Maes, seamos honestos. Todos hemos tenido esa fantasía de domingo por la noche. Uno está ahí, terminando de ver una serie o comiéndose el último gallito del almuerzo, y de repente se acuerda del pedacito de lotería que anda en la billetera o guindando en la refri. Por un segundo, uno se permite soñar: ¿y si hoy es el día? ¿Y si ese numerito que compramos casi por instinto en la soda de la esquina es el que nos cambia la vida para siempre? Diay, es casi un ritual nacional, esa mezcla de esperanza y de “fijo no pegué ni el reintegro”. Pues bueno, para alguien en este país, anoche el sueño se le hizo realidad, y de qué manera.
La Junta de Protección Social (JPS) cantó los números del Sorteo Ordinario N° 4.867 y, ¡qué nivel de noticia para el que se lo llevó! El premio mayor, esa cifra que todos vemos y nos da hasta cosa pronunciar, fue para el número 67 con la serie 630. Repito por si alguien está leyendo esto con el chunche en la mano: sesenta y siete, serie seiscientos treinta. El afortunado o afortunada se acaba de echar a la bolsa la módica suma de 175 millones de colones por emisión. ¡175 palos! Es la clase de plata con la que uno no solo tapa huecos, sino que construye un edificio encima y todavía le sobra para ponerle una piscina en el techo.
Claro, no todo fue para el 67. La JPS también repartió alegría por otros lados, porque siempre hay que pensar en los que casi, casi lo logran. El segundo premio, que para nada es despreciable, fue para el número 04 con la serie 927, repartiendo 30 milloncitos. ¡Qué chiva pegarse eso! Ya con eso uno renueva la casa, cambia el carro y se va de viaje sin tener que preocuparse por el brete en un buen rato. Y para rematar, el tercer premio se lo llevó el 26 con la serie 224, con 14 melones que le alegran la vida a cualquiera. Para todos los demás que andábamos un número arriba o un número abajo, pues... ¡qué sal! Toca seguir participando y soñando, que es parte de la gracia de esta vara.
Pero volvamos al tema principal. ¿Se imaginan la escena? La persona revisando los números, quizás sin mucha fe, y de pronto ve el 67. El corazón se le debe haber acelerado. Luego busca la serie, la 630, y ¡pum! El grito que debió haber pegado seguro despertó a todo el barrio. Es un momento que te parte la vida en un antes y un después. De repente, el plan de levantarse hoy lunes a madrugar para ir al brete cambió por completo. La primera vara que yo haría sería apagar todas las alarmas del celular para el resto de mi existencia. Luego, probablemente, me quedaría en shock viendo la pared por unas tres horas seguidas, solo para procesar que la mayor preocupación del día siguiente sería decidir de qué color quiero el carro nuevo.
En fin, felicidades al carga que se pegó el gordo. Ojalá sea alguien que de verdad lo necesite y que sepa administrar esa fortuna con cabeza fría. Mientras tanto, al resto de mortales nos queda seguir en la lucha y, por supuesto, seguir soñando. Por eso les pregunto, maes, para alimentar la conversación y el chisme: si ustedes se hubieran pegado esos 175 millones anoche, fuera de bromas... ¿qué es lo primerísimo que harían con esa plata hoy lunes por la mañana? ¿Pagar deudas de una vez o mandar todo al carajo y aparecer en una playa del Caribe? ¡Los leo!
La Junta de Protección Social (JPS) cantó los números del Sorteo Ordinario N° 4.867 y, ¡qué nivel de noticia para el que se lo llevó! El premio mayor, esa cifra que todos vemos y nos da hasta cosa pronunciar, fue para el número 67 con la serie 630. Repito por si alguien está leyendo esto con el chunche en la mano: sesenta y siete, serie seiscientos treinta. El afortunado o afortunada se acaba de echar a la bolsa la módica suma de 175 millones de colones por emisión. ¡175 palos! Es la clase de plata con la que uno no solo tapa huecos, sino que construye un edificio encima y todavía le sobra para ponerle una piscina en el techo.
Claro, no todo fue para el 67. La JPS también repartió alegría por otros lados, porque siempre hay que pensar en los que casi, casi lo logran. El segundo premio, que para nada es despreciable, fue para el número 04 con la serie 927, repartiendo 30 milloncitos. ¡Qué chiva pegarse eso! Ya con eso uno renueva la casa, cambia el carro y se va de viaje sin tener que preocuparse por el brete en un buen rato. Y para rematar, el tercer premio se lo llevó el 26 con la serie 224, con 14 melones que le alegran la vida a cualquiera. Para todos los demás que andábamos un número arriba o un número abajo, pues... ¡qué sal! Toca seguir participando y soñando, que es parte de la gracia de esta vara.
Pero volvamos al tema principal. ¿Se imaginan la escena? La persona revisando los números, quizás sin mucha fe, y de pronto ve el 67. El corazón se le debe haber acelerado. Luego busca la serie, la 630, y ¡pum! El grito que debió haber pegado seguro despertó a todo el barrio. Es un momento que te parte la vida en un antes y un después. De repente, el plan de levantarse hoy lunes a madrugar para ir al brete cambió por completo. La primera vara que yo haría sería apagar todas las alarmas del celular para el resto de mi existencia. Luego, probablemente, me quedaría en shock viendo la pared por unas tres horas seguidas, solo para procesar que la mayor preocupación del día siguiente sería decidir de qué color quiero el carro nuevo.
En fin, felicidades al carga que se pegó el gordo. Ojalá sea alguien que de verdad lo necesite y que sepa administrar esa fortuna con cabeza fría. Mientras tanto, al resto de mortales nos queda seguir en la lucha y, por supuesto, seguir soñando. Por eso les pregunto, maes, para alimentar la conversación y el chisme: si ustedes se hubieran pegado esos 175 millones anoche, fuera de bromas... ¿qué es lo primerísimo que harían con esa plata hoy lunes por la mañana? ¿Pagar deudas de una vez o mandar todo al carajo y aparecer en una playa del Caribe? ¡Los leo!
