¡Ay, Dios mío, qué pena nos cayó la noticia!
Este domingo, la greña política y social de Costa Rica recibió un golpe duro con el fallecimiento del ex diputado Víctor Láscarez Láscarez. Un tipo que siempre andaba luchando por los barrios abajo y por defender los derechos de los trabajadores. Dejé de ver sus publicaciones en Facebook hace un tiempo, pero nunca olvidé cómo se ponía las pilas defendiendo a los más necesitados. Como decía mi abu, “el hombre sabe cuando tiene buen vecino”, y don Víctor era eso y mucho.
Rodrigo Arias, actual presidente de la Asamblea Legislativa, fue quien dio la triste noticia, manifestando su profundo pesar y recordando la valiosa asesoría y lealtad que Láscarez le brindó durante sus primeros años en la legislatura. Arias no se anduvo con rodeos: destacó el compromiso de Láscarez con las causas sociales, especialmente la defensa de los derechos laborales – algo que hoy en día se siente más que nunca – y la promoción de soluciones habitacionales dignas para las familias ticas. La verdad, esos discursos de ahora suenan bonitos, pero don Víctor era pura acción, un ejemplo de cómo ponerle el hombro a la gente.
Para quienes no lo recuerden bien, Víctor Emilio Láscarez Láscarez tuvo su paso por la Asamblea Legislativa entre 2006 y 2010. Aunque algunos lo criticaron por su estilo directo y a veces polémico, nadie puede negar su pasión por la justicia social y su incansable lucha por mejorar las condiciones de vida de los más vulnerables. Se metió en bretes donde otros ni siquiera se atrevían a poner un pie, siempre buscando sacar adelante a la población.
En su trayectoria política, Láscarez siempre fue un defensor acérrimo de los sindicatos y las organizaciones campesinas. Abogaba por salarios justos, mejores condiciones laborales y acceso a la tierra para los pequeños productores. Era de esos políticos que se iban a las marchas con la gente, no solo daba discursos desde la oficina. Recuerdo haberlo visto en una protesta frente al INSS, hablando claro y alto, exigiendo mejoras en la atención médica para los jubilados. ¡Un mae!”.
Más allá de su carrera política, muchos recordarán a Láscarez como un hombre sencillo, cercano a la gente y preocupado por su bienestar. No era de lujos ni de estridencias; prefería vestir cómodo y hablar con la gente directamente, escuchando sus problemas y buscando soluciones. Su casa, dicen los vecinos, siempre estaba abierta a cualquiera que necesitara ayuda o consejo. Eso sí es ser un servidor público de verdad.
Ahora, en tiempos de tanta polarización y desencanto político, la partida de un líder como Víctor Láscarez resulta aún más significativa. Nos recuerda que la política puede ser un instrumento para el bien común, que la honestidad y el compromiso pueden marcar la diferencia, y que siempre hay espacio para la esperanza. Porque, díganme, ¿cuántos políticos actuales podemos decir que realmente se preocupan por el pueblo?
La noticia ha generado consternación en diversos sectores de la sociedad costarricense. Desde los movimientos sociales hasta los partidos políticos, todos han expresado su pesar por la pérdida de un hombre que dedicó su vida al servicio público. Sus familiares y amigos cercanos han solicitado respeto y privacidad en estos momentos difíciles, mientras se preparan para darle el último adiós a un ícono del activismo social. Una lástima perder a un maestre así, pero sabemos que su legado vivirá por siempre en el corazón de aquellos a quienes ayudó.
¿Ustedes creen que la muerte de figuras como Don Víctor, que representaban una forma de hacer política más cercana a la gente, deja un vacío imposible de llenar en nuestra sociedad? ¿Será posible recuperar ese espíritu de servicio y compromiso que caracterizó su labor, o estamos condenados a ver cómo la política se vuelve cada vez más distante y elitista?
Este domingo, la greña política y social de Costa Rica recibió un golpe duro con el fallecimiento del ex diputado Víctor Láscarez Láscarez. Un tipo que siempre andaba luchando por los barrios abajo y por defender los derechos de los trabajadores. Dejé de ver sus publicaciones en Facebook hace un tiempo, pero nunca olvidé cómo se ponía las pilas defendiendo a los más necesitados. Como decía mi abu, “el hombre sabe cuando tiene buen vecino”, y don Víctor era eso y mucho.
Rodrigo Arias, actual presidente de la Asamblea Legislativa, fue quien dio la triste noticia, manifestando su profundo pesar y recordando la valiosa asesoría y lealtad que Láscarez le brindó durante sus primeros años en la legislatura. Arias no se anduvo con rodeos: destacó el compromiso de Láscarez con las causas sociales, especialmente la defensa de los derechos laborales – algo que hoy en día se siente más que nunca – y la promoción de soluciones habitacionales dignas para las familias ticas. La verdad, esos discursos de ahora suenan bonitos, pero don Víctor era pura acción, un ejemplo de cómo ponerle el hombro a la gente.
Para quienes no lo recuerden bien, Víctor Emilio Láscarez Láscarez tuvo su paso por la Asamblea Legislativa entre 2006 y 2010. Aunque algunos lo criticaron por su estilo directo y a veces polémico, nadie puede negar su pasión por la justicia social y su incansable lucha por mejorar las condiciones de vida de los más vulnerables. Se metió en bretes donde otros ni siquiera se atrevían a poner un pie, siempre buscando sacar adelante a la población.
En su trayectoria política, Láscarez siempre fue un defensor acérrimo de los sindicatos y las organizaciones campesinas. Abogaba por salarios justos, mejores condiciones laborales y acceso a la tierra para los pequeños productores. Era de esos políticos que se iban a las marchas con la gente, no solo daba discursos desde la oficina. Recuerdo haberlo visto en una protesta frente al INSS, hablando claro y alto, exigiendo mejoras en la atención médica para los jubilados. ¡Un mae!”.
Más allá de su carrera política, muchos recordarán a Láscarez como un hombre sencillo, cercano a la gente y preocupado por su bienestar. No era de lujos ni de estridencias; prefería vestir cómodo y hablar con la gente directamente, escuchando sus problemas y buscando soluciones. Su casa, dicen los vecinos, siempre estaba abierta a cualquiera que necesitara ayuda o consejo. Eso sí es ser un servidor público de verdad.
Ahora, en tiempos de tanta polarización y desencanto político, la partida de un líder como Víctor Láscarez resulta aún más significativa. Nos recuerda que la política puede ser un instrumento para el bien común, que la honestidad y el compromiso pueden marcar la diferencia, y que siempre hay espacio para la esperanza. Porque, díganme, ¿cuántos políticos actuales podemos decir que realmente se preocupan por el pueblo?
La noticia ha generado consternación en diversos sectores de la sociedad costarricense. Desde los movimientos sociales hasta los partidos políticos, todos han expresado su pesar por la pérdida de un hombre que dedicó su vida al servicio público. Sus familiares y amigos cercanos han solicitado respeto y privacidad en estos momentos difíciles, mientras se preparan para darle el último adiós a un ícono del activismo social. Una lástima perder a un maestre así, pero sabemos que su legado vivirá por siempre en el corazón de aquellos a quienes ayudó.
¿Ustedes creen que la muerte de figuras como Don Víctor, que representaban una forma de hacer política más cercana a la gente, deja un vacío imposible de llenar en nuestra sociedad? ¿Será posible recuperar ese espíritu de servicio y compromiso que caracterizó su labor, o estamos condenados a ver cómo la política se vuelve cada vez más distante y elitista?