¡Aguante, pura vida! Resulta que tenemos novedades de esas que te hacen sentir orgulloso de ser tico. Científicos y médicos nacionales están dando vuelta al mundo con un tratamiento innovador para el Parkinson, una enfermedad que afecta a miles de personas, especialmente a nuestros abuelos y abuelas. Parece mentira, pero aquí en nuestro terruño estamos a la vanguardia de esto.
Para ponerlo en perspectiva, la estimulación cerebral profunda (DBS, como dicen los médicos), no es ninguna novedad mundial, pero sí lo es que Costa Rica fue el primer país de Centroamérica en adoptarla. Esto significa que hemos acumulado experiencia valiosa y ahora estamos afinando el proceso para obtener resultados aún mejores. Antes, muchos pacientes tenían que viajar a otros países para acceder a este tratamiento, pero ahora tienen la oportunidad de recibirlo acá, en casa, con profesionales de primer nivel.
Lo interesante de la DBS es que no cura la enfermedad, claro que no, nadie les miente. Pero ayuda a controlar los síntomas de una manera impresionante. Según el doctor Fernando González Salazar, un neurocirujano que está haciendo un trabajo espectacular, esta terapia puede reducir hasta un 60% la cantidad de medicina que necesitan los pacientes, minimizando los efectos secundarios y mejorando considerablemente su calidad de vida. ¡Eso es un alivio tremendo!
Imagínense, un 80% o hasta un 90% de mejoría en síntomas como el temblor, la rigidez, los problemas de equilibrio y la dificultad para caminar. Cosas que afectan directamente la independencia y la felicidad de las personas. Con esta terapia, muchos pueden volver a hacer actividades que habían abandonado, como ir al gimnasio, bailar, cocinar... ¡recuperar su vida, diay!
El procedimiento en sí implica implantar unos electrodos en zonas específicas del cerebro que están funcionando mal. Estos electrodos emiten impulsos eléctricos suaves que ayudan a regular la actividad neuronal y a restaurar la fluidez del movimiento. Suena complicado, pero los especialistas aseguran que es un procedimiento seguro y efectivo, siempre y cuando se cumplan ciertos requisitos.
Y hablando de requisitos, no cualquiera puede optar por la DBS. Hay que someterse a una serie de evaluaciones exhaustivas para determinar si eres un candidato adecuado. Neuropsicólogos, trabajadores sociales, neurólogos... ¡todo el equipo se pone las pilas para asegurarse de que la terapia sea realmente beneficiosa! Se analizan puntajes neurológicos, estudios de imagen y mucho más. Como dice el dicho, ¡hay que medirla bien antes de lanzarse!
Lauren Bonilla, una paciente que recibió la DBS, nos cuenta su historia. Dice que pasó años sintiéndose como si tuviera cuchillos clavados en la espalda, arrastrando el pie y tomando hasta 24 pastillas diarias. Después de la cirugía, afirma haber recuperado su vida, su movilidad, su capacidad de dormir y, sobre todo, su alegría de vivir. Un testimonio que da esperanza a muchos y demuestra el potencial transformador de esta terapia. ¡Un ejemplo de superación, pura vida!
Ahora bien, teniendo en cuenta este gran avance médico y el testimonio inspirador de Lauren, ¿creen ustedes que el Estado debería invertir más recursos en tratamientos innovadores como la estimulación cerebral profunda, priorizando el acceso a estas terapias para quienes más lo necesitan? ¿Ustedes qué opinan?
Para ponerlo en perspectiva, la estimulación cerebral profunda (DBS, como dicen los médicos), no es ninguna novedad mundial, pero sí lo es que Costa Rica fue el primer país de Centroamérica en adoptarla. Esto significa que hemos acumulado experiencia valiosa y ahora estamos afinando el proceso para obtener resultados aún mejores. Antes, muchos pacientes tenían que viajar a otros países para acceder a este tratamiento, pero ahora tienen la oportunidad de recibirlo acá, en casa, con profesionales de primer nivel.
Lo interesante de la DBS es que no cura la enfermedad, claro que no, nadie les miente. Pero ayuda a controlar los síntomas de una manera impresionante. Según el doctor Fernando González Salazar, un neurocirujano que está haciendo un trabajo espectacular, esta terapia puede reducir hasta un 60% la cantidad de medicina que necesitan los pacientes, minimizando los efectos secundarios y mejorando considerablemente su calidad de vida. ¡Eso es un alivio tremendo!
Imagínense, un 80% o hasta un 90% de mejoría en síntomas como el temblor, la rigidez, los problemas de equilibrio y la dificultad para caminar. Cosas que afectan directamente la independencia y la felicidad de las personas. Con esta terapia, muchos pueden volver a hacer actividades que habían abandonado, como ir al gimnasio, bailar, cocinar... ¡recuperar su vida, diay!
El procedimiento en sí implica implantar unos electrodos en zonas específicas del cerebro que están funcionando mal. Estos electrodos emiten impulsos eléctricos suaves que ayudan a regular la actividad neuronal y a restaurar la fluidez del movimiento. Suena complicado, pero los especialistas aseguran que es un procedimiento seguro y efectivo, siempre y cuando se cumplan ciertos requisitos.
Y hablando de requisitos, no cualquiera puede optar por la DBS. Hay que someterse a una serie de evaluaciones exhaustivas para determinar si eres un candidato adecuado. Neuropsicólogos, trabajadores sociales, neurólogos... ¡todo el equipo se pone las pilas para asegurarse de que la terapia sea realmente beneficiosa! Se analizan puntajes neurológicos, estudios de imagen y mucho más. Como dice el dicho, ¡hay que medirla bien antes de lanzarse!
Lauren Bonilla, una paciente que recibió la DBS, nos cuenta su historia. Dice que pasó años sintiéndose como si tuviera cuchillos clavados en la espalda, arrastrando el pie y tomando hasta 24 pastillas diarias. Después de la cirugía, afirma haber recuperado su vida, su movilidad, su capacidad de dormir y, sobre todo, su alegría de vivir. Un testimonio que da esperanza a muchos y demuestra el potencial transformador de esta terapia. ¡Un ejemplo de superación, pura vida!
Ahora bien, teniendo en cuenta este gran avance médico y el testimonio inspirador de Lauren, ¿creen ustedes que el Estado debería invertir más recursos en tratamientos innovadores como la estimulación cerebral profunda, priorizando el acceso a estas terapias para quienes más lo necesitan? ¿Ustedes qué opinan?
