¡Ay, Dios mío! La CNE tuvo que reportar esta tarde una buena cantidad de problemas por inundaciones en varios cantones del país. Parece que estos aguaceros no le dan tregua a nadie. Lluvias torrenciales, desbordes de ríos y alcantarillas… ¡qué torta!
Según la información, estamos hablando de al menos catorce incidentes distribuidos en seis cantones diferentes. Lo más afectado, hasta ahora, parece ser Orotina, donde el agua se metió hasta las casas y los negocios. Imagínate el panicote que deben haber pasado los dueños de los locales.
Y ni hablar de Esparza, tres situaciones similares, todas relacionadas con esas tuberías que no aguantan ni la mitad del agua que cae. Se dice que ya llevan tiempo pidiendo mantenimiento, pero bueno, ya sabemos cómo va eso… ¡la burocracia te mata!
En Montes de Oro, la quebrada Caldera decidió darse un chapuzón fuera de su cauce, causando problemas a los vecinos cercanos. Dicen que la erosión ha ido picando poco a poco, y ahora nos llegó la hora de ver las consecuencias. Hay que ponerle atención a esto porque si seguimos así, nos vamos todos al traste.
Corredores tampoco se salvó. En Abrojo, el agua acumulada alcanzó niveles preocupantes, llegando incluso al nivel de las rodillas en algunas viviendas. Un panorama feo, máxime considerando que todavía quedan unos días de temporada lluviosa por delante. ¡Qué sal!
Por fortuna, al parecer, la situación aún no ameritó abrir albergues. La Comisión mantiene la Alerta Amarilla a nivel nacional, por si acaso. Pero la verdad, con tanta lluvia que ha caído en el oeste del Valle Central, Puntarenas, el Valle del Tempisque, Quepos, Golfito… uno se pone nervioso pensando qué puede pasar.
Desde la CNE recomiendan estar ojo avizor, especialmente cerca de ríos, quebradas y lugares propensos a deslizamientos. Ya saben, ‘más vale prevenir que lamentar’, como dicen nuestros abuelos. No hay que bajar la guardia, y revisar bien los techos y las pendientes, por si acaso algún chunche decide irse volando con el viento.
Esta situación nos hace preguntarnos, ¿qué medidas concretas podemos tomar como comunidad para mitigar los efectos de estas lluvias recurrentes y exigir a nuestras autoridades soluciones duraderas? ¿Estamos dispuestos a invertir en infraestructura resiliente o seguiremos parcheando la situación hasta que ocurra lo inevitable?
Según la información, estamos hablando de al menos catorce incidentes distribuidos en seis cantones diferentes. Lo más afectado, hasta ahora, parece ser Orotina, donde el agua se metió hasta las casas y los negocios. Imagínate el panicote que deben haber pasado los dueños de los locales.
Y ni hablar de Esparza, tres situaciones similares, todas relacionadas con esas tuberías que no aguantan ni la mitad del agua que cae. Se dice que ya llevan tiempo pidiendo mantenimiento, pero bueno, ya sabemos cómo va eso… ¡la burocracia te mata!
En Montes de Oro, la quebrada Caldera decidió darse un chapuzón fuera de su cauce, causando problemas a los vecinos cercanos. Dicen que la erosión ha ido picando poco a poco, y ahora nos llegó la hora de ver las consecuencias. Hay que ponerle atención a esto porque si seguimos así, nos vamos todos al traste.
Corredores tampoco se salvó. En Abrojo, el agua acumulada alcanzó niveles preocupantes, llegando incluso al nivel de las rodillas en algunas viviendas. Un panorama feo, máxime considerando que todavía quedan unos días de temporada lluviosa por delante. ¡Qué sal!
Por fortuna, al parecer, la situación aún no ameritó abrir albergues. La Comisión mantiene la Alerta Amarilla a nivel nacional, por si acaso. Pero la verdad, con tanta lluvia que ha caído en el oeste del Valle Central, Puntarenas, el Valle del Tempisque, Quepos, Golfito… uno se pone nervioso pensando qué puede pasar.
Desde la CNE recomiendan estar ojo avizor, especialmente cerca de ríos, quebradas y lugares propensos a deslizamientos. Ya saben, ‘más vale prevenir que lamentar’, como dicen nuestros abuelos. No hay que bajar la guardia, y revisar bien los techos y las pendientes, por si acaso algún chunche decide irse volando con el viento.
Esta situación nos hace preguntarnos, ¿qué medidas concretas podemos tomar como comunidad para mitigar los efectos de estas lluvias recurrentes y exigir a nuestras autoridades soluciones duraderas? ¿Estamos dispuestos a invertir en infraestructura resiliente o seguiremos parcheando la situación hasta que ocurra lo inevitable?