¡Ay, Dios mío! Resulta que el nuevo plan del tren eléctrico, presentado este viernes, nos da un giro inesperado. El Incofer le quitó la mano a la ruta hacia Belén, sí, la que pasaba por La Sabana. Uno se queda pensando, ¿qué onda con eso?
Parece que la decisión no fue antojo, sino una cuestión de demanda y velocidad. Según don Álvaro Bermúdez, el presidente del Incofer, se priorizó ir a donde la gente realmente necesita el tren – Paraíso y Alajuela – y hacerlo rápido. Entiendo la lógica, pero a muchos nos dejó con un saborcito amargo, especialmente aquellos que esperábamos una opción más ágil para llegar a Belén.
Lo que más me cayó mal es que no es solo la ruta a Belén la que se quedó afuera. También le dieron puerta fría a los ramales que iban para El Coyol y Ciruelas de Alajuela, esas que el gobierno anterior, el de Don Carlos Alvarado, tenía pensadas dentro del gran esquema del tren eléctrico. ¡Qué pena!, pareciera que se fue todo al traste. ¿Será que simplemente no había suficiente plata o qué estará pasando?
Ahora, mientras esperamos ver cómo se desarrolla esto, la idea es meterle toda la carne al asador a la línea existente hacia Belén. Eso significa que vamos a ver más trenes diésel circulando, tratando de compensar la falta de modernización. Un parche, vamos, pero bueno, al menos nos mueve. Me pregunto si así podremos aguantar el ritmo del crecimiento poblacional de esas zonas.
En cuanto al hardware, van a comprar 28 nuevos trenes eléctricos para las rutas de Paraíso y Alajuela. ¡Eso sí suena chivo! Además, prometen construir 30 estaciones, dos terminales importantes y nueve pasos a desnivel para evitar esos atascos que nos desesperan. Ojalá que hagan las cosas bien, porque con tantas obras públicas que terminan siendo un chinchorro, uno ya no sabe qué esperar.
La promesa de frecuencia es bastante ambiciosa: un tren cada 10 minutos, durante todo el día y toda la semana. Si eso se cumple, sería una revolución en transporte público, algo que Costa Rica necesita urgentemente. Pero, claro, hay que verlo funcionando antes de darle palmaditas en la espalda al Incofer; sabemos cómo son los anuncios… a veces son pura vara.
Comparado con el plan original que heredó el actual gobierno, este nuevo proyecto es significativamente más modesto, con tres líneas menos en total. Esto levanta algunas sospechas… ¿Será que estamos ante una solución temporal o realmente han replanteado toda la estrategia del tren eléctrico? Muchos creen que se dejaron atrás oportunidades valiosas para conectar diferentes puntos del país y aliviar la congestión vehicular.
En fin, todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿Con este nuevo enfoque, el tren eléctrico realmente cumplirá su propósito de transformar el transporte público en Costa Rica o estaremos conformándonos con mejoras incrementales que no abordan los problemas estructurales del sistema? ¿Creen que debieron seguir adelante con la ruta hacia Belén a pesar de los desafíos o era mejor enfocarse en las áreas de mayor demanda desde el principio? Vamos a charlar sobre esto, ¡dale!
Parece que la decisión no fue antojo, sino una cuestión de demanda y velocidad. Según don Álvaro Bermúdez, el presidente del Incofer, se priorizó ir a donde la gente realmente necesita el tren – Paraíso y Alajuela – y hacerlo rápido. Entiendo la lógica, pero a muchos nos dejó con un saborcito amargo, especialmente aquellos que esperábamos una opción más ágil para llegar a Belén.
Lo que más me cayó mal es que no es solo la ruta a Belén la que se quedó afuera. También le dieron puerta fría a los ramales que iban para El Coyol y Ciruelas de Alajuela, esas que el gobierno anterior, el de Don Carlos Alvarado, tenía pensadas dentro del gran esquema del tren eléctrico. ¡Qué pena!, pareciera que se fue todo al traste. ¿Será que simplemente no había suficiente plata o qué estará pasando?
Ahora, mientras esperamos ver cómo se desarrolla esto, la idea es meterle toda la carne al asador a la línea existente hacia Belén. Eso significa que vamos a ver más trenes diésel circulando, tratando de compensar la falta de modernización. Un parche, vamos, pero bueno, al menos nos mueve. Me pregunto si así podremos aguantar el ritmo del crecimiento poblacional de esas zonas.
En cuanto al hardware, van a comprar 28 nuevos trenes eléctricos para las rutas de Paraíso y Alajuela. ¡Eso sí suena chivo! Además, prometen construir 30 estaciones, dos terminales importantes y nueve pasos a desnivel para evitar esos atascos que nos desesperan. Ojalá que hagan las cosas bien, porque con tantas obras públicas que terminan siendo un chinchorro, uno ya no sabe qué esperar.
La promesa de frecuencia es bastante ambiciosa: un tren cada 10 minutos, durante todo el día y toda la semana. Si eso se cumple, sería una revolución en transporte público, algo que Costa Rica necesita urgentemente. Pero, claro, hay que verlo funcionando antes de darle palmaditas en la espalda al Incofer; sabemos cómo son los anuncios… a veces son pura vara.
Comparado con el plan original que heredó el actual gobierno, este nuevo proyecto es significativamente más modesto, con tres líneas menos en total. Esto levanta algunas sospechas… ¿Será que estamos ante una solución temporal o realmente han replanteado toda la estrategia del tren eléctrico? Muchos creen que se dejaron atrás oportunidades valiosas para conectar diferentes puntos del país y aliviar la congestión vehicular.
En fin, todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿Con este nuevo enfoque, el tren eléctrico realmente cumplirá su propósito de transformar el transporte público en Costa Rica o estaremos conformándonos con mejoras incrementales que no abordan los problemas estructurales del sistema? ¿Creen que debieron seguir adelante con la ruta hacia Belén a pesar de los desafíos o era mejor enfocarse en las áreas de mayor demanda desde el principio? Vamos a charlar sobre esto, ¡dale!
