¡Qué chiva! El lunes de setiembre, mientras el sol salía por nuestros montes, el alcalde de San José, Diego Miranda, hizo un llamado fuerte y claro: "¡Es hora de dejar las diferencias a un lado y trabajar juntos, mae!". Lo hizo en la celebración solemne del 204° aniversario de nuestra querida Costa Rica, un día en el que, más que nunca, la unidad y el diálogo son esenciales.
Miranda, con esa vara bien puesta, recordó la Campaña de 1856, cuando filibusteros intentaron invadirnos. "Sí, el enemigo común ha cambiado, pero seguimos frente a retos grandes, como el narcotráfico que se cuela en nuestros barrios", afirmó. Y no se quedó en el "lamento", sino que llamó a la acción: "Para enfrentar esta amenaza y mantener la paz, necesitamos estar más unidos que nunca".
Pero no se quedó solo en las palabras bravas. también tomó un cacheteéndose a quienes, desde sus posiciones de poder, en vez de unir, dividen. "Ese discurso que fomenta la polarización y el odio es el nuevo filibusterismo de nuestro tiempo", señaló. Según él, estas brechas no solo ensanchan las desigualdades, sino que también dejan a muchas personas sin acceso a servicios básicos como salud, educación, agua o alimento.
Y es que, como bien dijo el mae, estas desigualdades traen consigo otros bretes, como el aumento de personas en condición de calle y el deterioro de la seguridad en nuestra capital. "No podemos permitir que eso siga pasando", aseguró Miranda, quien llamó a priorizar estas problemáticas en la política pública.
Pero no todo fue "así como" en la celebración. También estuvo presente Santiago Mena, un estudiante de la Escuela España, quien, con esa carga de esperanza que solo tienen los jóvenes, pidió mantener encendida la antorcha del optimismo. "Costa Rica es grande de corazón. Aquí no tenemos ejército, pero sí paz. Aunque llueva fuerte, siempre sale el sol y siempre brilla la esperanza", subrayó el jóven, dejando claro que, a pesar de los desafíos, siempre hay lugar para el optimismo.
Y es que, aunque el discurso del alcalde y las palabras del estudiante se escucharon en un día especial, su mensaje vale para todos los días. En un país donde la paz y la hermandad han sido siempre nuestros chalecos, es crucial que sigamos echando para adelante, unidos y con esperanza.
Así que, maes y maes, sigamos el llamado del alcalde y del estudiante. Mantengamos esa antorcha del optimismo encendida, trabajemos juntos y, sobre todo, no dejemos que la luz y la esperanza se apague. Porque, aunque el siglo XXI nos traiga varios enemigos, con unidad y diálogo, siempre saldrá el sol.
Diay, compas, ¿creen que estamos haciendo lo suficiente para unirnos y enfrentar los desafíos que nos toca vivir? ¿Qué más les gustaría ver en acción para que la paz y la hermandad sigan siendo nuestra fortaleza? Compartan sus ideas y, quién sabe, tal vez podamos hasta sacar un plan a cachete.
Miranda, con esa vara bien puesta, recordó la Campaña de 1856, cuando filibusteros intentaron invadirnos. "Sí, el enemigo común ha cambiado, pero seguimos frente a retos grandes, como el narcotráfico que se cuela en nuestros barrios", afirmó. Y no se quedó en el "lamento", sino que llamó a la acción: "Para enfrentar esta amenaza y mantener la paz, necesitamos estar más unidos que nunca".
Pero no se quedó solo en las palabras bravas. también tomó un cacheteéndose a quienes, desde sus posiciones de poder, en vez de unir, dividen. "Ese discurso que fomenta la polarización y el odio es el nuevo filibusterismo de nuestro tiempo", señaló. Según él, estas brechas no solo ensanchan las desigualdades, sino que también dejan a muchas personas sin acceso a servicios básicos como salud, educación, agua o alimento.
Y es que, como bien dijo el mae, estas desigualdades traen consigo otros bretes, como el aumento de personas en condición de calle y el deterioro de la seguridad en nuestra capital. "No podemos permitir que eso siga pasando", aseguró Miranda, quien llamó a priorizar estas problemáticas en la política pública.
Pero no todo fue "así como" en la celebración. También estuvo presente Santiago Mena, un estudiante de la Escuela España, quien, con esa carga de esperanza que solo tienen los jóvenes, pidió mantener encendida la antorcha del optimismo. "Costa Rica es grande de corazón. Aquí no tenemos ejército, pero sí paz. Aunque llueva fuerte, siempre sale el sol y siempre brilla la esperanza", subrayó el jóven, dejando claro que, a pesar de los desafíos, siempre hay lugar para el optimismo.
Y es que, aunque el discurso del alcalde y las palabras del estudiante se escucharon en un día especial, su mensaje vale para todos los días. En un país donde la paz y la hermandad han sido siempre nuestros chalecos, es crucial que sigamos echando para adelante, unidos y con esperanza.
Así que, maes y maes, sigamos el llamado del alcalde y del estudiante. Mantengamos esa antorcha del optimismo encendida, trabajemos juntos y, sobre todo, no dejemos que la luz y la esperanza se apague. Porque, aunque el siglo XXI nos traiga varios enemigos, con unidad y diálogo, siempre saldrá el sol.
Diay, compas, ¿creen que estamos haciendo lo suficiente para unirnos y enfrentar los desafíos que nos toca vivir? ¿Qué más les gustaría ver en acción para que la paz y la hermandad sigan siendo nuestra fortaleza? Compartan sus ideas y, quién sabe, tal vez podamos hasta sacar un plan a cachete.
