Ay, mae... esto sí que pegó duro por Purral. Anoche, entre la lluvia torrencial y los relámpagos, una familia entera se vino abajo con la desaparición de un nene de apenas seis añitos. Se dice que cayó en una alcantarilla mientras jugaba cerca de su casa, y desde entonces, pura angustia y preocupación en el barrio.
Según nos cuentan los vecinos, la cosa estaba feísima ayer. La lluvia no daba tregua, y el río, bueno, parecía un toro salvaje. El agua creció rapidísimo, inundando las calles y arrastrando todo lo que encontraba a su paso. El pobre nene, dicen, resbaló y ¡zas!, directo al desagüe. ¡Qué torta!
Los bomberos llegaron pitando, con todas las luces encendidas. También la Cruz Roja, con ambulancias y equipos especializados. Parecía película, pero la realidad era bien dura. Vimos a los bomeros metidos hasta la cintura en el agua, buscando entre la mugre y los desechos. Pura valentía, pero también mucha impotencia, porque la corriente estaba tremenda.
El brete para los rescatistas es complicado, dicen, porque la alcantarilla está vieja y llena de obstáculos. Además, la lluvia sigue cayendo, aunque ya no tan fuerte. Están usando cámaras especiales para tratar de ubicar al nene, pero la visibilidad es casi nula. La esperanza va disminuyendo con las horas, pero ahí siguen, buscando incansablemente.
La municipalidad de Goicoechea, claro, salió con comunicados diciendo que van a revisar los sistemas de drenaje, pero ahora eso no interesa a nadie. Lo que importa es encontrar al niño sano y salvo. Los vecinos, mientras tanto, andan ofreciendo café, pan dulce y cualquier ayuda que puedan dar a la familia, que está desconsolada. Uno se pone a pensar qué pena que siempre pasa lo mismo, justo cuando más llueve.
Esta situación nos recuerda lo grave que están las cosas con nuestros sistemas pluviales. Siempre hemos sabido que las alcantarillas son un peligro, especialmente para los niños, pero parece que nunca se hace lo suficiente para arreglarlas. Ya van varios años escuchando promesas de mejoras, pero la realidad es que seguimos viendo las mismas escenas de pánico y destrucción cada vez que llueve a cántaros. ¡Qué despiche!
Y hablando de despiches, me acuerdo de aquella ocasión en Tibás, cuando se inundó toda la calle y los carros quedaron varados hasta la mitad de las ruedas. Esa vara quedó grabadita en mi memoria. Pero este caso de Purral es diferente, porque involucra a un inocente, a un niño pequeño que solo quería jugar. Eso da más tristeza, mae. Deberíamos hacernos responsables como sociedad y exigir soluciones reales a nuestras autoridades. No podemos seguir esperando que la tragedia nos golpeé cada año.
Ahora, me pregunto… ¿Deberíamos obligar a las municipalidades a invertir más recursos en mejorar la infraestructura básica, como los sistemas de drenaje, o creen que las campañas de prevención son suficientes para evitar estas situaciones tan dolorosas? Déjenme leer sus opiniones en el foro; necesito saber qué piensa la gente sobre este tema que nos afecta a todos los costarricenses.
Según nos cuentan los vecinos, la cosa estaba feísima ayer. La lluvia no daba tregua, y el río, bueno, parecía un toro salvaje. El agua creció rapidísimo, inundando las calles y arrastrando todo lo que encontraba a su paso. El pobre nene, dicen, resbaló y ¡zas!, directo al desagüe. ¡Qué torta!
Los bomberos llegaron pitando, con todas las luces encendidas. También la Cruz Roja, con ambulancias y equipos especializados. Parecía película, pero la realidad era bien dura. Vimos a los bomeros metidos hasta la cintura en el agua, buscando entre la mugre y los desechos. Pura valentía, pero también mucha impotencia, porque la corriente estaba tremenda.
El brete para los rescatistas es complicado, dicen, porque la alcantarilla está vieja y llena de obstáculos. Además, la lluvia sigue cayendo, aunque ya no tan fuerte. Están usando cámaras especiales para tratar de ubicar al nene, pero la visibilidad es casi nula. La esperanza va disminuyendo con las horas, pero ahí siguen, buscando incansablemente.
La municipalidad de Goicoechea, claro, salió con comunicados diciendo que van a revisar los sistemas de drenaje, pero ahora eso no interesa a nadie. Lo que importa es encontrar al niño sano y salvo. Los vecinos, mientras tanto, andan ofreciendo café, pan dulce y cualquier ayuda que puedan dar a la familia, que está desconsolada. Uno se pone a pensar qué pena que siempre pasa lo mismo, justo cuando más llueve.
Esta situación nos recuerda lo grave que están las cosas con nuestros sistemas pluviales. Siempre hemos sabido que las alcantarillas son un peligro, especialmente para los niños, pero parece que nunca se hace lo suficiente para arreglarlas. Ya van varios años escuchando promesas de mejoras, pero la realidad es que seguimos viendo las mismas escenas de pánico y destrucción cada vez que llueve a cántaros. ¡Qué despiche!
Y hablando de despiches, me acuerdo de aquella ocasión en Tibás, cuando se inundó toda la calle y los carros quedaron varados hasta la mitad de las ruedas. Esa vara quedó grabadita en mi memoria. Pero este caso de Purral es diferente, porque involucra a un inocente, a un niño pequeño que solo quería jugar. Eso da más tristeza, mae. Deberíamos hacernos responsables como sociedad y exigir soluciones reales a nuestras autoridades. No podemos seguir esperando que la tragedia nos golpeé cada año.
Ahora, me pregunto… ¿Deberíamos obligar a las municipalidades a invertir más recursos en mejorar la infraestructura básica, como los sistemas de drenaje, o creen que las campañas de prevención son suficientes para evitar estas situaciones tan dolorosas? Déjenme leer sus opiniones en el foro; necesito saber qué piensa la gente sobre este tema que nos afecta a todos los costarricenses.