¡Ay, Dios mío! El país entero está mordido con la desaparición de Mateo, el nene de cinco añitos que desapareció el viernes pasado en Purral de Goicoechea. Se vino el cachorro del kínder, dicen los familiares, y pum, se le metió al tubo de la alcantarilla. Una bronca tremenda la que ha encendido esto, porque ya van dos días buscando y nada.
La emergencia empezó alrededor de las seis de la tarde del viernes, cuando el pequeño resbaló mientras jugaba cerca de la alcantarilla. Según testigos, era una lluvia suave, pero suficiente para que el piso se pusiera resbaladizo. Desde entonces, equipos de rescate de la Cruz Roja, Bomberos y voluntarios han peinado la zona, tratando de encontrar alguna pista, cualquier señal que les diga dónde podría estar el nene. Parece sacado de película, diay.
Lo que más preocupa a todos es que el agua de la lluvia arrastró a Mateo hacia el río Torres, haciendo que la búsqueda se extienda a varios kilómetros. Han tenido que traer hasta drones especializados para mapear el cauce del río y tratar de divisar al pequeñito desde arriba. Imagínate, volar por encima del río esperando ver algo… ¡Qué tensión!
La tía del niño, Doña María, ha sido el rostro visible de la angustia familiar. Con la voz quebrada y los ojos hinchados, ha hablado con los medios, rogándole a cualquiera que tenga información que la contacte. “Solo quiero saber si está bien, si está vivo”, repetía una y otra vez. El corazón se te parte de escucharla, huele a impotencia y desesperación.
Los rescatistas han trabajado incansablemente, enfrentándose a terrenos difíciles y condiciones climáticas cambiantes. Han tenido que sortear obstáculos naturales, como ramas caídas y piedras enormes, además de lidiar con la corriente del río, que se ha vuelto impredecible tras las lluvias. No se dan por vencidos, aunque la esperanza empieza a flaquear un poco. Realmente, qué carga esta situación.
Este caso ha puesto en evidencia la necesidad de mejorar la infraestructura de drenaje en muchas zonas del país. Las alcantarillas viejas y mal mantenidas representan un peligro latente para los niños y adultos que viven cerca de ríos y arroyos. Es hora de que las autoridades tomen cartas en el asunto y aseguren que estos espacios sean seguros para todos. Después de todo, nadie quiere que le pase esto a un vecino, ni mucho menos a un familiar.
La comunidad de Purral de Goicoechea se ha unido en solidaridad con la familia de Mateo, ofreciendo ayuda y apoyo moral. Vecinos organizan búsquedas informales, cocinan comida para los rescatistas y mantienen una vela encendida por el bienestar del niño perdido. El espíritu de pueblo chico, luchador y solidario, se manifiesta en momentos como este. ¡Qué chiva nuestra gente!
La búsqueda continúa, pero con el paso de las horas, la incertidumbre crece. Todos esperamos ansiosamente tener buenas noticias, pero la realidad es dura y nos obliga a prepararnos para lo peor. Ahora, dime tú, ¿crees que se deberían implementar medidas más estrictas para garantizar la seguridad de los niños en áreas propensas a inundaciones y deslizamientos?
La emergencia empezó alrededor de las seis de la tarde del viernes, cuando el pequeño resbaló mientras jugaba cerca de la alcantarilla. Según testigos, era una lluvia suave, pero suficiente para que el piso se pusiera resbaladizo. Desde entonces, equipos de rescate de la Cruz Roja, Bomberos y voluntarios han peinado la zona, tratando de encontrar alguna pista, cualquier señal que les diga dónde podría estar el nene. Parece sacado de película, diay.
Lo que más preocupa a todos es que el agua de la lluvia arrastró a Mateo hacia el río Torres, haciendo que la búsqueda se extienda a varios kilómetros. Han tenido que traer hasta drones especializados para mapear el cauce del río y tratar de divisar al pequeñito desde arriba. Imagínate, volar por encima del río esperando ver algo… ¡Qué tensión!
La tía del niño, Doña María, ha sido el rostro visible de la angustia familiar. Con la voz quebrada y los ojos hinchados, ha hablado con los medios, rogándole a cualquiera que tenga información que la contacte. “Solo quiero saber si está bien, si está vivo”, repetía una y otra vez. El corazón se te parte de escucharla, huele a impotencia y desesperación.
Los rescatistas han trabajado incansablemente, enfrentándose a terrenos difíciles y condiciones climáticas cambiantes. Han tenido que sortear obstáculos naturales, como ramas caídas y piedras enormes, además de lidiar con la corriente del río, que se ha vuelto impredecible tras las lluvias. No se dan por vencidos, aunque la esperanza empieza a flaquear un poco. Realmente, qué carga esta situación.
Este caso ha puesto en evidencia la necesidad de mejorar la infraestructura de drenaje en muchas zonas del país. Las alcantarillas viejas y mal mantenidas representan un peligro latente para los niños y adultos que viven cerca de ríos y arroyos. Es hora de que las autoridades tomen cartas en el asunto y aseguren que estos espacios sean seguros para todos. Después de todo, nadie quiere que le pase esto a un vecino, ni mucho menos a un familiar.
La comunidad de Purral de Goicoechea se ha unido en solidaridad con la familia de Mateo, ofreciendo ayuda y apoyo moral. Vecinos organizan búsquedas informales, cocinan comida para los rescatistas y mantienen una vela encendida por el bienestar del niño perdido. El espíritu de pueblo chico, luchador y solidario, se manifiesta en momentos como este. ¡Qué chiva nuestra gente!
La búsqueda continúa, pero con el paso de las horas, la incertidumbre crece. Todos esperamos ansiosamente tener buenas noticias, pero la realidad es dura y nos obliga a prepararnos para lo peor. Ahora, dime tú, ¿crees que se deberían implementar medidas más estrictas para garantizar la seguridad de los niños en áreas propensas a inundaciones y deslizamientos?
