¡Ay, Dios mío! Este caso de Ligia Faerron está echando frialdad a toda la zona de San Carlos. La señora, mena trabajadora y bien querida por todos, desapareció hace casi una semana y hasta ahora no hay pistas claras de dónde pueda estar. Imagínate el susto que se agarró la familia, buscando por todos lados y sin saber qué pasó.
Ligia Zulema, como le decían algunos, tenía 53 añitos, era madre de cuatro y abu de dos angelitos. Pues dicen que la vieron por última vez el viernes pasado, dando vueltas por su casa. Después de eso, ¡silencio absoluto! La policía está investigando a fondo, revisando cada detalle para ver si pueden sacar algo a la luz. No es broma, esto nos tiene a todos con el corazón en la boca.
El OIJ (Organismo de Investigación Judicial), pues ahí trabajando a marchas forzadas, ya han confirmado que la casa de Ligia está bajo custodia. Eso significa que tienen guardias vigilando para que nadie meta las manos donde no debe y para proteger posibles pruebas. Las autoridades andan muy herméticas, claro, porque no quieren espantar a los que puedan tener información valiosa. Ya saben cómo es eso.
Pero lo que sí salió a la luz es que encontraron el carro de Ligia en un taller mecánico allá por Santa Rita de Palmar. ¡Imagínatelo! Pues resulta que unos vándalos estaban tratando de venderlo por partes, como si fuera pura chatarra. Lo habían desarrapao’ a pedazos, buscando sacarles provecho. La familia está destrozada, así que están pidiendo ayuda a cualquiera que sepa algo.
Y no es para menos, mi pana. Resulta que Ligia estaba pasando por momentos difíciles. Además de haber perdido a su marido hace poco por cáncer, también anda batallando contra el cáncer de piel y la hipertensión. Dicen que últimamente estaba vendiendo algunas propiedades que tenía para poder costear sus gastos médicos. ¡Qué vara tan pesada! Una mujer luchadora, siempre adelante, y ahora esto...
Estefany Ponce, una de sus hijas, me contó que cuando llegaron a la casa de su mamá, la encontraron revuelta, como si hubiera habido una pelea. Y lo peor de todo es que apagaron las cámaras de seguridad, como si supieran exactamente lo que hacían. ¡Eso no da pie a muchas interpretaciones! Parece que alguien quería borrar cualquier rastro de lo sucedido, tratar de cubrir las huellas. Pura bronca, te digo yo.
La familia no pierde la fe, sigue esperando un milagro, que aparezca Ligia sana y salva. Han puesto carteles por toda la zona, pidiendo a la gente que esté atenta y que reporte cualquier información que crean que pueda ser útil. Han pedido que corran la voz por redes sociales, para llegar a más gente posible. Esta vez, vamos a darle duro a este brete, para que la poli agarre a los responsables y encuentre a nuestra Ligia.
Esta situación nos deja pensando: ¿Cómo podemos mejorar la seguridad en nuestras comunidades y evitar que casos como este se repitan? ¿Crees que las cámaras de seguridad son suficientes o necesitamos medidas más drásticas? Déjanos tus opiniones y sugerencias en los comentarios. ¡Vamos a apoyar a la familia de Ligia y hacer justicia!
Ligia Zulema, como le decían algunos, tenía 53 añitos, era madre de cuatro y abu de dos angelitos. Pues dicen que la vieron por última vez el viernes pasado, dando vueltas por su casa. Después de eso, ¡silencio absoluto! La policía está investigando a fondo, revisando cada detalle para ver si pueden sacar algo a la luz. No es broma, esto nos tiene a todos con el corazón en la boca.
El OIJ (Organismo de Investigación Judicial), pues ahí trabajando a marchas forzadas, ya han confirmado que la casa de Ligia está bajo custodia. Eso significa que tienen guardias vigilando para que nadie meta las manos donde no debe y para proteger posibles pruebas. Las autoridades andan muy herméticas, claro, porque no quieren espantar a los que puedan tener información valiosa. Ya saben cómo es eso.
Pero lo que sí salió a la luz es que encontraron el carro de Ligia en un taller mecánico allá por Santa Rita de Palmar. ¡Imagínatelo! Pues resulta que unos vándalos estaban tratando de venderlo por partes, como si fuera pura chatarra. Lo habían desarrapao’ a pedazos, buscando sacarles provecho. La familia está destrozada, así que están pidiendo ayuda a cualquiera que sepa algo.
Y no es para menos, mi pana. Resulta que Ligia estaba pasando por momentos difíciles. Además de haber perdido a su marido hace poco por cáncer, también anda batallando contra el cáncer de piel y la hipertensión. Dicen que últimamente estaba vendiendo algunas propiedades que tenía para poder costear sus gastos médicos. ¡Qué vara tan pesada! Una mujer luchadora, siempre adelante, y ahora esto...
Estefany Ponce, una de sus hijas, me contó que cuando llegaron a la casa de su mamá, la encontraron revuelta, como si hubiera habido una pelea. Y lo peor de todo es que apagaron las cámaras de seguridad, como si supieran exactamente lo que hacían. ¡Eso no da pie a muchas interpretaciones! Parece que alguien quería borrar cualquier rastro de lo sucedido, tratar de cubrir las huellas. Pura bronca, te digo yo.
La familia no pierde la fe, sigue esperando un milagro, que aparezca Ligia sana y salva. Han puesto carteles por toda la zona, pidiendo a la gente que esté atenta y que reporte cualquier información que crean que pueda ser útil. Han pedido que corran la voz por redes sociales, para llegar a más gente posible. Esta vez, vamos a darle duro a este brete, para que la poli agarre a los responsables y encuentre a nuestra Ligia.
Esta situación nos deja pensando: ¿Cómo podemos mejorar la seguridad en nuestras comunidades y evitar que casos como este se repitan? ¿Crees que las cámaras de seguridad son suficientes o necesitamos medidas más drásticas? Déjanos tus opiniones y sugerencias en los comentarios. ¡Vamos a apoyar a la familia de Ligia y hacer justicia!