¡Ay, Dios mío! Esto sí que es un chin de novela. Resulta que la jueza Sofía Morúa, amiga de las telenovelas y enemiga de los plazos procesales, anda metida en un lío más grande que un cajón de mangos. Descubrimos que dos colombianos, esos mismos que anduvieron dando vueltas por acá hace años, estaban siendo investigados por sobornar a un juez y a sus asistentes por unos quetzales – concretamente, quince millones de colones, ¡una vara considerable! – para que no le hicieran un allanamiento por lavado de dinero. ¿Quién diría que la justicia costarricense podía tener tantos resquicios?
Hamilton Restrepo Osorio e Iván Pablot Martínez, los nombres de los señores involucrados, ambos nacionalizados aquí, ya habían sido capturados por el OIJ con miras a la extradición a Francia. Recuerden que esto no es novedad; hace ratos, allá por el 2016, ya les estaban moviendo hilos, pues se sospechaba que pagaban mangos a un exjuez de San José y a una pareja de auxiliares judiciales, los Mora, para esquivar las investigaciones. Parece que algunos prefieren cortar camino aunque sea con métodos turbios, ¿verdad, mae?
Lo que pasa es que, en pleno 2014, la policía judicial agarró a varios funcionarios sospechosos de recibir “dádivas”. Walter Espinoza, que en paz descansa, y Jorge Chavarría, el fiscal general de esa época, confirmaron que había una orden de allanamiento pendiente contra Restrepo por legitimación de capitales, una barra bien pesada. Pero, claro, ahí entra la parte jugosa: uno de los auxiliares se mandó una torta monumental vendiéndole la orden al abogado de Restrepo por esos catorce millones y pico. ¡Imagínate el gallito!
Y así fue como se destapó el pastel, como dicen por ahí. Espinoza, en una conferencia de prensa, soltó la bomba explicando cómo el juez, aprovechándose de su puesto, se juntaba con el abogado y hasta hacían tratos con los técnicos de apellido Mora. Había pagos, coimas y traslados de dinero. ¡Una verdadera telaraña! Chavarría añadió que el auxiliar hacía exactamente lo que le pedía el abogado, buscando influenciar las resoluciones judiciales a favor de sus clientes. ¿Les suena familiar? Pues resulta que el caso de los colombianos era uno de los que se veía afectado.
Pero eso no es todo, mi gente. ¡Agárrense! Porque parece que los funcionarios corruptos no solo recibían dinero, sino también lotes, viajes a España y carros nuevos. ¡Así de descarados! Chavarría contó que en el 2014, la Fiscalía tenía una investigación contra Restrepo y que se intentaba allanar sus propiedades, dos lavacars que utilizaban para blanquear el dinero producto del narcotráfico. Resulta que el abogado Tejada estaba pidiendo los quince millones para que se olvidaran del allanamiento. ¡No me hagan reír!
Ahora, la ironía de la historia es que el exfiscal Gamboa, que precisamente era el encargado del caso en 2016, ¡anda en la misma saca! También está detenido y esperando extradición a Estados Unidos por cargos relacionados con narcotráfico. Su esposa y otros familiares también están bajo la lupa. Es como si el karma estuviera cobrando factura, ¿no creen? Es una pena ver cómo alguien que juró defender la ley termina envuelto en escándalos tan sucios.
Y volviendo a los colombianos, recuerden que el origen de toda esta maraña data de una cocaína decomisada en Marsella, Francia, allá por el 2012. Se calcula que Restrepo recibía el dinero de esas ventas ilegales y lo invirtía en negocios en Costa Rica. Por eso, Interpol lo tenía en la lista de los más buscados. ¡Menuda vida la suya! Invertir en negocios limpios siempre es la mejor opción, ¿qué opinan?
Todo este asunto nos deja pensando: ¿Cómo podemos fortalecer el sistema judicial para evitar que este tipo de situaciones se repitan? ¿Es suficiente con investigar y sancionar a los culpables, o necesitamos cambios estructurales más profundos en la forma en que funciona la justicia en nuestro país? Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan ustedes sobre este nuevo revés para la imagen de Costa Rica.
Hamilton Restrepo Osorio e Iván Pablot Martínez, los nombres de los señores involucrados, ambos nacionalizados aquí, ya habían sido capturados por el OIJ con miras a la extradición a Francia. Recuerden que esto no es novedad; hace ratos, allá por el 2016, ya les estaban moviendo hilos, pues se sospechaba que pagaban mangos a un exjuez de San José y a una pareja de auxiliares judiciales, los Mora, para esquivar las investigaciones. Parece que algunos prefieren cortar camino aunque sea con métodos turbios, ¿verdad, mae?
Lo que pasa es que, en pleno 2014, la policía judicial agarró a varios funcionarios sospechosos de recibir “dádivas”. Walter Espinoza, que en paz descansa, y Jorge Chavarría, el fiscal general de esa época, confirmaron que había una orden de allanamiento pendiente contra Restrepo por legitimación de capitales, una barra bien pesada. Pero, claro, ahí entra la parte jugosa: uno de los auxiliares se mandó una torta monumental vendiéndole la orden al abogado de Restrepo por esos catorce millones y pico. ¡Imagínate el gallito!
Y así fue como se destapó el pastel, como dicen por ahí. Espinoza, en una conferencia de prensa, soltó la bomba explicando cómo el juez, aprovechándose de su puesto, se juntaba con el abogado y hasta hacían tratos con los técnicos de apellido Mora. Había pagos, coimas y traslados de dinero. ¡Una verdadera telaraña! Chavarría añadió que el auxiliar hacía exactamente lo que le pedía el abogado, buscando influenciar las resoluciones judiciales a favor de sus clientes. ¿Les suena familiar? Pues resulta que el caso de los colombianos era uno de los que se veía afectado.
Pero eso no es todo, mi gente. ¡Agárrense! Porque parece que los funcionarios corruptos no solo recibían dinero, sino también lotes, viajes a España y carros nuevos. ¡Así de descarados! Chavarría contó que en el 2014, la Fiscalía tenía una investigación contra Restrepo y que se intentaba allanar sus propiedades, dos lavacars que utilizaban para blanquear el dinero producto del narcotráfico. Resulta que el abogado Tejada estaba pidiendo los quince millones para que se olvidaran del allanamiento. ¡No me hagan reír!
Ahora, la ironía de la historia es que el exfiscal Gamboa, que precisamente era el encargado del caso en 2016, ¡anda en la misma saca! También está detenido y esperando extradición a Estados Unidos por cargos relacionados con narcotráfico. Su esposa y otros familiares también están bajo la lupa. Es como si el karma estuviera cobrando factura, ¿no creen? Es una pena ver cómo alguien que juró defender la ley termina envuelto en escándalos tan sucios.
Y volviendo a los colombianos, recuerden que el origen de toda esta maraña data de una cocaína decomisada en Marsella, Francia, allá por el 2012. Se calcula que Restrepo recibía el dinero de esas ventas ilegales y lo invirtía en negocios en Costa Rica. Por eso, Interpol lo tenía en la lista de los más buscados. ¡Menuda vida la suya! Invertir en negocios limpios siempre es la mejor opción, ¿qué opinan?
Todo este asunto nos deja pensando: ¿Cómo podemos fortalecer el sistema judicial para evitar que este tipo de situaciones se repitan? ¿Es suficiente con investigar y sancionar a los culpables, o necesitamos cambios estructurales más profundos en la forma en que funciona la justicia en nuestro país? Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan ustedes sobre este nuevo revés para la imagen de Costa Rica.
