¡Ay, Dios mío! Pues fíjate que la cosa se puso bien interesante en el bundeo del MEP. Después de tanto parloteo y análisis, parece que le dieron adiós al arrastre de materias en secundaria. Desde el 2026, si te vas al traste en alguna materia, tendrás que repetir todo el año, ¡pa’ qué te cuento! Ya no habrá salvavidas pa’ esos que andaban sacando notas bizcas en unas y dejando varadas otras.
Todo esto viene incluido en el nuevo Reglamento de Evaluación de los Aprendizajes y la Conducta (REAC), que aprobaron hace poco en el Consejo Superior de Educación. Básicamente, ya no podrás ir avanzando a punta de medias tintas, asumiendo que porque pasaste matemáticas, te libras de historia. Ahora toca darle duro a todas las materias si quieres subir de nivel, chunche. Esto promete removerle el polvo a algunos estudiantes, pero también pone presión extra.
El ministro José Leonardo Sánchez, tratando de justificarse, dijo que el arrastre no estaba haciendo ningún favor al sistema educativo. Según él, en vez de ayudar a aprender, estaba generando más problemas, tanto para los alumnos como para los profes. “Terminó siendo un cuello de botella,” sentenció, como diciendo ‘ya basta de tanta chinche con eso’. Se nota que querían quitarse un peso de encima, diay.
Y ojo, porque la cosa no pinta bonita para todos. Entre los datos que sacaron a relucir, mencionaron que muchos estudiantes, especialmente los que llevan tiempo estudiando – esos que ya casi tienen edad pa’ tener nietos –, se quedaban atascados por años, acumulando materias y sin poder salir adelante. Imagínate la vara… repetir cursos por montones, sintiéndote como un pez fuera del agua. Eso sí quita las ganas de estudiar, mael.
Pa’ ponerle contexto, el arrastre nació allá por el 2009, como una jugada pa' bajar la tasa de deserción escolar. En teoría, te permitían ir avanzando aunque reprobaras algunas asignaturas. Pero resulta que, según las estadísticas del MEP, entre 2016 y 2021, ¡casi 40 mil estudiantes usaron este sistema! Y ¿la recompensa? Ninguna mejora significativa en sus calificaciones ni en su permanencia en el colegio. Un verdadero despiche.
Rocío Solís, que ya sabe bastante de estas cosas porque fue viceministra académica, expresó que el arrastre había perdido su enfoque original. Con el tiempo, se convirtió en una simple herramienta administrativa, olvidándose de lo importante: la pedagogía. Además, añadió que esta práctica fragmentaba la enseñanza, complicaba el seguimiento a los estudiantes y afectaba su motivación, teniendo que lidiar con grupos de edades muy distintas en las mismas clases. Una verdadera mezcla rara, vamos.
Ahora, el gran reto del MEP es asegurarse de que esta nueva regla no termine echando a más puros de la escuela. Toca reforzar los programas de apoyo y nivelación para que los estudiantes tengan las herramientas necesarias para enfrentar este desafío. Porque si no, podríamos estar creando una generación de estudiantes frustrados y desesperanzados, y nadie quiere eso. Hay que ver cómo se implementa esto en la práctica, porque hablar es fácil, pero hacer es otra cosa.
En fin, pues… esta nueva medida seguramente generará mucho debate. ¿Será que realmente va a mejorar la calidad de la educación secundaria o simplemente estamos cambiando una torta por otra? ¿Creen que el MEP tendrá los recursos y la capacidad de brindar el apoyo necesario a los estudiantes para que puedan afrontar esta transición sin mayores problemas? ¡Compartan sus opiniones en el foro, mae!
Todo esto viene incluido en el nuevo Reglamento de Evaluación de los Aprendizajes y la Conducta (REAC), que aprobaron hace poco en el Consejo Superior de Educación. Básicamente, ya no podrás ir avanzando a punta de medias tintas, asumiendo que porque pasaste matemáticas, te libras de historia. Ahora toca darle duro a todas las materias si quieres subir de nivel, chunche. Esto promete removerle el polvo a algunos estudiantes, pero también pone presión extra.
El ministro José Leonardo Sánchez, tratando de justificarse, dijo que el arrastre no estaba haciendo ningún favor al sistema educativo. Según él, en vez de ayudar a aprender, estaba generando más problemas, tanto para los alumnos como para los profes. “Terminó siendo un cuello de botella,” sentenció, como diciendo ‘ya basta de tanta chinche con eso’. Se nota que querían quitarse un peso de encima, diay.
Y ojo, porque la cosa no pinta bonita para todos. Entre los datos que sacaron a relucir, mencionaron que muchos estudiantes, especialmente los que llevan tiempo estudiando – esos que ya casi tienen edad pa’ tener nietos –, se quedaban atascados por años, acumulando materias y sin poder salir adelante. Imagínate la vara… repetir cursos por montones, sintiéndote como un pez fuera del agua. Eso sí quita las ganas de estudiar, mael.
Pa’ ponerle contexto, el arrastre nació allá por el 2009, como una jugada pa' bajar la tasa de deserción escolar. En teoría, te permitían ir avanzando aunque reprobaras algunas asignaturas. Pero resulta que, según las estadísticas del MEP, entre 2016 y 2021, ¡casi 40 mil estudiantes usaron este sistema! Y ¿la recompensa? Ninguna mejora significativa en sus calificaciones ni en su permanencia en el colegio. Un verdadero despiche.
Rocío Solís, que ya sabe bastante de estas cosas porque fue viceministra académica, expresó que el arrastre había perdido su enfoque original. Con el tiempo, se convirtió en una simple herramienta administrativa, olvidándose de lo importante: la pedagogía. Además, añadió que esta práctica fragmentaba la enseñanza, complicaba el seguimiento a los estudiantes y afectaba su motivación, teniendo que lidiar con grupos de edades muy distintas en las mismas clases. Una verdadera mezcla rara, vamos.
Ahora, el gran reto del MEP es asegurarse de que esta nueva regla no termine echando a más puros de la escuela. Toca reforzar los programas de apoyo y nivelación para que los estudiantes tengan las herramientas necesarias para enfrentar este desafío. Porque si no, podríamos estar creando una generación de estudiantes frustrados y desesperanzados, y nadie quiere eso. Hay que ver cómo se implementa esto en la práctica, porque hablar es fácil, pero hacer es otra cosa.
En fin, pues… esta nueva medida seguramente generará mucho debate. ¿Será que realmente va a mejorar la calidad de la educación secundaria o simplemente estamos cambiando una torta por otra? ¿Creen que el MEP tendrá los recursos y la capacidad de brindar el apoyo necesario a los estudiantes para que puedan afrontar esta transición sin mayores problemas? ¡Compartan sus opiniones en el foro, mae!