Maes, hay que hablar de esta vara porque es de antología. A veces en la política nacional se ven metidas de pata, pero la que se acaba de jalar el Partido Pueblo Soberano (PPSO) es para enmarcar. Resulta que, en un arrebato de aparente patriotismo mal entendido, decidieron usar nada más y nada menos que la canción "Bandera", del legendario Dionisio Cabal, para el acto de precandidatura de Laura Fernández. ¿El problema? Se les "olvidó" un pequeño detalle: pedir permiso. ¡Qué torta! Ahora, la familia del compositor y la cantante Aurelia Trejos les acaban de meter una demanda que podría costarles 60 melones.
Imagínense el cuadro: Aurelia Trejos, la voz icónica detrás de esa pieza, está un día cualquiera revisando Facebook y se topa con un post de Erika Henchoz. Le da play al video del evento del PPSO y, justo en el clímax, en el minuto 1:01:33, cuando todo es emoción y aplausos, empieza a sonar su propia voz cantando "Bandera". Diay, como era de esperarse, el teléfono no tardó en sonar. Amigos y conocidos llamándola, mandándole mensajes, preguntándole si ahora ella era parte del movimiento de Pueblo Soberano. La vara es que se armó un enredo que, más allá de la infracción legal, le generó un daño de imagen y una asociación política que ella nunca buscó ni autorizó.
Y es que aquí no estamos hablando de cualquier chunche o de un jingle de verano. "Bandera" no es solo una canción; es prácticamente un himno no oficial de una generación, un pilar del legado del grupo Cantares y de la identidad cultural costarricense. La demanda lo deja clarísimo: la ideología del PPSO es completamente ajena a los principios que defendían Dionisio Cabal y su música. Usar su obra más emblemática para impulsar una agenda política contraria a sus ideales no es solo una falta de respeto, es, como dice el documento, echarle sal a la herida y manchar la memoria del autor. Se armó un despiche ideológico donde un símbolo de unidad y de una Costa Rica muy específica fue cooptado sin ningún tipo de pudor.
Ahora, hablemos de plata, porque este chistesito les puede salir carísimo. La demanda no se anda por las ramas y pide ₡60 millones. La repartición es así: ₡25 millones por los daños patrimoniales (lo que hubieran tenido que pagar por la licencia y más), otros ₡25 millones por el daño moral y a la imagen póstuma de Dionisio Cabal, y ₡10 millones más por el daño moral directo a doña Aurelia. Y no solo quieren el billete. Están pidiendo que un juez le prohíba al partido, de una vez por todas, volver a usar cualquier pieza de Cabal o Cantares y, como medida urgente, que les congelen el uso de cualquier obra del grupo mientras se resuelve el caso. Le dejaron un buen brete a los abogados del partido.
Lo más irónico de todo es la respuesta del partido. Cuando CRHoy le preguntó a la presidenta del PPSO, Mayuli Ortega, ella simplemente dijo por WhatsApp que "no estaba enterada" de la denuncia. La respuesta, por ahora, es el clásico "yo no fui" versión política. Este caso va más allá de un simple pleito por derechos de autor; pone sobre la mesa el debate sobre cómo los políticos usan y abusan de la cultura para sus fines. Agarrar una obra tan querida, tan cargada de significado, y usarla como música de fondo para un mitin sin entender (o sin que les importe) lo que representa, es una desconexión total con el sentir popular que dicen defender.
¿Qué opinan ustedes, maes? ¿Fue una metida de pata monumental por pura ignorancia o hay algo más? ¿Se vale que los partidos políticos se apropien así de símbolos culturales para sus campañas, aunque vayan en contra de todo lo que el artista representaba? ¡Abro debate en el foro!
Imagínense el cuadro: Aurelia Trejos, la voz icónica detrás de esa pieza, está un día cualquiera revisando Facebook y se topa con un post de Erika Henchoz. Le da play al video del evento del PPSO y, justo en el clímax, en el minuto 1:01:33, cuando todo es emoción y aplausos, empieza a sonar su propia voz cantando "Bandera". Diay, como era de esperarse, el teléfono no tardó en sonar. Amigos y conocidos llamándola, mandándole mensajes, preguntándole si ahora ella era parte del movimiento de Pueblo Soberano. La vara es que se armó un enredo que, más allá de la infracción legal, le generó un daño de imagen y una asociación política que ella nunca buscó ni autorizó.
Y es que aquí no estamos hablando de cualquier chunche o de un jingle de verano. "Bandera" no es solo una canción; es prácticamente un himno no oficial de una generación, un pilar del legado del grupo Cantares y de la identidad cultural costarricense. La demanda lo deja clarísimo: la ideología del PPSO es completamente ajena a los principios que defendían Dionisio Cabal y su música. Usar su obra más emblemática para impulsar una agenda política contraria a sus ideales no es solo una falta de respeto, es, como dice el documento, echarle sal a la herida y manchar la memoria del autor. Se armó un despiche ideológico donde un símbolo de unidad y de una Costa Rica muy específica fue cooptado sin ningún tipo de pudor.
Ahora, hablemos de plata, porque este chistesito les puede salir carísimo. La demanda no se anda por las ramas y pide ₡60 millones. La repartición es así: ₡25 millones por los daños patrimoniales (lo que hubieran tenido que pagar por la licencia y más), otros ₡25 millones por el daño moral y a la imagen póstuma de Dionisio Cabal, y ₡10 millones más por el daño moral directo a doña Aurelia. Y no solo quieren el billete. Están pidiendo que un juez le prohíba al partido, de una vez por todas, volver a usar cualquier pieza de Cabal o Cantares y, como medida urgente, que les congelen el uso de cualquier obra del grupo mientras se resuelve el caso. Le dejaron un buen brete a los abogados del partido.
Lo más irónico de todo es la respuesta del partido. Cuando CRHoy le preguntó a la presidenta del PPSO, Mayuli Ortega, ella simplemente dijo por WhatsApp que "no estaba enterada" de la denuncia. La respuesta, por ahora, es el clásico "yo no fui" versión política. Este caso va más allá de un simple pleito por derechos de autor; pone sobre la mesa el debate sobre cómo los políticos usan y abusan de la cultura para sus fines. Agarrar una obra tan querida, tan cargada de significado, y usarla como música de fondo para un mitin sin entender (o sin que les importe) lo que representa, es una desconexión total con el sentir popular que dicen defender.
¿Qué opinan ustedes, maes? ¿Fue una metida de pata monumental por pura ignorancia o hay algo más? ¿Se vale que los partidos políticos se apropien así de símbolos culturales para sus campañas, aunque vayan en contra de todo lo que el artista representaba? ¡Abro debate en el foro!