¡Ay, Dios mío, qué novedades! Wall Street sigue haciendo sus cosas, rompiendo récords como si fueran galletas. El lunes pasado, los índices Dow Jones, Nasdaq y S&P 500 se pusieron a bailar con los números arriba, todo gracias al sector tecnológico. Parece que estos jeques del dinero andan bien contentos con sus jueguetes electrónicos, pero yo me pregunto… ¿y nosotros, los tranquilos acá en Costa Rica, qué le vamos a sacar a este festín financiero?
Para ponerlos al tanto, el Dow Jones subió un 0.14%, el Nasdaq se animó con un 0.70% y el S&P 500 tampoco quiso quedarse atrás y creció un 0.44%. Según dicen los expertos, todo esto es porque algunas empresas tecnológicas jugosas tuvieron buenas noticias. Pero, vamos a ser honestos, esos números nos suenan a chino si no estamos metidos en ese mundo. Nosotros allá en la fila del supermercado seguimos viendo cómo suben los precios del picadillo y el arroz.
Ahora, no me entienden mal, me da gusto que la economía global esté dando tumbitos, pero también me preocupa que esto no se traduzca en beneficios reales para todos. Porque, díganme, ¿qué significa esto para el pequeño comerciante de barrio, para el campesino que trabaja duro la pura pólvora, para el maestro que se esfuerza por educar a nuestros niños? ¿Se van a sentir más ricos, o seguirán batallando pa’ llegar a fin de mes?
De hecho, mientras Wall Street celebra sus logros, aquí en casa tenemos otras preocupaciones. Leí que hay sectores perdiendo empleos, agencias de viajes lamentándose por las estafas y hasta el brete de la construcción ha tenido un ligero retroceso. Así que, aunque los gringos estén felices, nosotros debemos mantener los pies en la tierra y trabajar duro para salir adelante.
El asunto es que, a veces, parece que vivimos en dos mundos distintos. Ellos en su burbuja de inversiones y tecnología, nosotros acá luchando contra el costo de vida y buscando oportunidades para mejorar nuestras condiciones. No digo que no haya posibilidades, claro que sí. Pero necesitamos políticas públicas que realmente beneficien a la gente trabajadora, no solo a los inversionistas más poderosos. Que no sean promesas vacías, sino acciones concretas que generen empleo digno y desarrollo sostenible.
Y hablando de desarrollo, no podemos olvidar que el turismo es nuestra gallina de los huevos de oro. Pero si seguimos permitiendo que unos cuantos oportunistas se lucren a costa de los turistas incautos, vamos a acabar arruinando la imagen de nuestro país. ¡Qué torta eso! Necesitamos leyes más estrictas y controles más eficientes para evitar estas estafas y proteger la reputación de Costa Rica como destino turístico seguro y confiable.
Además, no olvidemos que la educación es clave para construir un futuro mejor. Invertir en la formación de nuestros jóvenes es la mejor manera de asegurar que tengamos profesionales capacitados para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Tenemos que apoyar a nuestros maestros, mejorar la calidad de la enseñanza y garantizar que todos los niños tengan acceso a una educación de calidad, sin importar su origen socioeconómico. Sino, diay, íbamos a estar siempre fregados.
Así que ya saben, mientras Wall Street se pone las pilas, nosotros tenemos que seguir trabajando duro, exigiendo transparencia y justicia social, y cuidando nuestro patrimonio natural. Ahora me pregunten ustedes, ¿creen que es posible desconectar la economía global de las realidades económicas cotidianas de un país como Costa Rica, o estamos condenados a vivir eternamente en la sombra de los mercados internacionales?
Para ponerlos al tanto, el Dow Jones subió un 0.14%, el Nasdaq se animó con un 0.70% y el S&P 500 tampoco quiso quedarse atrás y creció un 0.44%. Según dicen los expertos, todo esto es porque algunas empresas tecnológicas jugosas tuvieron buenas noticias. Pero, vamos a ser honestos, esos números nos suenan a chino si no estamos metidos en ese mundo. Nosotros allá en la fila del supermercado seguimos viendo cómo suben los precios del picadillo y el arroz.
Ahora, no me entienden mal, me da gusto que la economía global esté dando tumbitos, pero también me preocupa que esto no se traduzca en beneficios reales para todos. Porque, díganme, ¿qué significa esto para el pequeño comerciante de barrio, para el campesino que trabaja duro la pura pólvora, para el maestro que se esfuerza por educar a nuestros niños? ¿Se van a sentir más ricos, o seguirán batallando pa’ llegar a fin de mes?
De hecho, mientras Wall Street celebra sus logros, aquí en casa tenemos otras preocupaciones. Leí que hay sectores perdiendo empleos, agencias de viajes lamentándose por las estafas y hasta el brete de la construcción ha tenido un ligero retroceso. Así que, aunque los gringos estén felices, nosotros debemos mantener los pies en la tierra y trabajar duro para salir adelante.
El asunto es que, a veces, parece que vivimos en dos mundos distintos. Ellos en su burbuja de inversiones y tecnología, nosotros acá luchando contra el costo de vida y buscando oportunidades para mejorar nuestras condiciones. No digo que no haya posibilidades, claro que sí. Pero necesitamos políticas públicas que realmente beneficien a la gente trabajadora, no solo a los inversionistas más poderosos. Que no sean promesas vacías, sino acciones concretas que generen empleo digno y desarrollo sostenible.
Y hablando de desarrollo, no podemos olvidar que el turismo es nuestra gallina de los huevos de oro. Pero si seguimos permitiendo que unos cuantos oportunistas se lucren a costa de los turistas incautos, vamos a acabar arruinando la imagen de nuestro país. ¡Qué torta eso! Necesitamos leyes más estrictas y controles más eficientes para evitar estas estafas y proteger la reputación de Costa Rica como destino turístico seguro y confiable.
Además, no olvidemos que la educación es clave para construir un futuro mejor. Invertir en la formación de nuestros jóvenes es la mejor manera de asegurar que tengamos profesionales capacitados para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Tenemos que apoyar a nuestros maestros, mejorar la calidad de la enseñanza y garantizar que todos los niños tengan acceso a una educación de calidad, sin importar su origen socioeconómico. Sino, diay, íbamos a estar siempre fregados.
Así que ya saben, mientras Wall Street se pone las pilas, nosotros tenemos que seguir trabajando duro, exigiendo transparencia y justicia social, y cuidando nuestro patrimonio natural. Ahora me pregunten ustedes, ¿creen que es posible desconectar la economía global de las realidades económicas cotidianas de un país como Costa Rica, o estamos condenados a vivir eternamente en la sombra de los mercados internacionales?