¡Ay, Dios mío! Esto sí que es tremendo. Un mae que solo quería hacer su brete vendiendo helados terminó siendo víctima de una bronca monumental en pleno Guanajuato. Don Nico, como todos le conocían, salió en directo por Facebook mostrando unos huecos peligrosísimos en la carretera, y al parecer, eso le costó caro.
La vaina pasó en el cantón de Salvatierra, específicamente en Urireo. Don Nico era un personaje querido por toda la comunidad, siempre andaba ofreciendo sus heladitos bien ricos y echándole unas risas a la gente. Pero parece que la cosa estaba fea por allá, con la carretera hecha un maje y las autoridades ni enteradas. Así que él, con la valentía que le caracteriza a algunos campesinos, decidió tomar cartas en el asunto y mostrarle al mundo cómo estaban sufriendo por esa vía pública.
En el vídeo, que se viralizó rapidito, se le ve a Don Nico explicando la situación, señalando los huecos con la cámara del celular. Estaba ahí, bien claro, diciendo que ya habían hablado con los funcionarios, pero nadie les hacía caso. De repente, aparece una moto a toda velocidad, y dos tipos salen de entre el polvo. Uno de ellos, sin pensarlo dos veces, le abre fuego a Don Nico. ¡Imagínate el susto que se llevó la gente!
Las balas silbaron y Don Nico cayó al suelo, gritando pidiendo ayuda. El video quedó cortado por momentos, pero luego se escucha a la gente corriendo a socorrerlo. Dicen que recibió varios disparos, pero gracias a Dios, lograron llevarlo al hospital a tiempo. Aunque dicen que está bastante complicado, todavía hay esperanza.
La comunidad de Urireo está consternada. Nadie entiende cómo pudo pasar esto. Algunos dicen que los responsables eran plicanos, otros creen que fueron gente ligada a algún político corrupto que no quiere que arreglen la carretera porque así se beneficia de alguna manera. Lo cierto es que la bronca está que arde y la gente está buscando respuestas. Este tipo de situaciones nos recuerdan que la impunidad sigue campante en algunas partes del país, y que a veces, defender lo justo sale muy caro.
Lo más triste de todo es escuchar las últimas palabras de Don Nico: “Ya me mataron, corazón. Se me está yendo el aliento, me estoy muriendo, estoy tirado en el campo, te amo, dile a mis hijos que los amo… cuida a mis hijos”. ¡Qué dolor! Un hombre que solo quería mejorar las cosas para su familia y su comunidad, terminando así, rodeado de tanto sufrimiento. Que no quede impune este atropello. Que las autoridades investiguen a fondo y atrapen a los culpables.
Esta tragedia nos lleva a reflexionar sobre la importancia de exigir nuestros derechos y de responsabilizar a quienes no cumplen con su deber. Es hora de que las autoridades tomen medidas urgentes para garantizar la seguridad de los ciudadanos y para combatir la corrupción. ¡No podemos permitir que la violencia siga silenciando las voces de aquellos que luchan por un futuro mejor! Este caso demuestra que la lucha por la justicia a veces implica riesgos terribles, pero también nos recuerda la importancia de mantenernos firmes y unidos frente a la adversidad.
Ahora, quiero saber su opinión: ¿Creen que la respuesta de las autoridades será suficiente para darle tranquilidad a la comunidad de Urireo y asegurar que este tipo de tragedias no vuelvan a ocurrir? ¿Deberíamos crear mecanismos de protección para activistas y denunciantes que se exponen a riesgos al hablar en contra de la injusticia?
La vaina pasó en el cantón de Salvatierra, específicamente en Urireo. Don Nico era un personaje querido por toda la comunidad, siempre andaba ofreciendo sus heladitos bien ricos y echándole unas risas a la gente. Pero parece que la cosa estaba fea por allá, con la carretera hecha un maje y las autoridades ni enteradas. Así que él, con la valentía que le caracteriza a algunos campesinos, decidió tomar cartas en el asunto y mostrarle al mundo cómo estaban sufriendo por esa vía pública.
En el vídeo, que se viralizó rapidito, se le ve a Don Nico explicando la situación, señalando los huecos con la cámara del celular. Estaba ahí, bien claro, diciendo que ya habían hablado con los funcionarios, pero nadie les hacía caso. De repente, aparece una moto a toda velocidad, y dos tipos salen de entre el polvo. Uno de ellos, sin pensarlo dos veces, le abre fuego a Don Nico. ¡Imagínate el susto que se llevó la gente!
Las balas silbaron y Don Nico cayó al suelo, gritando pidiendo ayuda. El video quedó cortado por momentos, pero luego se escucha a la gente corriendo a socorrerlo. Dicen que recibió varios disparos, pero gracias a Dios, lograron llevarlo al hospital a tiempo. Aunque dicen que está bastante complicado, todavía hay esperanza.
La comunidad de Urireo está consternada. Nadie entiende cómo pudo pasar esto. Algunos dicen que los responsables eran plicanos, otros creen que fueron gente ligada a algún político corrupto que no quiere que arreglen la carretera porque así se beneficia de alguna manera. Lo cierto es que la bronca está que arde y la gente está buscando respuestas. Este tipo de situaciones nos recuerdan que la impunidad sigue campante en algunas partes del país, y que a veces, defender lo justo sale muy caro.
Lo más triste de todo es escuchar las últimas palabras de Don Nico: “Ya me mataron, corazón. Se me está yendo el aliento, me estoy muriendo, estoy tirado en el campo, te amo, dile a mis hijos que los amo… cuida a mis hijos”. ¡Qué dolor! Un hombre que solo quería mejorar las cosas para su familia y su comunidad, terminando así, rodeado de tanto sufrimiento. Que no quede impune este atropello. Que las autoridades investiguen a fondo y atrapen a los culpables.
Esta tragedia nos lleva a reflexionar sobre la importancia de exigir nuestros derechos y de responsabilizar a quienes no cumplen con su deber. Es hora de que las autoridades tomen medidas urgentes para garantizar la seguridad de los ciudadanos y para combatir la corrupción. ¡No podemos permitir que la violencia siga silenciando las voces de aquellos que luchan por un futuro mejor! Este caso demuestra que la lucha por la justicia a veces implica riesgos terribles, pero también nos recuerda la importancia de mantenernos firmes y unidos frente a la adversidad.
Ahora, quiero saber su opinión: ¿Creen que la respuesta de las autoridades será suficiente para darle tranquilidad a la comunidad de Urireo y asegurar que este tipo de tragedias no vuelvan a ocurrir? ¿Deberíamos crear mecanismos de protección para activistas y denunciantes que se exponen a riesgos al hablar en contra de la injusticia?