Maes, en serio que hay días en que uno ya no sabe si reír, llorar o simplemente poner cara de meme de Pikachu sorprendido. Estaba el presi Chaves este sábado en Cartago, con la Basílica de fondo y todo el show, y se mandó una de esas frases que quedan para la historia: 'La plata está alcanzando en Taras-La Lima'. Y uno, que se come esa presa día sí y día también, se queda pensando... ¿diay, de qué plata estamos hablando? Porque la realidad, como siempre, parece ir por una calle completamente diferente a la de Zapote. Es que es un despiche de niveles épicos, y la paciencia de los cartagos ya no está para bollos.
Vamos a desmenuzar esta vara. ¿Se acuerdan del plan original? Aquel chunche iba a ser el primer intercambio de cuatro niveles del país. ¡Qué nivel! —hubiéramos dicho si se hubiera hecho—. Una solución que, en el papel, sonaba a gloria para los que viajamos entre la Vieja Metrópoli y El Guarco. Pero, como en muchas historias de amor y política, el presupuesto no dio para tanto. El MOPT, manejado por el mismo gobierno que dice que la plata alcanza, salió a decir que siempre no, que muchas gracias por participar, pero que el cuarto nivel se cancela por falta de plata. La excusa oficial es que se jalaron una torta con los diseños originales y que no calcularon bien el brete de mover servicios públicos. O sea, el clásico 'se nos olvidó contar las tuberías'. Así, el sueño del súper intercambio se fue al traste.
Y aquí es donde la cosa se pone más interesante. El ministro Efraím Zeledón y su gente en el MOPT nos tranquilizan diciendo que, de todas formas, ese cuarto nivel no se iba a necesitar hasta dentro de 15 años. ¡Quince años! Como si las presas en La Lima fueran un problemita del futuro. Pero, por si las moscas, ahí está Lanamme, los cargas de la UCR que sí saben de estas varas, advirtiendo todo lo contrario. Ellos dicen que quitar ese nivel no es un ahorro, sino una receta para el desastre que podría agravar todavía más el congestionamiento. Es como tratar de curar una herida de bala con una curita; puede que se vea mejor por un rato, pero el problema de fondo sigue ahí, y peor.
Pero el carrusel de emociones no termina. Hablemos de fechas, de ese baile de promesas que ya parece chota. El presidente se queja de los atrasos, como si no fuera su propia administración la que ha estado pateando la bola para adelante. Primero nos dijeron que la obra estaría lista en el primer trimestre de este año. No pasó. Luego, que para el 31 de octubre. Tampoco. Después, con aires navideños, que para diciembre. Y ahora, el propio alcalde de Cartago, Mario Redondo, confirma que mejor nos esperemos sentados hasta los primeros meses del 2026. ¡2026! Y a pesar de todo este historial, Chaves vuelve a prometer, con total seguridad, que la obra 'estará lista este año'. Mae, es para quedar viendo para el ciprés.
Entonces, ¿qué nos queda? Por un lado, un discurso oficial que nos dice que todo va a cachete, que la plata rinde y que las obras se terminan. Por otro, tenemos a los técnicos del MOPT admitiendo que el presupuesto no alcanzó, a los expertos de Lanamme advirtiendo de un caos vial y una seguidilla de fechas de entrega incumplidas que ya ni risa dan. La situación en Taras-La Lima es el reflejo perfecto de una forma de gobernar que choca de frente con la realidad de la calle. Es un enredo monumental que pagamos todos los que perdemos horas de vida en esa presa. Así que, foro, les pregunto: más allá del color político y de si les cae bien o mal el presidente, ¿ustedes de verdad sienten que 'la plata está alcanzando' o esto es simplemente el cuento de nunca acabar?
Vamos a desmenuzar esta vara. ¿Se acuerdan del plan original? Aquel chunche iba a ser el primer intercambio de cuatro niveles del país. ¡Qué nivel! —hubiéramos dicho si se hubiera hecho—. Una solución que, en el papel, sonaba a gloria para los que viajamos entre la Vieja Metrópoli y El Guarco. Pero, como en muchas historias de amor y política, el presupuesto no dio para tanto. El MOPT, manejado por el mismo gobierno que dice que la plata alcanza, salió a decir que siempre no, que muchas gracias por participar, pero que el cuarto nivel se cancela por falta de plata. La excusa oficial es que se jalaron una torta con los diseños originales y que no calcularon bien el brete de mover servicios públicos. O sea, el clásico 'se nos olvidó contar las tuberías'. Así, el sueño del súper intercambio se fue al traste.
Y aquí es donde la cosa se pone más interesante. El ministro Efraím Zeledón y su gente en el MOPT nos tranquilizan diciendo que, de todas formas, ese cuarto nivel no se iba a necesitar hasta dentro de 15 años. ¡Quince años! Como si las presas en La Lima fueran un problemita del futuro. Pero, por si las moscas, ahí está Lanamme, los cargas de la UCR que sí saben de estas varas, advirtiendo todo lo contrario. Ellos dicen que quitar ese nivel no es un ahorro, sino una receta para el desastre que podría agravar todavía más el congestionamiento. Es como tratar de curar una herida de bala con una curita; puede que se vea mejor por un rato, pero el problema de fondo sigue ahí, y peor.
Pero el carrusel de emociones no termina. Hablemos de fechas, de ese baile de promesas que ya parece chota. El presidente se queja de los atrasos, como si no fuera su propia administración la que ha estado pateando la bola para adelante. Primero nos dijeron que la obra estaría lista en el primer trimestre de este año. No pasó. Luego, que para el 31 de octubre. Tampoco. Después, con aires navideños, que para diciembre. Y ahora, el propio alcalde de Cartago, Mario Redondo, confirma que mejor nos esperemos sentados hasta los primeros meses del 2026. ¡2026! Y a pesar de todo este historial, Chaves vuelve a prometer, con total seguridad, que la obra 'estará lista este año'. Mae, es para quedar viendo para el ciprés.
Entonces, ¿qué nos queda? Por un lado, un discurso oficial que nos dice que todo va a cachete, que la plata rinde y que las obras se terminan. Por otro, tenemos a los técnicos del MOPT admitiendo que el presupuesto no alcanzó, a los expertos de Lanamme advirtiendo de un caos vial y una seguidilla de fechas de entrega incumplidas que ya ni risa dan. La situación en Taras-La Lima es el reflejo perfecto de una forma de gobernar que choca de frente con la realidad de la calle. Es un enredo monumental que pagamos todos los que perdemos horas de vida en esa presa. Así que, foro, les pregunto: más allá del color político y de si les cae bien o mal el presidente, ¿ustedes de verdad sienten que 'la plata está alcanzando' o esto es simplemente el cuento de nunca acabar?