¡Ay, Dios mío! La cosa está que arde, mi gente. Resulta que Canara, esos que defienden los derechos de los radios y canales, le metieron un frenazo a la Sutel en este asunto de las frecuencias. Parece que el Estado quería meterle mano a las licitaciones con una subasta, pero Canara dice “¡ni pedo!”, exigiendo que se respete la ley vigente y se les prolongue automáticamente sus concesiones. Vaya bronca nos cayó.
Y es que, mijo, la movida viene de atrás. Desde que se publicó en La Gaceta cómo iba a funcionar la licitación, se encendieron todas las alarmas. Según Canara, esto es un atropello a los derechos adquiridos, como si estuvieran regalando el pan duro. Dicen que daña a una actividad que, además, hace un favor a todos nosotros, porque mantiene informada a la sociedad y promueve la libre expresión. No es cualquier vaina, ¿eh?
La agrupación, bien firme en su postura, advierte que meterle mano así a las frecuencias es como darle un golpe al corazón de la democracia. Imagínate, señor, los medios de comunicación son esenciales para saber qué pasa en el país, y si se les complica el brete, pues ahí se va la información de calidad. Y eso, como dicen por acá, no hay quien lo agarre con pinzas.
Pero el Gobierno, pa' presumir, tiene otra perspectiva. La Ministra Paula Bogantes, con toda la razón del mundo según ellos, considera que los cánones que estamos pagando ahora son un verdadero chiste. Pone ejemplos: una frecuencia de tele cuesta apenas ¢120 mil al año, y una de radio FM, unos míseros ¢6 mil. ¡Una ganga!, dirían ellos. Ya hasta me imagino a los funcionarios frotándose las manos pensando en cuánto van a recaudar.
Para echarle más leña al fuego, la Sutel soltó una tabla con los precios base de las frecuencias, dependiendo de dónde estén ubicadas. En Chorotega, por ejemplo, una Radio FM de 200 kHz te sale en $24.545; en el Pacífico Central, $18.945; y para tener una frecuencia de Televisión a nivel nacional, prepárate porque te vas a gastar $1.601.786. ¡Un mango! A ver quién puede costear eso.
La verdad, mijo, es que la disputa entre Canara y el Gobierno promete poner a sudar a más de uno. Porque no es solo cuestión de plata, sino de principios. ¿Es justo que el Estado cambie las reglas del juego en medio del camino? ¿O tienen derecho a modernizar el sistema de asignación de frecuencias para hacerlo más eficiente y competitivo? Ahí está el quid de la cuestión, ¿no creen?
Este rollo de las frecuencias nos recuerda que la radio y la televisión siguen siendo pilares fundamentales de nuestra cultura y nuestra forma de comunicarnos. Aunque ya tenemos internet y redes sociales, todavía muchos costarriqueños dependen de estos medios para estar informados y entretenidos. Por eso, es importante que se les dé un trato justo y que se protejan sus derechos. Sino, ¿qué futuro le podemos dar a la comunicación en nuestro país?
Ahora sí, dígame usted: Con tanta polémica y números raros, ¿cree que el Gobierno debería ceder ante las exigencias de Canara y mantener las concesiones automáticas, o deberían insistir en llevar a cabo la subasta para modernizar el sistema de frecuencias? ¡Dejen sus opiniones en el foro, quiero saber qué piensa la gente!
Y es que, mijo, la movida viene de atrás. Desde que se publicó en La Gaceta cómo iba a funcionar la licitación, se encendieron todas las alarmas. Según Canara, esto es un atropello a los derechos adquiridos, como si estuvieran regalando el pan duro. Dicen que daña a una actividad que, además, hace un favor a todos nosotros, porque mantiene informada a la sociedad y promueve la libre expresión. No es cualquier vaina, ¿eh?
La agrupación, bien firme en su postura, advierte que meterle mano así a las frecuencias es como darle un golpe al corazón de la democracia. Imagínate, señor, los medios de comunicación son esenciales para saber qué pasa en el país, y si se les complica el brete, pues ahí se va la información de calidad. Y eso, como dicen por acá, no hay quien lo agarre con pinzas.
Pero el Gobierno, pa' presumir, tiene otra perspectiva. La Ministra Paula Bogantes, con toda la razón del mundo según ellos, considera que los cánones que estamos pagando ahora son un verdadero chiste. Pone ejemplos: una frecuencia de tele cuesta apenas ¢120 mil al año, y una de radio FM, unos míseros ¢6 mil. ¡Una ganga!, dirían ellos. Ya hasta me imagino a los funcionarios frotándose las manos pensando en cuánto van a recaudar.
Para echarle más leña al fuego, la Sutel soltó una tabla con los precios base de las frecuencias, dependiendo de dónde estén ubicadas. En Chorotega, por ejemplo, una Radio FM de 200 kHz te sale en $24.545; en el Pacífico Central, $18.945; y para tener una frecuencia de Televisión a nivel nacional, prepárate porque te vas a gastar $1.601.786. ¡Un mango! A ver quién puede costear eso.
La verdad, mijo, es que la disputa entre Canara y el Gobierno promete poner a sudar a más de uno. Porque no es solo cuestión de plata, sino de principios. ¿Es justo que el Estado cambie las reglas del juego en medio del camino? ¿O tienen derecho a modernizar el sistema de asignación de frecuencias para hacerlo más eficiente y competitivo? Ahí está el quid de la cuestión, ¿no creen?
Este rollo de las frecuencias nos recuerda que la radio y la televisión siguen siendo pilares fundamentales de nuestra cultura y nuestra forma de comunicarnos. Aunque ya tenemos internet y redes sociales, todavía muchos costarriqueños dependen de estos medios para estar informados y entretenidos. Por eso, es importante que se les dé un trato justo y que se protejan sus derechos. Sino, ¿qué futuro le podemos dar a la comunicación en nuestro país?
Ahora sí, dígame usted: Con tanta polémica y números raros, ¿cree que el Gobierno debería ceder ante las exigencias de Canara y mantener las concesiones automáticas, o deberían insistir en llevar a cabo la subasta para modernizar el sistema de frecuencias? ¡Dejen sus opiniones en el foro, quiero saber qué piensa la gente!
