¡Ay, Dios mío! La noticia sacudió hasta los cimientos de San Carlos este domingo. Un nene de tan solo tres añitos, un bebé, se fue directo al cielo después de caer en un pozo en Pocosol. ¡Qué sal!
La comunidad entera está de luto, imagínate, una familia destrozada... y encima, el Benemérito Cuerpo de Bomberos, que le puso toda la carne al asador, tuvo que enfrentar la peor de las noticias. Se movieron como unas máquinas, pero a veces, ni con todo el esfuerzo del mundo, se puede cambiar el destino.
Según contaron los oficiales, la respuesta fue inmediata, una verdadera corrida. Despacharon equipos desde todas partes: Zona Norte, Puntarenas, hasta San José mandaron refuerzos. Búsqueda y rescate urbano, paramédicos, rescatistas avanzados… ¡Todo el mundo dispuesto a hacer un milagro! Pero la realidad, como dicen por acá, a veces te da un cosazo bien duro.
Escuché por ahí que cuando localizaron al nene, silencio total. Una voz por radio rompiéndole la esperanza a todos los que estaban esperando un final feliz. Fue ahí, me comentan, cuando los bomberos se quitaron el casco y la capa, y sintieron el dolor de esa familia. ¡Imagínate el fajón que deben estar pasando!
En un comunicado que hicieron, los bomberos no anduvieron con rodeos. “No tenemos un corazón de piedra”, escribieron. Y es verdad, esos señores se juegan la piel por nosotros día y noche, arriesgándolo todo. Pensar en ese nene, jugando, riendo, llenando la casa de alegría, y luego pasar a esto… ¡qué carga!
Esto nos recuerda, chavales, que hay que ponerle ojo avizón a estos pozos abandonados, sobre todo si hay niños correteando por ahí. No es echarle la culpa a nadie, pero la prevención siempre es mejor que lamentar. Es importante que las autoridades revisen estas situaciones y aseguren que estén debidamente protegidas, para evitar que tragedias como ésta se repitan.
Ahora, claro, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) ya anda metido en el brete, investigando qué pasó exactamente. Dicen que el pozo tenía alrededor de seis metros de agua, lo cual no facilitó en nada las labores de búsqueda. Que si había señalización, que si no… Como sea, ya el OIJ va a aclarar qué onda. Y a la familia, mi más sentido pésame. Ver perder un hijo, ¡eso no tiene precio!
La tristeza en Pocosol es palpable, pero también lo es el reconocimiento a la labor de los bomberos y la Cruz Roja. Un ejemplo de trabajo en equipo, de compromiso con la comunidad. Pero dime tú, ¿crees que las municipalidades deberían tener un programa más estricto de revisión y sellado de pozos abandonados para prevenir accidentes como este?
La comunidad entera está de luto, imagínate, una familia destrozada... y encima, el Benemérito Cuerpo de Bomberos, que le puso toda la carne al asador, tuvo que enfrentar la peor de las noticias. Se movieron como unas máquinas, pero a veces, ni con todo el esfuerzo del mundo, se puede cambiar el destino.
Según contaron los oficiales, la respuesta fue inmediata, una verdadera corrida. Despacharon equipos desde todas partes: Zona Norte, Puntarenas, hasta San José mandaron refuerzos. Búsqueda y rescate urbano, paramédicos, rescatistas avanzados… ¡Todo el mundo dispuesto a hacer un milagro! Pero la realidad, como dicen por acá, a veces te da un cosazo bien duro.
Escuché por ahí que cuando localizaron al nene, silencio total. Una voz por radio rompiéndole la esperanza a todos los que estaban esperando un final feliz. Fue ahí, me comentan, cuando los bomberos se quitaron el casco y la capa, y sintieron el dolor de esa familia. ¡Imagínate el fajón que deben estar pasando!
En un comunicado que hicieron, los bomberos no anduvieron con rodeos. “No tenemos un corazón de piedra”, escribieron. Y es verdad, esos señores se juegan la piel por nosotros día y noche, arriesgándolo todo. Pensar en ese nene, jugando, riendo, llenando la casa de alegría, y luego pasar a esto… ¡qué carga!
Esto nos recuerda, chavales, que hay que ponerle ojo avizón a estos pozos abandonados, sobre todo si hay niños correteando por ahí. No es echarle la culpa a nadie, pero la prevención siempre es mejor que lamentar. Es importante que las autoridades revisen estas situaciones y aseguren que estén debidamente protegidas, para evitar que tragedias como ésta se repitan.
Ahora, claro, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) ya anda metido en el brete, investigando qué pasó exactamente. Dicen que el pozo tenía alrededor de seis metros de agua, lo cual no facilitó en nada las labores de búsqueda. Que si había señalización, que si no… Como sea, ya el OIJ va a aclarar qué onda. Y a la familia, mi más sentido pésame. Ver perder un hijo, ¡eso no tiene precio!
La tristeza en Pocosol es palpable, pero también lo es el reconocimiento a la labor de los bomberos y la Cruz Roja. Un ejemplo de trabajo en equipo, de compromiso con la comunidad. Pero dime tú, ¿crees que las municipalidades deberían tener un programa más estricto de revisión y sellado de pozos abandonados para prevenir accidentes como este?
