¡Ay, Dios mío! El ambiente en el Plenario ayer estuvo más caliente que gallina con pollitos. Resulta que el diputado Ariel Robles, del Frente Amplio, soltó unas verdades que sacudieron el Congreso y dejaron a muchos con la boca abierta. Todo empezó porque la jefa de fracción oficialista, Pilar Cisneros, aparentemente le dio la espalda a la diputada Kattia Cambronero mientras esta intentaba hablar, y Robles no se quedó callado, ¡para nada!
Según Robles, la actitud de Cisneros fue “de una persona fascista”. Sí, así como lo leen. Dijo que darle la espalda a alguien es una señal de intolerancia y falta de respeto, y que esas actitudes pueden llevar a cosas peores. Vamos, que levantó la bandera roja sobre posibles tendencias autoritarias dentro del partido de gobierno. Imaginen el debate que se encendió ahí mismo.
Pero no se quedaron solo en eso, Robles fue más allá. Afirmó que las personas fascistas tienen una tendencia a la violencia y que su incapacidad para aceptar la crítica de forma frontal los lleva a reaccionar de maneras extrañas, como gritar, señalar o incluso… ¡irse del Plenario! Según él, esto es un reflejo de una mentalidad cerrada y poco dispuesta al diálogo. Uno piensa, ¿será que estamos viendo un patrón?
Para rematar, Robles hizo una comparación alarmante con momentos oscuros de nuestra historia latinoamericana. Rememoró los gobiernos autoritarios de Fujimori en Perú, Videla en Argentina y Pinochet en Chile, diciendo que lo que está pasando acá nos recuerda a esos tiempos negros. ¡Uy, qué vareta más pesada! Eso sí que puso a sudar a varios políticos, porque vincular a alguien con figuras tan polémicas nunca es bueno.
Y claro, no podía faltar la referencia a Nicaragua y el caso del dirigente político asesinado recientemente. Robles insistió en que hay similitudes preocupantes entre lo que ocurre allá y algunas actitudes que percibe en Costa Rica. Puso especial énfasis en el supuesto silencio del gobierno ante estos hechos, sugiriendo que podría haber elementos con características... ya saben, fascistas. ¡Con razón el ambiente estaba tenso, diay!
En medio de toda esta polémica, algunos legisladores argumentaron que Robles exageró y que sus acusaciones son infundadas. Dijeron que es fácil lanzar etiquetas graves como “fascista” sin pruebas sólidas y que eso solo contribuye a polarizar aún más la política nacional. Pero Robles se mantuvo firme en su postura, defendiendo que la preocupación por la deriva autoritaria es legítima y que debemos estar atentos a cualquier signo de intolerancia.
Esta controversia surge en un momento crucial para el país, justo cuando Laura Fernández se perfila como favorita en las próximas elecciones. Con el escenario político tan volátil y lleno de incertidumbre, las declaraciones de Robles han abierto un debate intenso sobre los valores democráticos y los límites de la libertad de expresión. Hay quienes ven en esto una estrategia para desprestigiar al oficialismo y otros creen que es una advertencia necesaria para evitar recaídas en el autoritarismo. Esto se va poniendo interesante, chunches…
Después de tanta tensión y acusaciones cruzadas, queda la gran pregunta: ¿Estamos exagerando con las comparaciones históricas o existe realmente un riesgo de que ciertas actitudes políticas conduzcan a prácticas antidemocráticas? ¿Deberíamos tomar más en serio las advertencias de Robles o simplemente considerarlas una maniobra política más? ¡Vamos, diganme qué piensan ustedes, compas! ¿Les preocupa la posibilidad de que el fascismo esté acechando en Costa Rica?
Según Robles, la actitud de Cisneros fue “de una persona fascista”. Sí, así como lo leen. Dijo que darle la espalda a alguien es una señal de intolerancia y falta de respeto, y que esas actitudes pueden llevar a cosas peores. Vamos, que levantó la bandera roja sobre posibles tendencias autoritarias dentro del partido de gobierno. Imaginen el debate que se encendió ahí mismo.
Pero no se quedaron solo en eso, Robles fue más allá. Afirmó que las personas fascistas tienen una tendencia a la violencia y que su incapacidad para aceptar la crítica de forma frontal los lleva a reaccionar de maneras extrañas, como gritar, señalar o incluso… ¡irse del Plenario! Según él, esto es un reflejo de una mentalidad cerrada y poco dispuesta al diálogo. Uno piensa, ¿será que estamos viendo un patrón?
Para rematar, Robles hizo una comparación alarmante con momentos oscuros de nuestra historia latinoamericana. Rememoró los gobiernos autoritarios de Fujimori en Perú, Videla en Argentina y Pinochet en Chile, diciendo que lo que está pasando acá nos recuerda a esos tiempos negros. ¡Uy, qué vareta más pesada! Eso sí que puso a sudar a varios políticos, porque vincular a alguien con figuras tan polémicas nunca es bueno.
Y claro, no podía faltar la referencia a Nicaragua y el caso del dirigente político asesinado recientemente. Robles insistió en que hay similitudes preocupantes entre lo que ocurre allá y algunas actitudes que percibe en Costa Rica. Puso especial énfasis en el supuesto silencio del gobierno ante estos hechos, sugiriendo que podría haber elementos con características... ya saben, fascistas. ¡Con razón el ambiente estaba tenso, diay!
En medio de toda esta polémica, algunos legisladores argumentaron que Robles exageró y que sus acusaciones son infundadas. Dijeron que es fácil lanzar etiquetas graves como “fascista” sin pruebas sólidas y que eso solo contribuye a polarizar aún más la política nacional. Pero Robles se mantuvo firme en su postura, defendiendo que la preocupación por la deriva autoritaria es legítima y que debemos estar atentos a cualquier signo de intolerancia.
Esta controversia surge en un momento crucial para el país, justo cuando Laura Fernández se perfila como favorita en las próximas elecciones. Con el escenario político tan volátil y lleno de incertidumbre, las declaraciones de Robles han abierto un debate intenso sobre los valores democráticos y los límites de la libertad de expresión. Hay quienes ven en esto una estrategia para desprestigiar al oficialismo y otros creen que es una advertencia necesaria para evitar recaídas en el autoritarismo. Esto se va poniendo interesante, chunches…
Después de tanta tensión y acusaciones cruzadas, queda la gran pregunta: ¿Estamos exagerando con las comparaciones históricas o existe realmente un riesgo de que ciertas actitudes políticas conduzcan a prácticas antidemocráticas? ¿Deberíamos tomar más en serio las advertencias de Robles o simplemente considerarlas una maniobra política más? ¡Vamos, diganme qué piensan ustedes, compas! ¿Les preocupa la posibilidad de que el fascismo esté acechando en Costa Rica?
