con tantas familias sufriendo pérdidas y desplazadas, me pregunto: ¿Qué medidas cree usted que debería tomar el gobierno a largo plazo para mitigar los efectos de fenómenos meteorológicos extremos como Melissa, y cómo podemos construir comunidades más resilientes frente a estos desafíos crecientes?
Desde temprano este martes, el panorama se puso oscuro. Huracán Melissa, aunque lejos de nuestras costas, nos envió sus saludos en forma de aguaceros torrenciales e inundaciones repentinas. Alejo Picado, el jefe de la CNE, confirmó que los cantones de Guanacaste y Puntarenas fueron de los primeros en sentir la estocada, con ríos desbordándose y sistemas de alcantarillado colapsados. ¡Qué torta!
En Santa Cruz, por ejemplo, Guayabal sufrió un golpe tremendo con el derrumbe de los drenajes, causando inundaciones considerables. Un árbol cayó encima de una casa – afortunadamente, nadie resultó herido gravemente –, y llantos hubo en Llano de Tempate y El Llanito. El río Seco decidió darse una vuelta por las casas de Los Pargos, Paraíso y 27 de Abril, dejando a muchos sin nada. El río Zapote, ni lento ni cargado, hizo lo mismo en Ostional, San Juanillo y Culiacán; pura pena ajena, diay.
Y Nandayure no se quedó atrás. San Pablo amaneció con calles convertidas en ríos, con daños en viviendas y caminos, otra vez debido a problemas con el alcantarillado. El río San Pablo tampoco quiso quedarse afuera y jugó a empapar a Puerto Tiel. La Cruz Roja, esos cracks siempre dispuestos, movilizó equipos de rescate desde Belén, Cartagena, Filadelfia y Santa Cruz para sacar a niños y adultos mayores de las aguas bravas. Se esforzaron a más no poder, tratando de ponerle remedio a la situación tan complicada que se vivió.
Pero la cosa no termina ahí. La Zona Sur de Puntarenas, que venía arrastrando problemas de inundaciones desde el fin de semana, recibió otro chapuzón inesperado. Hasta Osa sintió el rigor de Melissa, con el río Sierpe desbordándose nuevamente, reventando la poca calma que tenían las comunidades de San Juan y otras que ya habían padecido golpes similares. En Garabito, varias barriadas quedaron bajo el agua por la saturación de los caños, y Golfito y Corredores siguen lidiando con las secuelas de estos días tan complicados.
Actualmente, solo hay un refugio habilitado en Puerto Jiménez, donde descansan 16 personas. Pero eso puede cambiar rápido, según las necesidades que vayan surgiendo a medida que avanzan las operaciones de evacuación. Ojalá que puedan brindarles cobijo y alimento dignamente, porque esta gente necesita toda la ayuda posible.
La CNE mantiene la alerta naranja en el Pacífico, un aviso serio para que todos estén pendientes y tomen precauciones. La Zona Norte y el Valle Central están en alerta amarilla, y el Caribe, por ahora, respira tranquilo en color verde. Esperemos que así se quede, pero la incertidumbre sigue latente en el ambiente. ¡Qué brete nos tocó vivir!
Con tantas familias sufriendo pérdidas y desplazadas, me pregunto: ¿Qué medidas cree usted que debería tomar el gobierno a largo plazo para mitigar los efectos de fenómenos meteorológicos extremos como Melissa, y cómo podemos construir comunidades más resilientes frente a estos desafíos crecientes?