¡Ay, Dios mío! Esto sí que es un brete. Un funcionario del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), nuestro guardián de la naturaleza allá en la Isla del Coco, se fue de paseo inesperado… directo a un precipicio de unos 30 metritos. Imagínatelo, ahí abajo, entre selva y olas… ¡qué susto!
Según nos cuentan los compañeros del cuerpo de bomberos, la movida pasó el martes pasado. Al parecer, el pobre tipo estaba haciendo sus labores de vigilancia cuando, diay, resbaló y pum, ¡para abajo! Lo bueno es que, a pesar de la caída monumental, parece que llegó con vida, aunque bien agarrado a la tierra ahí abajo.
La verdad es que la Isla del Coco es un lugar mágico, pero también peligroso. Con esos acantilados y esa jungla espesa, cualquier cosita puede pasar. Por eso mismo, los equipos de rescate se enfrentan a un verdadero desafío. Han tenido que desplegar toda su maquinaria para llegar hasta donde está el señor y poder sacarlo de allí.
El operativo, les digo, no ha sido fácil. Las condiciones del terreno son complicadísimas, la vegetación impide el acceso directo y además, tenemos que sumar el factor marítimo. Pero los bomberos, con toda su experiencia y valentía, no se andan con rodeos y están dando lo mejor de sí para traerlo arriba sano y salvo. ¡Son unos cracks!
Hemos podido averiguar que el plan de acción es el siguiente: primero, asegurar al compañero con cuerdas y arneses especiales; luego, izarlo poco a poco hasta una zona segura; finalmente, subirlo a una embarcación y trasladarlo a algún hospital costero para que reciba atención médica adecuada. ¡Esperemos que todo salga chupete!
Este incidente, además de preocuparnos por la salud del funcionario, nos hace reflexionar sobre las condiciones laborales de quienes protegen nuestros parques nacionales. Muchos de estos lugares, como el Coco, son de difícil acceso y presentan riesgos inherentes a su propia naturaleza. ¿Será que necesitamos invertir más en seguridad y equipamiento para estas personas?
Y hablando de cosas importantes, me comentaba mi abuela doña Elena que esto del clima está cada vez más loco. Entre tormentas tropicales, sequías prolongadas y temperaturas extremas, parece que la Pachamama está enfadada. Quizás debamos empezar a tomar cartas en el asunto y cuidar mejor nuestro planeta antes de que sea demasiado tarde. ¡Un cambio radical en nuestras costumbres podría ser la solución!
En fin, mientras tanto, seguimos esperando buenas noticias sobre el rescate del funcionario del Sinac. ¿Ustedes qué opinan? ¿Creen que se debería aumentar la inversión en la seguridad de los trabajadores del Sinac y otros organismos relacionados con la conservación ambiental?
Según nos cuentan los compañeros del cuerpo de bomberos, la movida pasó el martes pasado. Al parecer, el pobre tipo estaba haciendo sus labores de vigilancia cuando, diay, resbaló y pum, ¡para abajo! Lo bueno es que, a pesar de la caída monumental, parece que llegó con vida, aunque bien agarrado a la tierra ahí abajo.
La verdad es que la Isla del Coco es un lugar mágico, pero también peligroso. Con esos acantilados y esa jungla espesa, cualquier cosita puede pasar. Por eso mismo, los equipos de rescate se enfrentan a un verdadero desafío. Han tenido que desplegar toda su maquinaria para llegar hasta donde está el señor y poder sacarlo de allí.
El operativo, les digo, no ha sido fácil. Las condiciones del terreno son complicadísimas, la vegetación impide el acceso directo y además, tenemos que sumar el factor marítimo. Pero los bomberos, con toda su experiencia y valentía, no se andan con rodeos y están dando lo mejor de sí para traerlo arriba sano y salvo. ¡Son unos cracks!
Hemos podido averiguar que el plan de acción es el siguiente: primero, asegurar al compañero con cuerdas y arneses especiales; luego, izarlo poco a poco hasta una zona segura; finalmente, subirlo a una embarcación y trasladarlo a algún hospital costero para que reciba atención médica adecuada. ¡Esperemos que todo salga chupete!
Este incidente, además de preocuparnos por la salud del funcionario, nos hace reflexionar sobre las condiciones laborales de quienes protegen nuestros parques nacionales. Muchos de estos lugares, como el Coco, son de difícil acceso y presentan riesgos inherentes a su propia naturaleza. ¿Será que necesitamos invertir más en seguridad y equipamiento para estas personas?
Y hablando de cosas importantes, me comentaba mi abuela doña Elena que esto del clima está cada vez más loco. Entre tormentas tropicales, sequías prolongadas y temperaturas extremas, parece que la Pachamama está enfadada. Quizás debamos empezar a tomar cartas en el asunto y cuidar mejor nuestro planeta antes de que sea demasiado tarde. ¡Un cambio radical en nuestras costumbres podría ser la solución!
En fin, mientras tanto, seguimos esperando buenas noticias sobre el rescate del funcionario del Sinac. ¿Ustedes qué opinan? ¿Creen que se debería aumentar la inversión en la seguridad de los trabajadores del Sinac y otros organismos relacionados con la conservación ambiental?