¡Ay, Dios mío, qué vareta! Resulta que en el Hospital México, justo donde uno espera que tengan todo para atenderte bien, hay una bronca gorda con los medicamentos. No es cuento, parece que andan buscando fentanilo, morfina, ketamina... ¡los esenciales! Pero, ¿dónde andan? Pues ahí nomás, desaparecidos del inventario físico mientras el sistema dice que todo está controlado. Esto sí que da qué pensar, ¿verdad?
La vainera salió a la luz porque Douglas Montero, el director del Hospital México, lleva meses echándole agua al molino, advirtiendo que el nuevo sistema ERP-SAP estaba generando más lío que otra cosa. Él avisó, papi, desde junio que algo raro pasaba con el inventario. Parece que hablarle a la CCSS es como hablarle a la pared, porque tardaron una eternidad en ponerle atención. El pobre hombre tuvo que irse directo al Ministerio de Salud a clavarle el puesto.
Y no es que el problema fuera menor. Montero, con toda la razón del mundo, denunció un aparente incumplimiento de la ley de estupefacientes. Imagínate, estar jugando con medicamentos tan delicados como esos, y tener fallas en el control. ¡Una torta monumental! Según él, el sistema está siendo manipulado por gente que ni siquiera trabaja en el hospital, metiendo datos erróneos y haciendo que la información sea inútil. 'No es posible asumir responsabilidad', decía él, 'porque la info ya no sirve pa' ná.'
Lo más grave es que desde junio el director venía alertando sobre los posibles riesgos: demoras en los tratamientos, falta de medicamentos porque los proveedores no les pagan (¡qué sal!), y hasta el peligro de que los pacientes mueran o sufran complicaciones si no reciben sus dosis a tiempo. Además, está la maraña de papeleo y los recursos de amparo que se acumulan por la falta de claridad en los inventarios. Es como si estuvieran sentados esperando a que algo explote, ¿no creen?
Uno pensaría que ante tanta alarma, la CCSS tomaría cartas en el asunto de inmediato. ¡Pero no! Parece que tuvieron que esperar a que el Ministerio de Salud emitiera una orden sanitaria para moverse. Un mes entero pasó, ¡un mes!, mientras el director luchaba contra la burocracia y la incertidumbre. En agosto ya había reportado una diferencia de 1,100 unidades de morfina… ¡imagínate la magnitud del problema!
Y no solo eso, también reveló que se estaba llevando controles manuales, cargando datos a mano porque el sistema no funcionaba correctamente. Obviamente, esto hacía imposible devolver los medicamentos sobrantes, creando un vacío en el control interno. Se estaban fiando de números que no coincidían con la realidad, como jugar a la ruleta rusa. Esto demuestra una falla enorme en el sistema, y pone en riesgo la salud pública entera, diay.
Ahora, con la orden sanitaria emitida, esperan que las cosas cambien. Pero la confianza ya no es la misma. Uno no sabe si pueden confiar en el sistema informático ni en las cifras que manejan. Esta vaina pinta feo, y nos deja pensando si realmente estamos seguros de recibir la atención médica adecuada cuando más la necesitamos. Que pena que tengamos que estar pendientes de estas cositas, ¿verdad?
La verdad es que este caso abre muchísimas preguntas. ¿Cómo es posible que una institución como la CCSS permita que ocurra una falla de esta magnitud? ¿Quién será responsable de asegurar que los medicamentos lleguen a quienes los necesitan? Y lo más importante, ¿qué medidas tomarán para evitar que esto vuelva a pasar y proteger la salud de todos los costarricenses? Díganme, ¿ustedes se sentirían tranquilos sabiendo que en el hospital donde van a buscar ayuda, los medicamentos podrían faltar?
La vainera salió a la luz porque Douglas Montero, el director del Hospital México, lleva meses echándole agua al molino, advirtiendo que el nuevo sistema ERP-SAP estaba generando más lío que otra cosa. Él avisó, papi, desde junio que algo raro pasaba con el inventario. Parece que hablarle a la CCSS es como hablarle a la pared, porque tardaron una eternidad en ponerle atención. El pobre hombre tuvo que irse directo al Ministerio de Salud a clavarle el puesto.
Y no es que el problema fuera menor. Montero, con toda la razón del mundo, denunció un aparente incumplimiento de la ley de estupefacientes. Imagínate, estar jugando con medicamentos tan delicados como esos, y tener fallas en el control. ¡Una torta monumental! Según él, el sistema está siendo manipulado por gente que ni siquiera trabaja en el hospital, metiendo datos erróneos y haciendo que la información sea inútil. 'No es posible asumir responsabilidad', decía él, 'porque la info ya no sirve pa' ná.'
Lo más grave es que desde junio el director venía alertando sobre los posibles riesgos: demoras en los tratamientos, falta de medicamentos porque los proveedores no les pagan (¡qué sal!), y hasta el peligro de que los pacientes mueran o sufran complicaciones si no reciben sus dosis a tiempo. Además, está la maraña de papeleo y los recursos de amparo que se acumulan por la falta de claridad en los inventarios. Es como si estuvieran sentados esperando a que algo explote, ¿no creen?
Uno pensaría que ante tanta alarma, la CCSS tomaría cartas en el asunto de inmediato. ¡Pero no! Parece que tuvieron que esperar a que el Ministerio de Salud emitiera una orden sanitaria para moverse. Un mes entero pasó, ¡un mes!, mientras el director luchaba contra la burocracia y la incertidumbre. En agosto ya había reportado una diferencia de 1,100 unidades de morfina… ¡imagínate la magnitud del problema!
Y no solo eso, también reveló que se estaba llevando controles manuales, cargando datos a mano porque el sistema no funcionaba correctamente. Obviamente, esto hacía imposible devolver los medicamentos sobrantes, creando un vacío en el control interno. Se estaban fiando de números que no coincidían con la realidad, como jugar a la ruleta rusa. Esto demuestra una falla enorme en el sistema, y pone en riesgo la salud pública entera, diay.
Ahora, con la orden sanitaria emitida, esperan que las cosas cambien. Pero la confianza ya no es la misma. Uno no sabe si pueden confiar en el sistema informático ni en las cifras que manejan. Esta vaina pinta feo, y nos deja pensando si realmente estamos seguros de recibir la atención médica adecuada cuando más la necesitamos. Que pena que tengamos que estar pendientes de estas cositas, ¿verdad?
La verdad es que este caso abre muchísimas preguntas. ¿Cómo es posible que una institución como la CCSS permita que ocurra una falla de esta magnitud? ¿Quién será responsable de asegurar que los medicamentos lleguen a quienes los necesitan? Y lo más importante, ¿qué medidas tomarán para evitar que esto vuelva a pasar y proteger la salud de todos los costarricenses? Díganme, ¿ustedes se sentirían tranquilos sabiendo que en el hospital donde van a buscar ayuda, los medicamentos podrían faltar?