Imagínese la vara, mae: usted se casa, la fiesta está a cachete, todo sale perfecto. Pasan los días y le llegan las fotos oficiales, esas que uno espera con ansias para revivir el momento. Mientras las ve con su pareja, de pronto se topan con una cara que no calza. Un mae alto, de traje, con una expresión de estar más perdido que el hijo de la Llorona, posando en la foto grupal. Diay, ¿y este quién es? Eso mismo les pasó a Michelle y John Wylie en Escocia, quienes pasaron casi cuatro años con el misterio del invitado fantasma que se coló en su boda.
Al principio, la vara era un vacilón. Le preguntaron a los papás, a los tíos, a los compas del brete, hasta al fotógrafo. La respuesta era siempre la misma: "¡Ni idea de quién es ese mae!". Con el tiempo, la broma se empezó a poner un toque extraña. Michelle confesó que la mente le daba vueltas. ¿Sería un ex novio resentido? ¿Un acosador? Se montaron todas las películas posibles. Revisaron la lista de invitados mil veces, pero nada. El fantasma de la boda seguía ahí, inmortalizado en sus fotos, y sin nombre. La pareja hasta tiró la historia en Facebook, pero ni así. El misterio se fue enfriando y la vida siguió, aunque la duda siempre quedaba picando en el fondo.
Pero como en toda buena historia de esta época, la solución llegó gracias al poder de internet. Michelle, ya cansada del asunto, le pidió ayuda a un creador de contenido famoso para que regara la voz. Y ¡pum! En cuestión de horas, el misterio se resolvió. El "colado" no era ningún acosador, sino un pobre mae llamado Andrew Hillhouse que se había jalado la torta de su vida. Resulta que Andrew iba para otra boda, a tres kilómetros de ahí, pero su pareja le dio la dirección incorrecta. ¡Qué sal! El mae llegó tarde, vio un montón de gente elegante y un gaitero, y pensó: "Uff, por lo menos llegué".
Andrew se sentó calladito, tratando de pasar desapercibido. El momento de la verdad llegó cuando la novia empezó a caminar hacia el altar. El cerebro le hizo cortocircuito. En sus palabras: "En cuanto la vi, pensé: '¡Ay, no! ¡Esa no es Michaela!'". Imaginen la agonía. Mide casi 1.90, así que esconderse no era una opción. Se quedó ahí, tieso, intentando hacerse chiquitico y rezando para que la ceremonia terminara rápido. Y para rematar, cuando ya creía que se salvaba, oye al fotógrafo gritar: "¡Foto grupal, todo el mundo!". Mae, la cara de desconcierto que tiene en la foto ahora tiene todo el sentido del mundo. Es la cara de alguien que sabe que la metida de patas acaba de quedar inmortalizada para siempre.
Apenas pudo, Andrew se escabulló, no sin antes tomarse un fresco de gratis (¡con toda la razón!), y llamó a su pareja para ubicarse. Ahí se dio cuenta del nivel de despiste. Logró llegar a la boda correcta, donde su historia se convirtió en el chiste de la noche. Cuatro años después, un amigo le pasó la publicación viral y por fin pudo contar su versión. La explicación se hizo mega viral, y lo mejor de todo es que Michelle, la novia, lo contactó. Ahora son compas en Facebook, ya se conocieron en persona y no paran de reírse de la situación. ¡Qué nivel de historia! Un error que pudo ser un problema terminó conectando a tres extraños y dándoles una anécdota que es, sin duda, una de las más cargas que hemos escuchado.
Y ahora, la pregunta del millón para el foro: ¿Cuál ha sido el colado más carga o la torta más épica que han visto en una boda? ¡Cuenten sus historias!
Al principio, la vara era un vacilón. Le preguntaron a los papás, a los tíos, a los compas del brete, hasta al fotógrafo. La respuesta era siempre la misma: "¡Ni idea de quién es ese mae!". Con el tiempo, la broma se empezó a poner un toque extraña. Michelle confesó que la mente le daba vueltas. ¿Sería un ex novio resentido? ¿Un acosador? Se montaron todas las películas posibles. Revisaron la lista de invitados mil veces, pero nada. El fantasma de la boda seguía ahí, inmortalizado en sus fotos, y sin nombre. La pareja hasta tiró la historia en Facebook, pero ni así. El misterio se fue enfriando y la vida siguió, aunque la duda siempre quedaba picando en el fondo.
Pero como en toda buena historia de esta época, la solución llegó gracias al poder de internet. Michelle, ya cansada del asunto, le pidió ayuda a un creador de contenido famoso para que regara la voz. Y ¡pum! En cuestión de horas, el misterio se resolvió. El "colado" no era ningún acosador, sino un pobre mae llamado Andrew Hillhouse que se había jalado la torta de su vida. Resulta que Andrew iba para otra boda, a tres kilómetros de ahí, pero su pareja le dio la dirección incorrecta. ¡Qué sal! El mae llegó tarde, vio un montón de gente elegante y un gaitero, y pensó: "Uff, por lo menos llegué".
Andrew se sentó calladito, tratando de pasar desapercibido. El momento de la verdad llegó cuando la novia empezó a caminar hacia el altar. El cerebro le hizo cortocircuito. En sus palabras: "En cuanto la vi, pensé: '¡Ay, no! ¡Esa no es Michaela!'". Imaginen la agonía. Mide casi 1.90, así que esconderse no era una opción. Se quedó ahí, tieso, intentando hacerse chiquitico y rezando para que la ceremonia terminara rápido. Y para rematar, cuando ya creía que se salvaba, oye al fotógrafo gritar: "¡Foto grupal, todo el mundo!". Mae, la cara de desconcierto que tiene en la foto ahora tiene todo el sentido del mundo. Es la cara de alguien que sabe que la metida de patas acaba de quedar inmortalizada para siempre.
Apenas pudo, Andrew se escabulló, no sin antes tomarse un fresco de gratis (¡con toda la razón!), y llamó a su pareja para ubicarse. Ahí se dio cuenta del nivel de despiste. Logró llegar a la boda correcta, donde su historia se convirtió en el chiste de la noche. Cuatro años después, un amigo le pasó la publicación viral y por fin pudo contar su versión. La explicación se hizo mega viral, y lo mejor de todo es que Michelle, la novia, lo contactó. Ahora son compas en Facebook, ya se conocieron en persona y no paran de reírse de la situación. ¡Qué nivel de historia! Un error que pudo ser un problema terminó conectando a tres extraños y dándoles una anécdota que es, sin duda, una de las más cargas que hemos escuchado.
Y ahora, la pregunta del millón para el foro: ¿Cuál ha sido el colado más carga o la torta más épica que han visto en una boda? ¡Cuenten sus historias!