¡Ay, Dios mío! Tremendo logro para la ciencia mundial, ¿eh? Este miércoles se cayeron las bolas del Nobel de Química sobre tres figuras clave: el japonés Susumu Kitagawa, el jordano-estadounidense Omar M. Yaghi y el británico Richard K. Robson. Parece que anduvieron picoteando en unas cositas que llaman estructuras metalorgánicas, y ahora se llevan el premio gordo. ¡Imagínate, pura máquina!
Para ponerlos en onda, estos señores han estado trabajando en construir unos armazones moleculares tipo LEGO, pero a escala atómica. No es broma, crean mallas súper porosas donde puedes meter casi cualquier cosa. Lo bueno es que no son cualquier cosa; permiten absorber agua del aire seco como churro, atrapar el dióxido de carbono que nos está ahogando y hasta guardar gases tóxicos. Se supone que esto podría ayudar a solucionar problemas medioambientales bien gordos, así que ¡qué chimba!
Según me comentan los expertos, aunque los nombres de Yaghi y Kitagawa venían dando vueltas en la quiniela desde hace tiempo, era cuestión de tiempo que les dieran el espaldarazo. Son como esos mae que siempre le echan ganas, ¿me entienden? Nunca descansan hasta conseguir lo que se proponen. El jurado Nobel recalcó que estos marcos metalorgánicos abren puertas a materiales con capacidades totalmente nuevas, cosas que antes eran puro cuento.
Ahora, si nos ponemos a ver qué significa esto para nosotros acá en Costa Rica, pues ahí hay tela que cortar. Pura oportunidad para investigar y desarrollar tecnologías limpias. Imaginen tener plantas de captura de carbono hechas con estos materiales, reduciendo nuestra huella y contribuyendo a frenar el cambio climático. Podríamos exportar tecnología verde, y eso sí que estaría a cachete. Sería un buen impulso para la economía y para mostrarle al mundo que acá también sabemos hacer cosas chingonas.
Para entender mejor el contexto, el año pasado el premio de Química se lo llevaron otros científicos que estaban jugando con el ADN y descifrando cómo funcionan las proteínas. Ya saben, la ciencia va avanzando a pasos agigantados. Esto demuestra que el interés en la química de materiales es creciente y que hay mucha investigación interesante por venir. Siempre buscando maneras de mejorar nuestro día a día y del planeta entero.
El presidente del comité Nobel, Heiner Linke, se puso poético diciendo que estos materiales podrían permitirnos diseñar cosas a medida con funciones inimaginables. Suena a película de ciencia ficción, pero es la realidad que estamos viviendo. Piensen en ropa que regula la temperatura corporal automáticamente, edificios que limpian el aire o filtros de agua ultraeficientes. ¡Las posibilidades son infinitas! Claro, como dice mi abu, “pa’ todo hay un precio”, y seguramente habrá retos técnicos y económicos que superar.
En otras noticias del circuito, la temporada de Premios Nobel sigue candela. Ya se entregaron los de Medicina y Física, premiando avances significativos en inmunología y física cuántica, respectivamente. Luego vendrán los de Literatura, la Paz y Economía, para cerrar con broche de oro el próximo lunes. Vaya, dicen que Alfred Nobel, el inventor del premio, quería reconocer a quienes aportan el mayor beneficio a la humanidad... y parece que este año cumplieron cabalmente con su deseo.
Bueno, compañeros, dejando atrás la teoría y poniéndonos más prácticos: Con todas estas innovaciones en ciencia de materiales, ¿creen que Costa Rica debería invertir más recursos en investigación y desarrollo de tecnologías verdes basadas en estructuras metalorgánicas, o deberíamos enfocarnos en áreas diferentes para impulsar nuestra economía? ¡Demos el rollo en el foro!
Para ponerlos en onda, estos señores han estado trabajando en construir unos armazones moleculares tipo LEGO, pero a escala atómica. No es broma, crean mallas súper porosas donde puedes meter casi cualquier cosa. Lo bueno es que no son cualquier cosa; permiten absorber agua del aire seco como churro, atrapar el dióxido de carbono que nos está ahogando y hasta guardar gases tóxicos. Se supone que esto podría ayudar a solucionar problemas medioambientales bien gordos, así que ¡qué chimba!
Según me comentan los expertos, aunque los nombres de Yaghi y Kitagawa venían dando vueltas en la quiniela desde hace tiempo, era cuestión de tiempo que les dieran el espaldarazo. Son como esos mae que siempre le echan ganas, ¿me entienden? Nunca descansan hasta conseguir lo que se proponen. El jurado Nobel recalcó que estos marcos metalorgánicos abren puertas a materiales con capacidades totalmente nuevas, cosas que antes eran puro cuento.
Ahora, si nos ponemos a ver qué significa esto para nosotros acá en Costa Rica, pues ahí hay tela que cortar. Pura oportunidad para investigar y desarrollar tecnologías limpias. Imaginen tener plantas de captura de carbono hechas con estos materiales, reduciendo nuestra huella y contribuyendo a frenar el cambio climático. Podríamos exportar tecnología verde, y eso sí que estaría a cachete. Sería un buen impulso para la economía y para mostrarle al mundo que acá también sabemos hacer cosas chingonas.
Para entender mejor el contexto, el año pasado el premio de Química se lo llevaron otros científicos que estaban jugando con el ADN y descifrando cómo funcionan las proteínas. Ya saben, la ciencia va avanzando a pasos agigantados. Esto demuestra que el interés en la química de materiales es creciente y que hay mucha investigación interesante por venir. Siempre buscando maneras de mejorar nuestro día a día y del planeta entero.
El presidente del comité Nobel, Heiner Linke, se puso poético diciendo que estos materiales podrían permitirnos diseñar cosas a medida con funciones inimaginables. Suena a película de ciencia ficción, pero es la realidad que estamos viviendo. Piensen en ropa que regula la temperatura corporal automáticamente, edificios que limpian el aire o filtros de agua ultraeficientes. ¡Las posibilidades son infinitas! Claro, como dice mi abu, “pa’ todo hay un precio”, y seguramente habrá retos técnicos y económicos que superar.
En otras noticias del circuito, la temporada de Premios Nobel sigue candela. Ya se entregaron los de Medicina y Física, premiando avances significativos en inmunología y física cuántica, respectivamente. Luego vendrán los de Literatura, la Paz y Economía, para cerrar con broche de oro el próximo lunes. Vaya, dicen que Alfred Nobel, el inventor del premio, quería reconocer a quienes aportan el mayor beneficio a la humanidad... y parece que este año cumplieron cabalmente con su deseo.
Bueno, compañeros, dejando atrás la teoría y poniéndonos más prácticos: Con todas estas innovaciones en ciencia de materiales, ¿creen que Costa Rica debería invertir más recursos en investigación y desarrollo de tecnologías verdes basadas en estructuras metalorgánicas, o deberíamos enfocarnos en áreas diferentes para impulsar nuestra economía? ¡Demos el rollo en el foro!